miércoles, 8 de julio de 2020

Pioneras de la Arqueología. Mujeres mirando el pasado




Podría pensarse que no hubo ni hay mujeres arqueólogas, algo absolutamente incierto, pero aparente. Una vez mas se trata de una cuestión de invisibilidad injusta a la que que los propios buscadores de la red contribuyen, por no mencionar la formación especializada en la Universidad, en la que de forma reducida se nos hablaba puntualmente de las científicas en relación con sus esposos,  combos matrimoniales como el de Luis y María Leakey,  y, de igual modo, de la importancia de los estudios sobre el Neolítico en Jericó realizados por Kathleen Kenyon, la excepción que confirma la regla.
Justo hoy, llegaba a mis ojos, la noticia de un congreso arqueológico que promueve la arqueóloga Ángeles Querol (este es el link) y en mi recuerdo hay decenas de compañeras, que junto a los compañeros, han configurado y configuran mi aprendizaje de ya muchos años: María Dolores Fernández-Posse (Ferrol 1945- Madrid 2007), Marisa Cerdeño, Primitiva Bueno,  Mª Ángeles Jiménez Higueras, Esther Rodríguez, Carmen Pérez Díez.
Otras tantas han estado a mi lado, y yo al suyo, en campañas de excavación, charlas, publicaciones, seminarios, oficinas, talleres, etc. y citarles aquí sería arduo y complejo
Queda claro que no es intención de estas líneas realizar una exhaustiva relación de todas las mujeres que han contribuido al conocimiento científico a través de la Arqueología ni de las que nos batimos el cobre en la actualidad, sería denso e inviable, así que les contaré algunas cuestiones curiosas e interesantes de las pioneras, de su formación, su trabajo, valentía y legado.
A mediados del siglo XIX algunas mujeres europeas y americanas excepcionales, se disponían a irrumpir en un mundo  capitaneado por varones para hacerse un lugar en la historia de la Arqueología y lo hacen primero en Oriente,  entorno del mar Mediterráneo y en Centroamérica. 
En la mayor parte de los casos habían iniciado formación universitaria, pero en otros se trata de autodidactas que sientan las bases de la metodología arqueológica y la mejoran.

Es el caso de la francesa arqueóloga, exploradora, novelista y periodista Jane Dieulafoy, que dirigió una excavación en la ciudad de  Susa, Persia, un trabajo que le permitió realizar mejoras en la metodología de campo, los sistemas de cartografía y elaboración de planos y la clasificación y caracterización de los objetos. Documentó las exploraciones mediante fotografías, dibujos y escritos. Procede de sus trabajos en Susa el friso del León exhibido en el Museo del Louvre; en realidad dos salas de este museo contienen piezas recogidas en las misiones Dieulafoy. Por estas contribuciones, el gobierno francés le confirió el título de Caballero de la Legión de Honor en 1886.
Durante sus viajes al exterior, Jane Dieulafoy prefería vestirse con ropa de hombre y llevar el pelo corto, porque de otra manera era difícil para una mujer viajar libremente, obteniendo un permiso especial para tal travestismo que entonces estaba absolutamente prohibido.






Otra valiente mujer, Gertrude Bell (1868-1926), considerada la madre de la Arqueología del Creciente Fértil,  fué una escritora, viajera aficionada a la Arqueología y espía al servicio de la corona británica, que acabó excavando diferentes yacimientos arqueológicos de Turquía, Siria e Irak, llegó a ser directora de Antigüedades de Irak y fundó el Museo Arqueológico de Irak en Bagdad en el año 1926. Su gran aportación en el campo patrimonial fué la propuesta de de que los bienes arqueológicos, con independencia de quien financiara las campañas, se mantuviera en el país al que pertenecía. Su enorme e importante aportación le ha valido ser considerada la creadora de Irak.
La película La reina del desierto "da cuenta" de su interesante biografía aquí pueden ver un trailer


Gertrude en Giza entre Winston Churchill y Lawrence de Arabia



Gertrude a caballo, frente a las ruinas de una qubba en Duris (Líbano) en 1902 .
 Archivos de Gertrude Bell (Universidad de Newcastle)


A diferencia de las anteriores, Harriet Boyd Hawes (1871-1945) estudió arqueología pero tuvo que enfrentarse a sus propios profesores, que se negaron a que participase en un trabajo de campo en Atenas. A te esta oposición se trasladó a Creta descubriendo, el primer yacimiento minoico, en Gournia, donde dirigió un enorme equipo de mujeres y hombres, todos ellos trabajadores locales, y publicó sus hallazgos en un informe ejemplar que todavía es consultado hoy en día.
Comenzó a enseñar Arqueología, epigrafía y griego moderno en el Smith College, mientras trabajaba y recibía su maestría. También enseñó en el Wellesley College en Cambridge, Massachusetts.


