lunes, 26 de enero de 2015

Cármina Burana





El Bosque. Codex Buranus. Detalle LC 6019 


Será que siempre me gustaron muchísimo aquellos viejos cantos medievales jocosos que escuché interpretados por varias y bien diferentes formaciones musicales; será que las percusiones de la cantata me ponen los pelos de punta; será que voy a cantar sobre una escenario la obra compuesta por Orff, versionando a los goliardos europeos de los siglos XII y XIII...sea como fuere, me propuse escribir algo sencillo sobre ello, ahora que tengo sobre la mesa las partituras y las grabaciones para empezar un trabajo en el que vuelco la ilusión como una niña pequeña. 
Será en abril, formando parte del coro piccolo, con la compañía la Fura dels Baus y la orquesta sinfónica de Castilla y León, en el Centro Cultural Miguel Delibes de Valladolid. Me gustaría que lo disfrutaran en toda su complejidad y belleza. 





Jugando y bebiendo. Codex Buranus.  Fol 91


Meum est propositum in taberna mori, Ut sint vina proxima morientis ori.
Tunc cantabunt letius angelorum chori: "Deus sit propitius huic potatori."

Quiero morir en la taberna donde los vinos estén cerca de la boca del moribundo; Luego los coros de los ángeles bajarán cantando: “Que Dios sea clemente con este buen bebedor”
(juego de palabras potatori-pecatori)

Texto del Archipoeta



Los Cármina Burana.


Johann Christoph von Aretin, encontró, en 1803, un códice en la abadía benedictina de Bura Sancti Benedicti (Benediktbeuern), en Baviera, junto a la frontera con Chequia, que contenía 300 poemas  en latín, en dialecto del germano antiguo medio y en francés antiguo, en los siglos XII y XIII. Debieron ser escritos hacia el año 1230 en la abadía benedictina de Seckau o en el convento de Neustift, ambos en Austria.
Su nombre, es debido a la primera publicación, "Cantos de Beuren", realizada por Johann Andreas Schmeller en 1847. 
En estos poemas se ensalza el placer por vivir y el interés por los placeres terrenales, por el amor carnal y por el goce de la naturaleza, siempre con una mirada crítica y satírica hacia los estamentos sociales y eclesiásticos de la época.
Estos Cármina (plural de Carmen, poema o canto en latín) de Beuern o Cármina Burana (gentilicio de procedencia) constituyen la mejor colección de poesía gordialesca conservada en la actualidad.
En el transcurso de la secularización de los bienes monacales, estos poemas llegaron a la Biblioteca Estatal de Baviera en Múnich, donde se conservan en la actualidad (Signatura: clm 4660/4660a). 
En ellos se hace gala del gozo por vivir mediante la sátira, el humor, un tono picante y a veces intensamente erótico y un carácter popularizante, incluyendo el uso de las parodias de la liturgia cristiana medieval. 
En los Cármina Burana se  critica a todos los estamentos sociales, especialmente a quienes ostentaban el poder, centrándose en la monarquía, la nobleza y sobre todo, el clero, siendo sus composiciones más características las Kontrafakturen que imitan con su ritmo las letanías del Antiguo Evangelio, con el fin de hacer sátira la decadencia de la iglesia de Roma.
De igual modo se hace elogio del amor, del juego y, fundamentalmente, el vino, versándose, además, hechos de las cruzadas y raptos de doncellas por caballeros. 
Esta diversidad, que refleja los contrastes sociales y culturales en la Edad media, es una de sus mayores valores y en ella yace su fuerza y singularidad única. Es precisamente, esta información cultural la que nos proporciona una visión sobre los siglos XII y XIII muy alejada de aquella considerada como una Edad Oscura.
La notación musical, en buena parte de ellos, es neumática.
Los Cármina Burana constituyen la mayor y mas antigua colección de poemas y cantos laicos de toda la Europa Medieval (frente a los religiosos, mucho mas numerosos) y se encuentran divididos en 6 partes:

Carmina ecclesiástica (canciones sobre temas religiosos).

Carmina moralia et satirica (cantos morales y satíricos).

