martes, 25 de febrero de 2014

Arqueología en San Miguel de Gormaz, Soria. Era invierno.



En noviembre de 1996, en el interior de San Miguel, casi no había luz. Trabajar con frío y sin iluminación apenas, exigía recurrir a un generador de gasoil, unos focos, unas linternas de tipo cíclope, andamios para el cateado de los muros, etc. Por primera vez los recursos y herramientas habituales no eran suficientes y hubo que echar mano de medios auxiliares.
Estábamos en mitad de Soria, una zona muy despoblada donde buscar alojamiento no era fácil y los niños iban a la escuela en taxi por que sobraban los autobuses. Encarna, la alcaldesa de Gormaz, nos aseguró que en el pueblo solo había seis vecinos.
Nosotros éramos pocos pero pronto íbamos a ser muchos mas. Lo que empezaba siendo un trabajo en un templo sencillo se convertiría en una aventura.
Esta serie de entradas dedicadas a San Miguel de Gormaz intentará desgranar las investigaciones, resultados, anécdotas e innovaciones de la intervención realizada.
Íntimamente relacionada con ellas se encuentra mi propio devenir como arqueóloga, mujer y madre.



En 1996, desde la Sección de Estudios del Servicio de Restauración de la Dirección General de Patrimonio Cultural, se puso en marcha un trabajo de investigación arqueológica en la ermita de San Miguel de Gormaz, una intervención que pretendía dar solución a numerosos interrogantes sobre la caracterización del templo, para el que se suponía un origen visigodo a tenor de una primera aproximación estilística a los relieves de la cabecera.

La naturaleza del edificio, un documento histórico, arqueológico y arquitectónico de primer orden, ubicado sobre la línea del Duero, a los pies del cerro en el que se enclava la fortaleza de Gormaz, justificaban un esfuerzo en la coordinación y aplicación de criterios de actuación comunes a diferentes disciplinas integradas en la Intervención sobre bienes patrimoniales.

Estos estudios, previos al encargo de la redacción del proyecto de restauración fueron realizados en diferentes fases, imbricándose con el trabajo de otras disciplinas y profesionales, complementándose todos entre si, haciendo posible la lectura histórica del edificio como paso indispensable para garantizar la conservación de sus valores culturales.

El punto de partida de la investigación arqueológica en la ermita de Gormaz fue la programación y ejecución de una campaña de sondeos estratigráficos, para pasar después a realizar trabajos de excavación arqueológica mas amplios en el interior de la ermita y a la vez llevar a cabo el análisis estratigráfico de los alzados construidos, una herramienta fundamental para entender el origen y evolución edilicia.

Los trabajos arqueológicos se fueron acomodando además a las necesidades de cada momento, incluyéndose  la prospección arqueológica del entorno inmediato, el control del vaciado de los vanos cegados, etc

Tampoco faltó la consulta archivística de la documentación depositada en el Archivo Diocesano del Burgo de Osma, fundamental para conocer la información sobre las obras realizadas en San Miguel a partir de 1566.

La documentación fotográfica de los trabajos arqueológicos realizados corresponde a una etapa predigital.



Sinopsis de los trabajos arqueológicos y su periodización, para centrar la ubicación y temporalidad de las intervenciones arqueológicas de mayor envergadura.


El cateado murario

Los objetivos fundamentales de la propuesta inicial eran el reconocimiento de algunos vanos que se presumían existentes por la observación directa de los muros y por paralelos con templos prerrománicos conocidos en la zona centro-oriental de la meseta norte.

En el alzado del muro meridional de la nave, al exterior, hacia su sector mas occidental, se creía adivinar una estructura cegada. Se planteó un cateado hallándose una puerta en herradura completamente desconocida hasta entonces. 

El vaciado arqueológico de la misma permitió reconocer las características constructivas de la nave y la nueva puerta certificándose el levantamiento de la fábrica del templo mediante tongadas encofradas de mampostería concertada. La puerta, construida a la vez que el muro era un rectángulo amorterado con dintel de madera al interior y forro de sillares al exterior. el despiece pétreo no era visigodo ni islámico. 


Por vez primera empezábamos a entender que esta iglesia era de origen altomedieval.










El cegamiento de la puerta era imponente y sumamente cuidado por lo que nos resultó extremadamente costoso su vaciado. Aprovechamos para tomar muestra del mortero utilizado para trabar los bloques y de cada uno de los morteros sucesivos utilizados desde el cierre hasta el momento de nuestra llegada.








