miércoles, 3 de abril de 2019

El Alcázar Real de Valladolid, una fortaleza de los siglos XII y XIII





" Es cosa tan grande y fuerte que admira, es todo de cantería"

(Antolinez de Burgos, 1987:35)

“Cuenta la tradición que Enrique II, para satisfacer a Dios por la muerte alevosa
que infirió a su hermano Pedro el Cruel y en reparación de la destrucción de
dos monasterios en el reino de Aragón, uno de la orden de San Benito y otro de
Cartujos, se propuso erigir otros dos, el Paular, para los hijos de San Bruno, y
el de San Benito, de Valladolid: pero habiéndole sorprendido la muerte antes de
ponerlo por obra, encomendólo a su hijo Juan. Si es ello verdad no lo asegura la
historia; lo que sí es cierto que después de consultar con el abad de Sahagún, Juan
de Medina, y su capellán, Sancho Martínez, arcediano de Campos (Palencia), en
1388 decidióse a convertir en monasterio su Alcázar Real, aquel Palacio ya existente
en tiempo del moro Ulit I, en el que habían habitado los reyes Alfonso VII,
Alfonso VIII y Enrique I; donde se habían celebrado Cortes generales del reino y
donde se refugió en 1327 la infanta doña Leonor, tía de Alfonso X.
Un profundo foso le rodeaba, alta barbacana le defendía, y cinco sólidos cubos
en cada uno de sus lados le daban robustez. Aún perduraba parte del mismo en
1622 cuando le describía el padre Mancio de Torres, Historia de San Benito
de Valladolid. Por solemne escritura disponía el rey desde Turégano, el 21 de
Septiembre de 1390, que se adaptase el dicho Alcázar vallisoletano para habitaciones
de 18 religiosos, a quienes asignaba 15.000 maravedises de renta anual
sobre la judería de la ciudad, número razonable de fanegas de trigo y cántaras
de vino, con la condición de observar sin dispensación la Regla de San Benito,
guardar clausura perpetua y ser el superior modesto prior, no ambicionado por
los usurpadores de benefi cios eclesiásticos. El papa de Aviñón Clemente VII,
reconocido por los españoles, aprobó en todas sus partes tan laudable propósito
desde Aviñón el 28 de Diciembre de 1390.

(Praecipua privilegia Congr. S.Benedicto Vallesolitani, Valladolid, 1595, fol. 66)


Durante mucho tiempo ha pasado desapercibido, sin querer, que la villa medieval de Valladolid hubiera estado fortificada de diferentes maneras y con elementos diversos, mas que nada por que prácticamente no existen restos sobre cota 0, y si los hay han sido integrados en construcciones posteriores que los enmascaran.
No obstante, la puesta en marcha, primero de una Escuela-Taller para la recuperación del antiguo Monasterio de San Benito el Real, y más tarde la introducción de la investigación arqueológica en el desarrollo urbanístico, a través de la Arqueología Urbana, hicieron cambiar esta perspectiva para poner de manifiesto la existencia de un Alcázar Real y un amurallamiento (varios, en realidad), cuyas trazas reales vamos conociendo.
Hablar del Alcázar Real me remite a las visitas realizadas en los años 80, mientras estudiaba en la Universidad de Valladolid, a las excavaciones dirigidas por los compañeros Miguel Angel Martín Montes, Javier Moreda, Zoa Escudero y Montserrat Seco a quienes hay que agradecer el ingente trabajo realizado. Sirvan estas líneas como homenaje especial fundamentalmente al primero de los citados, que dedicó su tesis doctoral a este tema y que desgraciadamente nos dejó hace ya unos años.
Despertábamos, entonces, los arqueólogos a un nuevo mundo profesional y laboral centrado en las actuaciones arqueológicas relacionadas con la restauración de edificios históricos y el desarrollo urbanístico.