Carmina amatoria (canciones de amor).

Carmina potoria (sobre la bebida y parodias).

Ludi (representaciones).

Supplementum (versiones de todas las anteriores, con algunas variaciones).





Interpretación de uno de los cantos: Tempus est iocundum, por Micrologus






Interpretación "dura" de los Cármina Burana completos, por Clemencic Consort



Manuscrito completo



Los Goliardos, Una casta de intelectuales pobres y marginales que escarnecieron y cuestionaron todo.



Yo soy cosa ligera como la hoja que arrastra indiferente el huracán
como el esquife que boga sin piloto, 
como un pájaro errante por los caminos del aire, 
no estoy fijado ni por el ancla ni por las cuerdas
 La belleza de las muchachas hirió mi pecho
 Aquellas a las que no puedo tocar, las poseo con toda mi alma
en segundo lugar se me reprocha el juego, 
Pero tan pronto como el juego me deja desnudo y el cuerpo frío mi espíritu enciende 
Es entonces cuando mi musa compone mis mejores canciones 


La etimología ‘goliardo’ parece responder a tres posibilidades; la primera, que proviene de ser considerados como las gentes de ‘Goliath’ , entendido como el mismo diablo, o tal vez haciéndolo derivar de la palabra ‘gueulard’,  que en francés antiguo sirve para denominar a los glotones y deslenguados, o para terminar, como derivado de ‘gola’, garganta, en relación a la desmesurada afición al vino. 
Todo esto, unido a la existencia del mítico ‘Golías’,  legendario archipoeta antepasado de los personajes muy posteriores de Pantagruel y de Panurgo, nos acerca a lo que quisieron poner de relieve quienes inventaron ese nombre. Este personaje mítico de Golias, parece que reconocido a través de los Cármina Burana, debió trabajar en la corte de Reinaldo de Dassel, el obispo de Colonia, Alemania y archicanciller de Federico Barbarroja, emperador del Sacro Imperio Romano,  lo que demuestra que tuvo que componer entre los años 1159 y 1167.




Una Europa de cambios en la que la apertura de nuevas rutas comerciales hace incrementar el poder económico de artesanos y comerciantes que no desean someterse a las normas feudales llegando a crear auténticas repúblicas y  en la que comienzan a aparecer las Universidades, posibilita la creación de nuevas corrientes en las que ciertos clérigos se sentían más libres fuera de las reglas de los conventos y algunos estudiantes vagabundeaban de universidad en universidad en busca de maestro. Así, conformaron un modo grupal de vida errante y libertina, los Goliardos, que durante los siglos XII y XIII fueron muy famosos.





Vivían de la mendicidad y ejercían de juglares o bufones para obtener el dinero suficiente con que alimentarse y acudir a la taberna, que era su lugar de reunión favorito y al que dedicaron muchos poemas. 
Parece que necesariamente debían pertenecer a las  clases sociales mejor situadas de la época pues poseían un conocimiento exhaustivo y profundo del latín, que era el vehículo del conocimiento de la época, así como una sólida formación bíblica, litúrgica y de las fuentes clásicas, lo que les permitía satirizar y banalizar de forma brillante, superando los esquemas sociales preestablecidos, optando por un tipo de vida sin apegos, alegre y disoluta, poniendo las bases al bien conocido estudiante pícaro y tuno, este último aún presente, en cierto modo, en la península Ibérica, donde las tunas o estudiantinas siguen cantando y tocando instrumentos interpretando canciones pícaras y pedigüeñas.
Las críticas y burlas de los goliardos se centraban en la nobleza, las hazañas militares y la iglesia sin dejar de lado a  los campesinos, por su torpeza y su vínculo al sistema feudal y a la sacrificada vida agropecuaria. 
Los documentos medievales de autores de la época los condenaban y desaconsejaban el trato con ellos, fundamentalmente desde el ámbito religioso, pues detestaban la pobreza, la vida contemplativa, la reclusión en los monasterios, el martirio y el asectismo, siendo reiteradas las ocasiones en las que se refieren despectivamente a aquellos en los propios concilios eclesiásticos. 
La fatalidad del destino era otro de los temas recurrentes entre la literatura goliardesca, dedicando a los caprichos de la diosa Fortuna muchas de sus composiciones. Este tema había sido introducido por el autor latino Boecio del siglo V, como consecuencia de haber caído en desgracia y ser encarcelado tras haber ocupado diferentes cargos públicos. Antes de este autor, la Fortuna era símbolo de abundancia siendo representada por una esfera. Tras su obra "Consolación de la filosofía" adoptó como símbolo una rueda aceptando que junto a los momentos abundantes pueden existir incertidumbre y escasez, que la fama y la riqueza son pasajeras y que lo único que ha de ser inmutable es la bondad.  