Un detalle interesante fue el reconocimiento de un pavimento de acceso especialmente diseñado para aguantar el tránsito de las personas por lo que se fabricó con cantos de río. 

Mostraba además las huellas de los batientes de las hojas de la puerta de madera que cerraba el vano.

Las quicialeras de las hojas de cierre se conservaban perforadas en el dintel de madera, en la parte alta de la puerta, y en el propio pavimento, en la parte baja.

Las vigas lígneas del dintel fueron objeto de un pormenorizado estudio dendrocronológico, realizado en el marco de un  proyecto de investigación sobre otros templos como San Baudelio. Como no podía ser de otro modo, arrojaron fechas de la segunda mitad del XI, una cuestión que los arqueólogos ya habíamos entendido como la única posible y viable para interpretar su origen.


En la misma pared meridional, hacia la cabecera y desde el interior de la nave comenzaron las pesquisas para documentar una ventanita abierta a unos 3 m de altura que al exterior se identificó durante las obras de arreglo de la cubierta del pórtico, anterior a nuestra llegada.
Para ello planteamos una pequeña cata de 1x1m. La sorpresa fue el hallazgo, bajo 7 capas de encalado y un mortero durísimo de color rosado, del muro pintado en época románica.





Un hombre anciano, santo y barbado nos miraba. A un lado aparecían ramas de un árbol con frutos de color rojo, al otro un cáliz de vídrio con espigas. Bajo la ventana ornada de volutas en rojo y negro, las almenas de una torre nos ofrecían evidencias de un paisaje de frontera. ¿Sería tal vez una de las atalayas de la zona?

La pintura representaba similitudes mas que razonables para pensar en una mano idéntica a la de San Baudelio, una técnica similar, colores parecidos y motivos decorativos iguales en el interior de la ventana, una vez fue descegada. 




Enseguida buscamos en la pared enfrentada, hallando, de inmediato la ventana cegada correspondiente y la pintura románica bien conservada. Era el momento de hacer una reflexión, comunicar estos hallazgos, que sobrepasaban nuestras posibilidades técnicas y dar entrada al trabajo de los restauradores. Empezaba a perfilarse un equipo interdisciplinar.



La excavación arqueológica

Sólo unas breves pinceladas junto a las fotografías correspondientes para exponer que las primeras pesquisas iban dirigidas a una comprensión aproximada de aspectos tan desconocidos como interesantes: cimentaciones, búsqueda de estructuras desaparecidas, diseño de las diferentes fases edilicias, et.


De los trabajos arqueológicos planteados en la zona de encuentro entre el presbiterio y la nave rectangular dedujimos varias cuestiones de gran importancia: 
1.- El banco corrido que presentaba la nave estaba conformado por tres estructuras de banco superpuestas que se correspondían a los tres niveles de pavimento reconocidos, los dos superiores de losetas de arcilla cocida y el inferior, el original de la nace, de argamasa de cal.

2.- Existía un arco triunfal original realizado sobre la zapata corrida que cimentaba la nave y el presbiterio en esta zona. Este vano desaparecido era de dimensiones mucho mas reducidas que el que veíamos en 1996 y estaba conformado con sillares.







3.- Hacia el interior de la cabecera encontrábamos un amplio relleno de pequeñas piezas de toba que nos indicaban la posible existencia de una bóveda anterior a la que podíamos ver de medio cañón.
La ampliación del área de actuación arqueológica en el interior del ábside cuadrado permitió documentar sistemas de cimentación diferentes en dos de los muros, lo que nos hizo proponer, junto con la toba de relleno, el derrumbe de la primera bóveda de la cabecera, probablemente al entrar en carga, y su recimentación utilizando un sistema mas sólido. Reconocimos también la existencia de algunas estructuras de altar previas, siempre a una cota mas alta que el suelo original de la nave.



Estructuras de altares previos



En la nave, los diferentes sondeos practicados iban ofreciéndonos datos a cerca de la superposición de los suelos y los bancos corridos superpuestos en los que se fueron reutilizando piezas arquitectónicas y estelas funerarias preexistentes, como materia prima.



El muro occidental, el de los pies de la nave empezaba a mostrarnos una estructura diferente con el arranque a ambos lados de una estructura de sillares a la que se asociaban materiales arqueológicos muy tardíos, de hacia el siglo XV. Empezaba a ponerse de manifiesto una de las estructuras de refuerzo del templo fabricada, parcialmente con material reutilizado de época romana, lo que luego entenderíamos como un arco de descarga de la estructura del campanario y su posterior refuerzo mediante un relleno.