Harriet clasificando fragmentos cerámicos en Grecia


La irlandesa Hilda Petrie (1871–1957, nacida Urlin) fué una arqueóloga fascinada por Egipto.  En 1898, durante la excavación de las necrópolis de Abadiyeh y Hu, Hilda se ocupó de la identificación de las piezas cerámicas, de las pizarras y  el sílex y tomaba buena nota de cada objeto con la tumba en que había sido hallado. Fué fundamental su trabajo de inspección, catalogación y sigla de cada resto arqueológico así como el dibujo de los hallazgos.
En el invierno de 1902, durante la última campaña en Abydos, Hilda dirigió su propia excavación. El equipo estaba formado por  Margaret Murray, y Miss Hansard, una gran dibujante como Hilda.


Hilda Petrie dibujando en Abidos

Kathleen Kenyon (1906-1978) había trabajado con Sir Mortimer Wheeler, de cuyo método de excavación en cuadrículas con testigos intermedios somos en buena parte deudores, convirtiéndose en la más prestigiosa investigadora del Neolítico en el Próximo Oriente. gracias al trabajo desarrollado en el  tell  de Jericó donde llegó a identificar varias ciudades superpuestas con fortificaciones muy tempranas y un culto ancestral a los cráneos humanos que adornaban con conchas marinas.
Fue la primera mujer presidenta de la Sociedad Arqueológica de la Universidad de Oxford.


La Kenyon en los niveles de Jericó 10



Cráneo neolítico de Jericó  con yeso e incrustaciones




Torre neolítica fortificada de Jericó. Tiene 8,5 metros de altura y está hueca.
Está datada en el 6000 a C.

La rusa Tatiana Proskouriakoff (1909-1985) se formó como arquitecta, lo que le ayudó en sus intervenciones sobre las construcciones mayas. Se le reconoce como la persona que descifró la escritura jeroglífica maya en la que había descubierto previamente las historias dinásticas y la información de tipo calendario.


Tatiana en el yacimiento de Piedras Negras entre 1936 y 1037.



A Jacquetta Hawkes (1910-1996) le debemos las bases de la socialización del conocimiento arqueológico pues se convirtió en la primera arqueóloga que utilizó los medios de comunicación para divulgar sus hallazgos y teorías. Excavó en Inglaterra, Irlanda y Palestina, para acabar investigando el mundo minoico que ella consideraba liderado por mujeres. Para divulgarlo no dudó en utilizar todos los medios a su alcance como libros, prensa escrita, televisión y radio.



Dorothy Garrod fue la primera mujer catedrática de Arqueología en la Universidad de Cambridge,  en 1939. dedicó su investigación al Paleolítico dirigiendo campañas de excavación arqueológica en  Gibraltar, Palestina, Kurdistán del Sur, Turquía y Bulgaria. Obtuvo tres doctorados honoris causa  por las universidades de Pennsylvania,  Boston y Oxford.


En ambas imágenes Dorothy excavando en las cuevas de Monte Carmelo, en Palestina, donde formó parte de la dirección de un equipo de arqueólogos
Fotografías del Museo Pitt Rivers




Siendo ya una mujer madura, en 1900, la inglesa Catalina Adela Breton (1849 - 1923), inició un trabajo de documentación exhaustivo de los murales pintados de las ruinas mayas en Méjico que le llevó mas de una veintena de años. Sus reproducciones de  las pinturas murarias de Chichén Itzá y de otros yacimientos de gran importancia fueron legados al Bristol Museum and Art Gallery. Sus pinturas son el único registro de los vibrantes colores que adornaban los templos y todavía se utilizan hoy en día.