“Hago girar con rapidez mi rueda, y entonces me deleita ver cómo sube lo que estaba abajo y se baja lo que estaba en alto. Súbete a ella, si quieres, pero a condición de que cuando la ley de mi juego lo prescriba, no consideres injusto el que te haga bajar. 






Fortuna Imperatriz Mundi. Codex Buranus, folio 1r.






Oh, Fortuna, velut luna como la luna statu variabilis, de condición variable, semper crescis siempre creces aut decrescis; o decreces; vita detestabilis vida detestable nunc obdurat que ahora oprime et tunc curat.
Hortus Deliciarum, entre 1176-1185 FORTUNA IMPERATRIX MUNDI 



Incuestionablemente, el movimiento goliardesco supuso un enorme acicate para la cultura europea, constituyendo el cultivo de una poesía irreverente y profana pero culta. Los goliardos, conscientes y conocedores de su calidad y sátira, que no iban dirigidas a su comprensión por el pueblo llano, si no a los segmentos sociales mas formados, versaban con maestría sobre el vino, el amor, los placeres del mundo, con un oficio difícil de igualar.
Famosos goliardos fueron  Hugo de Orleans, Gualterio de Chatillón, Pedro de Blois, el Archipoeta de Colonia Gualtero Mapes y, según algunos, Pedro Abelardo, además del mítico Golías.


La Cantata Cármina Burana


Entre 1935 y 1936, tomando como base una selección de 25 de los poemas incluidos en los Cármina Burana medievales y ordenándolas para su montaje, Carl Orff compuso la Cantata escénica titulada Cármina Burana: Cantiones profanæ cantoribus et choris cantandæ comitantibus instrumentis atque imaginibus magicis (Canciones de Beuern: canciones seculares para cantantes y coros para ser cantadas con instrumentos e imágenes mágicas). 
La obra fue estrenada el 8 de junio de 1937 en la Ópera de Fráncfort, bajo la dirección de Oskar Wälterlin.
En la cantata, además de la orquesta y coros, intervienen solistas destacando su abundante y espléndida percusión y una enorme riqueza rítmica que aleja la monotonía de las melodías. Su fragmento más conocido es el Oh Fortuna, que constituye la primera parte del preludio y que se repite al final de la obra, de manera que al concluir volviendo al comienzo se representa ese eterno giro de la rueda de la fortuna.

La obra de Orff se interpreta, en la parte vocal por solistas (soprano, tenor y barítono), un gran coro y un coro piccolo y, en la orquesta por percusiones, cuerda y vientos.   Consta de una introducción, tres partes y un final.

• Introducción: Fortuna imperatrix mundi. 

• Primera parte: Primo vere - Ûf dem anger. 

• Segunda parte: In taberna. 

• Tercera parte: Cour d’amours - Blanziflor et Helena. 


• Final: Fortuna imperatrix mundi. 

Textos completos de la Cantata







¡Les deseo que pasen una feliz Semana!