La historiografía sobre Valladolid relaciona el origen de la villa (hasta 1075) con una primera fortaleza o castillo identificado en el siglo XVII con el nombre de "Alcazarejo". Del mismo modo se ha supuesto que existía en aquellos momentos presansurianos una cerca. De ninguno de estos dos elementos fortificados existe, por ahora, vestigio alguno de carácter arqueológico, tal vez por que el propio alcazarejo haya enmascarado preexistencias, por ejemplo una torre de vigilancia, de la que no se ha conservado nada.
En el caso de la posible cerca del siglo XI tal vez, como apunta Adeline Rucquoi, pudiera haberse tratado de un sencillo cierre de tapial y estacas, que por ahora no ha sido reconocida. Para ser honestos hay que mencionar que a la llegada de Pedro Ansúrez no se cita la existencia de elementos fortificado alguno en Valladolid; es más, un documento que se refiere a la delimitación del barrio de San Martín para concedérselo al abad de la Colegiata de Santa María en 1095, no menciona para nada la puerta que pudiera existir, de haber habido una cerca, para entrar a la calle.
Esta, entre otras cuestiones, ha hecho que se proponga el reinado de Alfonso VIII, entre finales del XII y comienzos del XIII,  como cierto para la fortificación de Valladolid con una cerca de piedra con torres y puertas y un Alcázar Real.
Esta muralla, conocida ya en el XIV como Cerca Vieja, cuando las noticias documentales expresan que se empezaba a desmontar, constituía un recinto cuyos lienzos cerraban su recorrido en el Alcázar Real, una fortaleza en la que se asociaban lienzos, cubos, fosos, barreras y torres albarranas.
La técnica constructiva empleada para levantar estas construcciones singulares y que fué reconocida durante las excavaciones arqueológicas realizadas en San Benito y la calle Angustias, es de mampostería de piedra caliza con paramento exterior e interior y un emplecton de calicostro, una amalgama de cal, arena y canto rodado de pequeño tamaño.
A partir de la segunda mitad del siglo XII se producen los enfrentamientos civiles entre los reinos de León y Castilla que propiciaron la fortificación "ex novo" o refortificación de estructuras antiguas a lo largo de la línea de frontera. Tipológicamente, como veremos, estas estructuras vallisoletanas son similares a las de los castillos fronterizos de finales del XII y principios del XIII  de Fuenteungrillo, Castrotorafe, Toro, Villalpando, Rueda del almirante y Villamartín de Don Sancho, en las actuales provincias de Valladolid, Zamora y León.
El Alcazar Real, que ocupaba una superficie de unos 12.500 m2, estaba situado en la confluencia del ramal norte del Esgueva con el Pisuerga. En los documentos y hechos históricos se cita la existencia del edificio desde finales del siglo XII, aunque es a partir de mediados del siglo XIII cuando se le nombra con mayor frecuencia, utilizándolo como punto de referencia dentro de la villa. 
Desde estos momentos hasta su donación a los monjes benedictinos en 1390, es conocido con el apelativo de Viejo (Alcaçar viejo), así como la primera cerca.
Todo el conjunto se ubicaba sobre una terraza cerca de la desembocadura del Esgueva en el Pisuerga, una localización muy frecuente en las poblaciones de esta época.
El Alcazar Real estaba formado en realidad por dos castillos "contemporáneos": el Alcazarejo, que se situaba en la parte mas baja junto al río, mientras que el segundo (el Alcázar Mayor), ocupaba la zona más elevada de la terraza cerca de la iglesia de San Julián, salvando un desnivel de mas de 7 m entre ambos.
Al oeste del Alcázar se localizó el barrio del Reoyo, pero en realidad, numerosas construcciones rodeaban el complejo, como el Palacio se Enrique III y Catalina de Lancaster, que se situaba hacia el Pisuerga.
El complejo se mantuvo en pie hasta el año 1704 en que fue desmochado para acabar de completar el actual patio de Hospedería según el proyecto de Rivero de Rada.
El alcazarejo es bastante bien conocido en sus trazas generales gracias a las excavaciones arqueológicas dirigidas, en el interior, por Miguel Angel Montes y Javier Moreda en los años 80 del siglo XX y Arturo Balado junto a los anteriores, al exterior, en los 90.
Se trata, de un castillo de planta cuadrangular con lienzos de 2,5 m de espesor y una longitud de 31 m, rematada en los ángulos, y a mitad de lienzo, por cubos macizos de 5 m de diámetro; los de los ángulos de planta ultrasemicircular y los mediados en el lienzo, semicirculares. 






A.- Alcázar Mayor
B.- Alcazarejo
CF.- Barrio de Reoyo
1.- Alcazarejo
2.- Capilla
3.- Bodega
4.- Huerta
5.- Baños
6.- Jardín
7.- Puerta de Hierro
8.- Calle de San Julián al Esgueva
9.- Muralla de unión entre ambas construcciones, Alcázar y Arcazarejo
10.- Alcázar Mayor. Cerca
11.- Foso del Alcázar Mayor
12.- Barbacana del Alcázar Mayor
13.- Patio
14.- Patio
15.- Bodega y granero enviejado del Alcázar
16.- Caballeriza Real
17.- Capilla Real
18.- Arco de entrada al Alcázar. 
19.- Entrada principal
20.- Aposentos Reales de servicio: cocinas, hospedería y aposento del rey
21.- Iglesia de San Julián
22.- Sala sobre el Esgueva
23.- Arco y torre albarrana en la Rinconada
24.- Arco y torre albarrana junto al palacio de Enrique III
25.- Calle de la Cárcava
26.- Calle arroyo
27.- Puentecilla de San Lorenzo
28.- Calle reoyo
29.- Calle Garcimontes
30.- Postigo del Río
31.- Palacio de enrique III y Catalina de Lancaster
32.- Barreros
33.- Cerca
34.- Postigo del Trigo
35.- Contracerca
36.- Casas junto al Alcázar
37.- Cerca del Alcázar y de la Villa
38.- Sala larga este-oeste
39.- Pozos del Alcazarejo
40.- Dormitorios
41.- Cerca del Alcázar
42.- Línea defensiva entre el palacio y el Alcazarejo
43.- Contracerca del Alcázar a poniente





Ubicación de los restos murales del Alcázar Real bajo los edificios actuales de San Benito, según M.A. Martín Montes