El recrecimiento del banco corrido permitió, de forme casi milagrosa, la conservación de pinturas en la zona baja de los muros altomedievales, unas pinturas en color gris y negro que corresponden al remate inferior de unos cortinajes para las que al principio no existía una lectura estratigráfica clara y a las que posteriormente adscribimos al mismo momento y programa iconográfico que el resto de la decoración románica.

El pavimento inferior, el original de la iglesia de San Miguel, era de cal dispuesta directamente sobre la roca de la ladera, que había sido recortada y horizontalizada a tales efectos. 


Excavada en el pavimento hallamos una estructura rectangular revestida de mortero de cal que se encuentra directamente enfrentada a la puerta en herradura, una cuestión que nos puso sobre la pista de que pudiera tratarse de una pila de bautismo para los neocatecúmenos.





La excavación arqueológica planteada en el pórtico tuvo, en origen, el objetivo de reconocer la existencia de necrópolis asociada al templo y las características de esta estructura, su origen y evolución.
Comenzamos en el sector inmediato a la recién descubierta puerta en herradura comprobando la presencia inmediata de tumbas de lajas. Tres niveles superpuestos de aquellas encerraban las inhumaciones de los parroquianos medievales de Gormaz. Hasta 350 individuos fueron exhumados de la necrópolis situada en el interior del pórtico y el entorno exterior de la iglesia.
Su número y singularidad hicieron que se promoviera un estudio antropológico, ampliándose el espectro del equipo de trabajo. Los pobladores de Gormaz, entre los siglos XII y XV no fueron muy numerosos, tenían una corta esperanza de vida, practicaban la endogamia y vivían en durísimas condiciones; no obstante se beneficiaron en ocasiones de la presencia de médicos pues hemos documentado dos trepanaciones craneales con supervivencia, uno de ellos en una mujer.






Una interesante aportación de la excavación del pórtico es la comprobación de que, a pesar de tratarse de una estructura adosada a la nave, su construcción fue inmediata a la de la fábrica original. de hecho ni una sola de las inhumaciones documentadas  se halla cortada por la nueva construcción. así pues, el pórtico es tan altomedieval y prerrománico como la nave.





Las tumbas de lajas, las mas modernas, correspondían a ocupaciones cementeriales hasta el siglo XV y, en ocasiones, reaprovechan materiales arqueológicos procedentes del castillo islámico.

Este pórtico, cegado a nuestra llegada, poseía varias ventanas en forma de herradura y dos puertas mas hacia el exterior.



Hacia el interior, además de la puerta en herradura recién abierta, pudimos reconocer que bajo la puerta de aspecto románico, se hallaban los cimientos de una estructura previa, mas pequeña, que entendemos podría haber sido una puerta centrada en herradura, la correspondiente  a los fieles.



La cimentación de la fábrica original de la ermita de San Miguel buscaba la roca para afianzar la construcciòn sobre una ladera y así se documenta en la práctica totalidad del área. Esa búsqueda del nivel geológico compacto llevó incluso a romper estructuras previas al siglo XI. Es el caso de un silo, un hoyo excavado en la roca, a cuyo relleno se asocian materiales islámicos del X, lo que nos ofrece el dato de la existencia de una ocupación de las tropas del califato acantonadas en las laderas del cerro del castillo.

En el exterior comenzamos la excavación arqueológica del entorno de la ermita hallando inmediatamente los restos de la necrópolis de época plenomedieval. Algunos de los inhumados presentaban agarrada en su mano una moneda, un testimonio de unas supuestamente abandonadas prácticas que remontan sus orígenes a época romana, cuando el difunto debía portar dinero para pagar a Caronte el viaje al otro lado de la laguna Estigia.











Formando parte de algunos de aquellos enterramientos, se encontraban las estelas pétreas que luego reutilizaron sus descendientes en obras complementarias del interior. Estas estelas señalaban la cabecera de las tumbas y se adornaban con cruces, rosáceas, etc





El control arqueológico.

En las fases posteriores de obras de restauración, el trabajo de excavación se vio completado por diferentes intervenciones de control arqueológico y documentación de la intervención sobre alzados, vaciado de vanos cegados, etc, demostrándose que este trabajo es imprescindible para complementar la información histórica y edilicia.