Carmina Burana, prólogo de Carlos Yarza y traducción de Lluís Moles, Barcelona, Seix Barral, 1981.
http://webs.ono.com/jgarciailla/doc/carmina.pdf

lunes, 19 de enero de 2015

La maqbara de Valladolid. Mudéjares en el valle del Duero







Localización del antiguo Fonsario de Moros en el plano de Valladolid de Ventura Seco (1738)



La identidad musulmana de los mudéjares de la cuenca del Duero constituye un tema apenas tratado, hasta ahora, en la historiografía del mudejarismo castellano. A lo largo de los últimos veinticinco años se han venido abordando diferentes trabajos de carácter arqueológico, fundamentalmente relacionados con el ámbito de desarrollo urbano (complejos alfareros, producciones cementerios, mezquitas, ámbitos domésticos, etc). Junto a estos, las fuentes documentales constituyen una excelente modo de conocimiento de las comunidades islámicas en este territorio, unas evidencias palmarias del mantenimiento de la identidad musulmana por parte de los integrantes de las aljamas  hasta que a finales de la Edad Media, en 1502, se obligue a los musulmanes castellanos a bautizarse.
Se viene, con ello, a confirmar el mantenimiento, durante toda la Edad Media, de la lengua, escritura y onomástica árabes por parte de estos mudéjares de Castilla, así como la organización de la población en aljamas, el conocimiento y regulación de su vida conforme a las islámicas seculares, la profesión de su religión y el mantenimiento de sus creencias, habiéndose constatado en Avila, Valladolid, Arévalo, Cuéllar y Burgos, entre otras ciudades medievales.
La importancia de la población de la veintena de aljamas del Duero es muy notable, contabilizándose que algunas de aquellas (por ejemplo, Ávila, Ágreda, Arévalo o Valladolid) pagaban más que cualquiera de las sureñas del Arzobispado de Toledo y el Obispado de Cuenca, de los Obispados de Coria,  Plasencia y Badajoz (a excepción de Hornachos), del Arzobispado de Sevilla y los Obispados de Cádiz, Córdoba y Jaén o del de Cartagena (sólo los del Valle de Ricote contribuían más que los de Ágreda, Arévalo o Valladolid). La profesora Villanueva y Javier J. Gadea calculan, en un reciente trabajo sobre la aljama burgalesa, que a finales de la Edad Media existía una población de mas de 5.000 mudéjares, que podrían incluso aproximarse a los 10.000, distribuidas de forma desigual, siendo la mas populosa la de Avila, seguida de Valladolid, Arévalo y Avila, con muchos menos habitantes en Segovia y Burgos y un pequeño colectivo en Deza, Aranda, Medinaceli ,Barco de Avila, Piedrahita, Palencia, Ayllón, Medina del Campo, Cuéllar, Sepúlveda, San Esteban de Gormaz y Peñaranda de Duero, y unas poquitas familias en Peñafiel, Sahagún y Carrión de los Condes, bien conocidas y valoradas por los tributos pagados. 




Fachada con alfiz en la calle Empedrada de Avila, probable Mezquita de la Alquibla



Necrópolis mudéjar  de San Nicolás, en Avila 
Fot. Foramen


Los cementerios mudéjares constituyen una fuente esencial que desvela, desde un punto de vista arqueológico, las características de una población medieval, de la que hasta hace muy poco tiempo, se desconocía casi todo. En Valladolid, unas excavaciones arqueológicas realizadas en el subsuelo de la actual Casa del Estudiante de la Universidad,  documentaron medio centenar de tumbas del almocabyr o maqbara.

Corría 1990 cuando comenzamos nuestras excavaciones arqueológicas en el ámbito de la antigua Casa de la Beneficencia. Se trataba de investigar el antiguo cementerio musulmán de la ciudad antes de que se completara el ajardinamiento de la nueva zona universitaria con el objetivo de determinar la extensión y  características generales del espacio funerario, su datación cronológica y el estudio antropológico de los individuos inhumados. El trabajo arqueológico se hizo en dos fases consecutivas de excavación, la primera de sondeos estratigráficos dirigida por Miguel Angel Marcos Villán, Angel Luis Palomino Lázaro y José Luis Hoyas Díez y la segunda, con zonas de excavación mas amplias en dos sectores de la necrópolis bajo la dirección de Arturo Balado Pachón, José Ignacio Herrán Martínez, José Enrique Santamaría y la que se dirige a ustedes, Consuelo Escribano Velasco, todo ello en el marco del Convenio establecido entre la Universidad de Valladolid, la Junta de Castilla y León y la Diputación de Valladolid para la investigación y protección del Patrimonio arqueológico vallisoletano, con la colaboración del módulo de arqueología de la Escuela-Taller del castillo de Portillo.