Trazas del Alcazarejo e hipótesis del trazado completo del mismo según plano  inédito de Arturo Balado Pachón con la superposición del plano 
del convento 











Al exterior se completaba el sistema defensivo con un foso, conservado en el lado este y una barrera, contracerca o segundo muro defensivo.  
Afirma Miguel Angel Martín Montes que el foso ocupa el espacio entre ambas cercas, que distan unos 7 m una de otra, si bien lo razonable es que de ser ambas contemporáneas se desarrollara al interior una liza, mientras que el foso siempre constituye el elemento mas externo.
Parece que esta cuestión no es de fácil comprensión en la poliorcética conocida, salvo si existiera, siquiera fuera mínima, una relación diacrónica entre ambas fábricas, la de la muralla del castillo propiamente dicho y la externa, llamada contracerca.
Al interior del Alcazarejo se identificaron varias estructuras, para las que hoy no existe una interpretación, que ganan altura conforme se desarrollan hacia el sur, adaptándose a una orografía de suave ladera hacia la Esgueva.
Por las fuentes documentales se sabe que en el castillo existió una bodega que se mandó desembarazar para habilitar la capilla para los primeros monjes.
Junto al Alcazarejo debieron existir unos baños pues el rey manda que se entregue la llave de los mismos a los monjes.
También disponía este castillo de un espacio interior que correspondía a un jardín, donde a principios del siglo XIV existían naranjos, y detrás, junto al Esgueva y las murallas, existía otro espacio que dedicaron a la huerta.





Fachada norte del edificio de San Benito cuya fábrica de mampostería, hasta las ventanas,  se considera parte de la cerca del Alcázar Mayor.


Mucho menos numerosos son los restos identificados de las fábricas del Alcázar Mayor, si bien los aún visibles son de mayor envergadura y se sitúan, aún hoy, aún sobre el nivel de la calle. Así ocurre con la fachada norte del complejo de San Benito, con mas de 45 m de longitud y 2 m de grosor.
En su extremo noreste se localizaría el cubo de remate de este sector, que permaneció en pie hasta el año 1896. Otros restos se hallaron en el interior de la crujía oeste del claustro norte y su entorno.
Todos estos restos se levantaron, al igual que los del Alcazarejo con mampostería y relleno de calicostre.
Un foso discurriría en paralelo y tras el se hallaría, siempre a decir del dtor. Montes, la contracerca, que hace coincidir con la fachada de poniente del actual edificio.
Me resulta interesante apuntar que al exterior se encontrara un topónimo lo suficientemente elocuente, Calle Cárcava, que bien pudiera traducir la existencia del foso en este lugar.
Para finalizar al exterior de la contracerca norte y protegiendo los ángulos noroeste y sureste y hacia el sur, cerca de la puerta del Trigo, se emplazarían respectivamente tres torres albarranas de piedra con acceso sobre arcos
Un elemento de planta ortogonal, situado entre el Alcazarejo y El Alcázar Mayor, cuya orientación nada tiene que ver con ninguna de las estructuras reconocidas hasta ahora, supone una incógnita interpretativa de difícil solución. Es precisamente este elemento al que se identifica con la llamada Puerta de Hierro, un acceso imponente desde la antigua Calle de San Julián a la Esgueva.

Cuando Fray Mancio de Torres redacta el libro I de la Historia del monasterio de San benito el Real en 1620 ya son muy pocos los elementos del Alcázar real que se mantienen. Salvo el Alcazarejo "todo se ha arrasado en razón de los edificios"

En los años 90 del siglo XX, un trabajo de reurbanización del espacio sur del complejo de San Benito, englobó la excavación arqueológica y el tratamiento para la comprensión de los restos del Alcazarejo con un resultado controvertido.


En la actualidad pueden realizarse visitas a una de las zonas subterráneas del interior de las oficinas municipales de San Benito y observar uno de los lienzos exteriores con un cubo intermedio, el foso y la contracerca contratando la visita turística a través del propio Ayuntamiento












Mi agradecimiento a los técnicos municipales que me permitieron realizar la visita y fotos a costa de su tiempo y sin los que no me hubiera sido posible  entender en su justa medida las estructuras arqueológicas ni comprender sus condiciones de conservación.

¡Les deseo una feliz semana!







Bibliografía


Martín Montes, M.A.; 2001: Valladolid: Lugar Fortificado durante los siglos XII y XIII. La fortificación medieval en la Península Ibérica. Actas del IV Curso de Cultura Medieval, pp.295-314. Centro de Estudios del románico, Aguilar de Campoo, 21-26 de septiembre de 1992. Fundación Santa María la Real.





3 comentarios:

  1. Magnífico trabajo, como siempre, Mariché. Gracias por abrir a todos este espacio hasta ahora cerrado, ójala llegue el día en que todo sea visitable ¿verdad?

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  2. Nada es imposible. Descubrir las fortificaciones medievales de la ciudad de Valladolid es un plus de conocimiento de la historia y el Patrimonio Cultural de esta ciudad. Gracias Oscar.

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