Nina Layard (1853-1935) fue una mujer aficionada a la arqueología que descubrió, excavó y registró el yacimiento inglés de Foxhall Road, Ipswich con  una datación de más de 300.000 años de antigüedad. La contribución científica de Nina permitió documentar las visitas de los homínidos sobre las terrazas fluviales y la clasificación de los artefactos líticos.


Encarnación Cabré excavando en la necópolis de la Osera junto al castro de Chamartín, Avila



Encarnación Cabré en una zona ya excavada de la necrópolis de Las Cogotas 
(Cardeñosa, Ávila) 1930.
Ministero de Cultura. Fototeca del Patrimonio Artistico. Negativo. Vidrio gelatina. Archivo Cabré-3806_P

 


Excavaciones en el Cabezo de Azaila

Encarnación Cabré está considerada como la primera arqueóloga española (1911-2005). Su formación y especialización la hizo de la mano de su padre Juan Cabré, de cuyo equipo formaba parte. Cuando comenzósus estudios de Filosofía y Letras en la Universidad Complutense de Madrid, en 1928, ya había excavado en el Castro de las Cogotas (Ávila). Enseguida destacó por sus investigaciones y participó en los Congresos Internacionales, un espacio hasta entonces exclusivo de los varones.
Fué la primera arqueóloga española en hacerse cargo íntegramente de una campaña, en 1931, en el yacimiento de la parte baja del Cabezo de Alcalá de Azaila (Teruel), debido a la enfermedad de su padre.
Fué docente en la Universidad Complutense de Madrid durante el curso de 1933, participó en el crucero por el Mediterráneo para estudiantes y profesores de diferentes puntos de España con el objetivo de conocer los principales yacimientos arqueológicos del Mediterráneo y en las Misiones Pedagógicas entre los años 1934-1936. 
Durante la Guerra Civil, junto con su padre,  Juan Cabré, y el Marqués de Cerralbo, se encargaron de proteger el patrimonio del museo Cerralbo.
A ella se debe el enorme trabajo de catalogación de las armas y cerámicas celtibéricas.




Mary Leakey en Olduvay


La arqueóloga británica Mary Nicol Leakey (1913-1996), está unida a los importantísimos yacimientos africanos de la Garganta de Olduvai y Laetoli en Kenia y Tanzania,  que supusieron un revulsivo para la comprensión de la evolución humana poniendo su cuna en el Africa Oriental. En  1959 descubrió un australopiteco, hoy denominado Paranthropus boisei, asociado a restos de herramientas de piedra, lo que supuso el comienzo de la moderna paleoantropología  y de una nueva dimensión de la investigación paleolítica.
En el año 1974, Mary Leakey dio por terminado su pormenorizado estudio sobre la garganta de Olduvai y decidió explorar otro sitio: Laetoli, situado en el Gran Valle del Rift a sólo unos 45 kilómetros al sur de Olduvai, donde reconoció las huellas de huellas de unas pisadas humanas con una antigüedad comprendida entre 3,4 y 3,8 millones de años. 


La familia Leakey excavando en la Garganta de Olduvay


Huellas de un grupo familiar de homínidos en Laetoli



La arqueóloga y matemática María Reiche es la investigadora y mayor conocedora de las líneas de Nazca, a las que dedicó gran parte de su vida. Llegó a Perú en 1932 como institutriz de los hijos del cónsul alemán en la ciudad de Cusco.
A partir de 1946, estimulada por los estudios del arqueólogo estadounidense Paul Kosok comenzó su estudio pionero sobre las manifestaciones superficiales del desierto de Nazca basándose en sus conocimientos matemáticos, geográficos y físicos, gracias a los que, en diciembre de 1994, la Unesco acordó otorgar a las líneas de Nazca la categoría de Patrimonio Cultural de la Humanidad. 
Se nacionalizó peruana y recibió las mas altas condecoraciones culturales de su pais. 
María Reiche llegó a la conclusión de que las figuras de Nazca formaban parte de un gigantesco calendario astronómico destinado a fijar los ciclos y los cambios climáticos en las sociedades agrarias de la civilización nazca. Observando las estrellas los antiguos nazquenses pudieron definir constelaciones, cuya posición les ayudaba a regir sus ciclos agrícolas, y fueron esas constelaciones las que representaron en la pampa. 





De todas estas mujeres, y muchas más, somos deudores los arqueólogos actuales.
La suya fue una vida extraordinaria


¡Les deseo una feliz semana!








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