Sondeo norte. Fonsario de moros, luego Casa de la Beneficencia de Valladolid. 

La maqbara o makbara (en plural maqâbir o makabir) es la denominación que reciben los cementerios y necrópolis musulmanas. Se trata de una palabra árabe compuesta de la raíz qbr, que significa enterrar, y precedida del prefijo m, que en la lengua árabe permite construir sustantivos que indican el lugar, por lo que su significado es lugar de enterramiento. Estaban situadas extramuros de la muralla, a las afueras de la población y próximas a los caminos de acceso a alguna de las puertas de la ciudad.


Planta del sondeo norte de la maqbara. A la izquierda el nivel de las tumbas mas modernas y a la derecha el mas antiguo. Pág. 211 de artículo publicado sobre las necrópolis de rito islámico en Castilla y León. Numantia 4.

En la de Valladolid excavamos 58 enterramientos. La totalidad de las tumbas responden al mismo rito con espacios estrechos dispuestos con la cabecera al oeste donde los inhumados fueron dispuestos en posición decúbito lateral derecho, apareciendo las piernas estiradas, los brazos a lo largo del cuerpo y las manos a la altura de las caderas o sobre el pubis. 
Las tumbas son de dos tipos: fosas simples excavadas en la tierra junto a otras reforzadas con unas hiladas de adobes que levantan muretes paralelos; configurando, en cualquier caso, un hueco angosto en el que habría que depositar, de forma muy ajustada, a los individuos. Las primeras se detectan a lo largo de toda la secuencia de ocupación del cementerio, mientras que las tumbas de muros de adobes( solo 12) se detectan solo en los compases iniciales, los mas antiguos.
Existen evidencias de la utilización de cubiertas de algunas de las fosas, concretamente mediante un adobe, en el caso de uno de los enterramientos infantiles, y dos de madera en inhumaciones de adultos.


Dos inhumaciones infantiles de la maqbara de Valladolid. Rev. de Arqueología 127.

El espacio de la maqbara o fonsario de moros era ciertamente pequeño, por lo que fue objeto de rellenos sucesivos de tierras en los que se contenían materiales cerámicos del repertorio tipo "Duque de la Victoria" y algunas monedas  (dos óbolos y dos dineros de Alfonso X -1252-1284-) que permiten confirmar la datación cronológica de su uso entre el siglo XIII y 1412, fecha en la que la población mudéjar vallisoletana fue recluida en la Aljama de Santa María, situada al otro lado de la ciudad, en el sur, muy lejos de la maqbara de la que hablamos, al lado de la morería plenomedieval y junto a la puerta de San Pedro, en la zona del Prado de la Magdalena.


Elenco cerámico de los alfares vallisoletanos medievales de Duque de la Victoria (siglos XII 
al XV)

La data inicial vendría determinada por su posición extramuros respecto a la segunda cerca medieval de la villa, saliendo por la puerta mencionada y junto al antiguo camino de Cabezón, una construcción levantada, según Adeline Rucquoi, en la última década del XIII.

A falta de referencias textuales, aunque se creía que éste habría el único cementerio del que dispuso la aljama vallisoletana hasta el siglo XV, pues es allí donde se manda enterrar Ramiro Alcalde en 1497, evidencia que todavía seguía usándose a finales de la Edad Media, parece que, precisamente, a tenor del traslado de los mudéjares vallisoletanos a la morería de Santa María, en los primeros años del siglo XV, las autoridades locales, acaso para que el cortejo fúnebre no tuviese que atravesar toda la villa hasta el cementerio septentrional cercano a la iglesia de San Pedro, habrían dispuesto un nuevo espacio frente al monasterio de Sancti Spiritus, donde en 1563 se levantó el convento del Carmen Calzado, luego trasformado en Hospital Militar.