Los trabajos de control arqueológico sobre los paramentos occidentales de la ermita permiten entender la superposición estructural de soluciones constructivas que intentaron reforzar los problemas generados por un nuevo cuerpo de campanas en una espadaña.




El control del vaciado de los vanos del pórtico permitió reconocer y recuperar piezas constructivas como un magnífico  salmer correspondiente a uno de los arranques del arco de herradura del arco triunfal prerrománico y varias dovelas, todas ellas pintadas en época románica. Una suerte que venía a poner de manifiesto nuestra idea de la existencia de un arco de estas características, similar al conservado en San Baudelio de Berlanga.





El proceso de intervenciones arqueológicas en San Miguel de Gormaz comenzó en noviembre de 1996 y ha durado alrededor de una década yendo primero en la vanguardia de las actuaciones para pasar a acompañarlas hasta su finalización, lo que supuso tanto un conocimiento previo de las características generales del edificio, fundamental para la redacción de un proyecto de restauración conocedor y valedor de los valores fundamentales del lugar (exento de prejuicios de estilo), como el acompañamiento permanente de las obras y  el impulso de sucesivos trabajos tan novedosos e interesantes como el estudio de los grafitti por vez primera en el ámbito de la arquitectura altomedieval en Castilla y León, entro otras cuestiones.

Continuará...

Permitanme la licencia de acompañar este documento con la música de Hildegarda.

¡Feliz semana!




El equipo arqueológico responsable de la realización de estos trabajos estuvo dirigido por Consuelo Escribano y Arturo Balado,  y programado y supervisado por Dña. Elena Heras.
Los estudios antropológicos fueron realizados por Luis Caro Dobón, Belén López y Edén Fernández de la Universidad de León
La dendrocornología estuvo dirigida por Rodriguez Trobajo del CSIC.

Las fotografías corresponden al archivo de las intervenciones arqueológicas realizadas bajo la dirección de Consuelo Escribano Velasco y Arturo Balado Pachón, así como a los archivos de la memoria publicada y cuyo autor es Alejandro Plaza.

Consuelo Escribano Velasco, Elena Heras Fernández (Coord.); 2008: San Miguel de Gormaz. Plan integral para la recuperación de un edificio histórico. Junta de Castilla y León

cuyo enlace digital  es

http://www.patrimoniocultural.jcyl.es/web/jcyl/PatrimonioCultural/es/Plantilla100Detalle/1284217294125/_/1284217533401/Redaccion

10 comentarios:

  1. Fantastico. Me encantaria poder presenciar y vivir momentos como estos que describes. Desde luego tuviste una suerte maravillosa al integrarte en ese equipo de arqueologos. Espeo con ganas los siguientes capitulos

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  2. Gracias Antonio. No me integré en el equipo, lo cierto es que promoví el sesgo investigador desde la perspectiva de la arqueología de la arquitectuta, formé el equipo arqueológico, dirigí los trabajos y promoví los estudios. Finalmente coordiné la publicación. Creo que es el trabajo del que mas orgullosa me he sentido siempre.

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  3. Buenooooooooooooo, que bonita experiencia debió de ser. Me encantó leerla.

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    1. Gracias Henar Herguedas. Una experiencia muy dura pero muy interesante.

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  4. Precioso!!!!!!!!!!!!!!!!! Qué pena no haberte conocido antes para haberte llevado algo de comer rico o unos buenos termos de café para pasar el frío de mi tierra. Gracias por compartir esto con todos. (Toño de Almazán)

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  5. Gracias Toño. Será por ocasiones. Ya nos comeremos unos torrenos y lo que se tercie por allí. Besos

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  6. Muchas gracias por la difusión de la música de Hildegarda de Bingen, desconocía esta faceta suya, es fantástica

    Saludos

    José Manuel

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    1. La música que compone Hildegard está hecha con unas características muy especiales que permiten que se la identifique perfectamente en el contexto de la música de la época. Un genio esta mujer!

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  7. Gracias, Mariché, por este reencuentro. Hace ya un tiempo tuvimos algunos la suerte de escucharte in situ sobre tu fantástico trabajo en San Miguel de Gormaz, por lo que estas imágenes, esta música, me llevan a aquel maravilloso fin de semana.

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  8. Gracias a ti. Pues solo puedo darte las gracias por tu comentario y esperar que haya próximos encuentros en los que disfrutemos de lo que nos gusta. Un saludo

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