Del estudio paleoantropológico llevado a cabo sobre la población mudéjar inhumada en la maqbara Valladolid se puede apuntar la detección de fuertes inserciones musculares en los huesos de los hombres  adultos, así como patologías como el codo de tenista, una cuestión que viene a confirmar el tipo de trabajo artesanal del colectivo, conformado por alarifes, fundamentalmente albañiles y carpinteros.
La mortalidad infantil es alta, como la de cualquier otro grupo humano urbano del siglo XIV, una situación que se mantiene en las sociedades tradicionales, siendo mayoría los que fallecían antes de los 6 años. Sólo una minoría llegaba a cumplir os sesenta años.
Ambos sexos presentaban una estatura mediana, que en el caso de los hombres rondaba los 160-170 cm y los 150-157 en las mujeres, y una complexión robusta, tal vez debida a la ingesta importante de hidratos de carbono en su dieta diaria.


A ambos sexos, casi por igual, afectaban los mismos tipos de dolencias, causados en su mayoría por deformaciones óseas y musculares, y lesiones reumáticas en las articulaciones, sobre todo en codo y muñeca, originados por hábitos repetitivos y continuados en sus quehaceres cotidianos. 

Finalmente, solo cabe apuntar la excepcionalidad de la detección de un individuo adulto, un varón, que fue objeto de un brutal ataque con arma blanca del que quedaron constancia los numerosos cortes óseos, algunos de defensa, que le fueron propinados en todas las direcciones, siendo mortal uno de los mandobles en el cráneo, tal vez un ajusticiamiento popular como castigo a algún delito.
          


Reproducción de pendiente mudéjar de una de las inhumaciones de la maqbara de Santa Clara, en Cuéllar, Segovia. La excavación arqueológica proporcionó uno de los escasos ejemplos conocidos de adorno personal de los musulmanes castellanos. Se trata de un par de pendientes, de oro, decorados con caligrafía árabe, con la parte final de la primera frase de la šahada o profesión de fe islamica (la ilaha ilā Allāh, “no existe otro dios que Dios”)




Los cementerios musulmanes eran, además, lugares muy visitados y puntos de encuentro social.
En 1990 se valoró la posibilidad de redactar un proyecto de conservación y puesta en valor para la visita pública de los sectores excavados en la maqbara, una cuestión harto difícil habida cuenta del carácter frágil del adobe y sus problemas de conservación tanto al aire libre como en compartimentos estancos, optándose finalmente por su definitivo tapado con la tierra extraida de la excavación.
Quien visita, por motivos académicos o no, el edificio de la Casa del Estudiante de la Universidad de Valladolid, encontrará un panel divulgativo con la información correspondiente a la existencia y características generales de la maqbara en este ámbito de la ciudad.


En la actualidad un heterogéneo grupo de investigadores está sistematizando datos, ampliando los estudios e investigando en diferentes aspectos el mudejarismo en nuestro territorio, en un proyecto concreto bajo el título Duero Mudéjar. Si quieres conocerlo pincha aquí


¡Feliz Semana!


lunes, 12 de enero de 2015

Modelos defensivos del siglo X en la zona soriana. Las atalayas.








Atalaya Melero. La Riba de Escalote


Turres omnes vigilarum barbarico more...atque municipia in valle Hordecorex ob tuitionem arantium boum per agros passim constructa 

(Crónica Silense)


Fechas por guardas de los ganados et de los labradores

(Primera Crónica General)

Una vez el contingente árabe traspasa Gibraltar en 711 se produce un rapidísimo despliegue que en menos de 5 años les permitió avanzar hasta el extremo noroccidental llegando a Galicia y al sur de Francia. Un avance tan eficaz debía proseguir con una política de consolidación de las posiciones basada en los acuerdos, los tributos y la fijación de población, incluidos los bereberes, así como la amalgama de los nuevos pobladores con el sustrato hispanovisigodo. 
Ya desde el siglo VIII Al Andalus había establecido tres Marcas o líneas de control que se desarrollaban en dirección suroeste-noreste, a lo largo de la antigua vía de Emérita Augusta a Caesar Augusta. La central, cuya primera sede fue Toledo, pasó en el siglo X a Medinat Al Salim, Medinaceli, un enclave de gran valor estratégico. 
Muchos territorios fueron islamizados, una situación que se mantuvo unos dos siglos, claramente en el sur, mientras  en la meseta norte, esto ocurría fundamentalmente en la zona oriental del sur del Duero.
El bando cristiano, asentado en el reino de Léon, comienza su expansión en esta zona  a través de los condes castellanos en el siglo IX y a lo largo del X, siendo Gonzalo Fernándadez, Nuño Núñez y Gonzalo Téllez los impulsores de la toma de Roa, Clunia, Haza, San Esteban de Gormaz y Osma, en la conocida como Extremadura castellana, denominada así por ser tierra de límite, frontera y extremos.
En este contexto, se estaba produciendo el fortalecimiento de la Marca Media y la consiguiente organización territorial de las comarcas próximas, situadas entre los valles del Duero y el del Jalón. Nombres de pueblos y pagos, importantes castillos y torres y otras muchas manifestaciones culturales, son el reflejo de esta situación, constituyendo el eje de Medinaceli-Berlanga, una vía de comunicación fundamental entre la capital y las fortificaciones durienses como Gormaz, donde se acantonaba el gran contingente del ejército califal.




Fortaleza califal de Gormaz

Contínuas algaradas se producían en este territorio, pasando de unas manos a otras la tenencia de las principales plazas. 
El  Califato, que controla la importantísima vía de comunicación que une Zaragoza y Mérida, decide, ante el avance cristiano, organizar un sistema defensivo que permita estabilizar su poder y que llega a resultar eficaz hasta que Fernando I toma definitivamente la plaza de Gormaz en 1060, y que queda obsoleta por completo, al ser desplazada la zona de frontera al Tajo con la toma de Toledo en 1085 por Alfonso VI.
Este imponente sistema con base en Medinaceli se desarrolla en dos ramales. Uno que parte hacia el noreste, hacia el valle del Ebro por Agreda y otro hacia el Duero, recorriendo parcialmente la vía de las antiguas ciudades romanas de Occilis y Uxama, a través de Berlanga.
Mantener y consolidar este vasto territorio fue posible a través de la instalación de un entramado de fortificaciones comunicadas e interelacionadas entre si, constituyendo una auténtica red a través de la que se ejercía el control y la defensa del territorio.
A las grandes fortalezas de Medinaceli, Berlanga, Almazán, Osma, San Esteban y Gormaz, sedes de las grandes guarniciones, se les unía un sistema de torres cuadradas con pequeños recintos, qubba, posiblemente puntos de parada y posta que también tenían capacidad para albergar la población, como las de Mezquetillas, Barahona, Alcubilla de las Peñas y Bordecorex.



Paramento de la torre islámica de tipo qubba de Mezquetillas, hoy conformando la cabecera de la iglesia parroquial.

Entre aquellas torres, jalonaban el territorio multitud de atalayas levantadas sobre relieves destacados, comunicadas visualmente, destinadas al control directo de los territorios inmediatos.
El reciente catálogo y reconocimiento de aquellas que se hallan repartidas en la línea Medinaceli-Berlanga-Osma , a lo largo de los valles del Bordecorex, Torete y Escalote, así como aquellas que situadas en dirección a Atienza y hacia Langa, realizado por iniciativa de las Asociaciones ADEMA y Tierras sorianas del Cid , ha supuesto que algunas de ellas, hayan sido declaradas, más allá de la genérica de Castillos de España, como Bienes de Interés Cultural, en la categoría de Monumentos; son las atalayas este y sur del Burgo y las atalayas de Uxama y del Enebral de Osma, en el Burgo de Osma y la atalaya de Taina de la Hoz en Bayubas de Abajo las atalayas de la Ojaraca y de la Veruela en Caltojar, la de Caracena, la de Torrejalba en Almarail, Cubo de la Solana y la de Navapalos en Vilde, en Burgo de Osma-Ciudad de Osma, atalayas de Quintanilla, en Quintanilla Tres Barrios, San Esteban de Gormaz; la del Tiñón, en Rello, Caltojar y La Riba de Escalote; la de Hojaraca o Torre Melero en la Riba de Escalote; la de Mosarejos en Mosarejos y la de Nograles en Nograles, Recuerda y la de Torre del Agua en Rello, en la provincia de Soria.




Atalaya de Uxama, Burgo de Osma, cimentada sobre una casa romana. Situada frente al emplazamiento del Castillo de Osma.

Su homogeneidad tipológica, constructiva, geográfica y cronológica hace que cada una de las atalayas se comprenda e interprete en virtud de su pertenencia al conjunto, constituyendo este sistema una fuente de conocimiento de las condiciones de población y desarrollo de la época histórica en que fueron erigidas y utilizadas.



Atalaya del Tiñón. Rello

La frontera en el siglo X era un territorio fluctuante entre el califato y los reinos cristianos por lo que el sistema defensivo sureño debía responder tanto la vigilancia de los movimientos del enemigo y la inmediata y rápida comunicación para las alertas -mediante el uso de un código de señales con fuegos y humo de día o luminarias nocturnas-, como el abastecimiento de una pequeña guarnición que controlaba las vías de comunicación.



Atalaya pintada en el muro norte de la ermita de san Miguel, en Gormaz. Románico, mitad del s. XII. Muestra a los pobladores protegidos en su interior.


Comparecen estas construcciones en variada disposición tanto en alturas notablemente destacadas como en cañones y fondos de los valles que era necesario cubrir, siempre con un marcado carácter estratégico, si bien la mayoría se hallan construidas sobre las líneas del páramo y los cerros, lo que permite un excelente control visual y la tan necesaria comunicación intervisual que mencionamos unas líneas mas arriba. Las que se situaron a menores cotas casi siempre responden a criterios  de control de entradas de valles y abruptos relieves y en cualquiera de los casos se hallan en terrenos bastante inhóspitos en los que es innegable la vocación castrense con ocasionales usos para el refugio, dado lo exiguo del espacio interior.  



Dos vistas de atalayas de la Veruela y la Ojaraca en Caltojar.

Responden a un modelo constructivo sencillo: fábricas de sillarejo trabado con mortero de cal y enfoscadas, plantas circulares, cuerpos cilíndricos, que en algún caso puntual son troncocónicos, como ocurre con la Torre del Tiñón de Rello, basamentos para una mejor estabilización en algunos casos, paramentos de espesores en torno al metro y medio que disminuyen conforme ganan altura, llegando a sobrepasar esta los 12 m, lo que hace de ellas  construcciones muy esbeltas. Al interior se compartimentan en varios pisos, normalmente tres, fabricados con tablones de madera, siendo, supuestamente, el último de ellos una terraza, tal y como se observa en el caso de la Torre Melero, en la Riba de Escalote, donde aún es posible reconocer los merlones y almenas.



Copia del texto y dibujo de la señal divulgativa de la atalaya de la Veruela, en Caltójar. Dibujo original de Areco para ADEMA-Tierras sorianas del Cid

La puerta de acceso a la atalaya, un sencillo cierre de madera, se colocaba en la zona correspondiente  a  la segunda planta, a unos 3 o 4 m del suelo, lo que hacía necesario utilizar una escala de madera o cuerdas que se recogía desde el interior dejando la torre aislada.



Atalaya de Lodares de Osma

En algunas ocasiones se complementaba la torre atalaya con un pequeño recinto, alguna cisterna o aljibe al exterior o un bastión suplementario.
En definitiva, son modestas construcciones, que aún se conservan en un aceptable estado y están cargadas de significado histórico, permaneciendo casi íntegramente el sistema. 
Aún careciendo de la grandiosidad de las fortificaciones mas señeras poseen un valor de conjunto fundamental para la comprensión de la vida en la frontera del Duero en el siglo X.





Propuesta de distribución y uso de una atalaya. www.balawat.com


Las atalayas sorianas pueden visitarse y algunas de ellas cuentan con una señalización divulgativa. Es altamente recomendable hacerse además con la guía turística del sur de Soria, Atalayas y fortalezas en la frontera del Duero.


Que tengan una feliz semana!