Me gustan los lugares cargados de historia, eclécticos y maravillosos en los que cada paso se mezclan los tiempos y las gentes.
Tenía el propósito de regresar y poder conocer lo que se había hecho en el Cristo de la Luz en los últimos años; una actuación de restauración a través del Consorcio de la Ciudad de Toledo a lo largo de diez años.
La excusa fue la expo conmemorativa de los 400 años de la muerte del Greco, la causa múltiple y la consecuencia satisfactoria. Todas se dieron la mano y he podido contemplar y disfrutar de nuevo, entre otras cuantas cosas, la mezquita, la iglesia y sus jardines y me he sorprendido del trabajo realizado.
La reciente actuación dirigida por los arqueólogos Arturo Ruiz Taboada y Raúl Arribas y el proyecto del arquitecto Francisco Jurado, nos acercan a esa realidad superpuesta de civilizaciones tan interesante para entender el palimpsesto que somos.
El Consorcio editó recientemente un monográfico que bajo el título “Mezquitas en Toledo, a la luz de los nuevos descubrimientos”, recoge las intervenciones que se registraron el congreso del mismo título, celebrado en abril de 2009 en la facultad de Humanidades de la universidad de Castilla-La Mancha. Como plato fuerte, recoge esta mezquita de barrio , donde el Consorcio ha llevado a cabo una intervención integral. Se presentan los resultados de la investigación científica, desde el descubrimiento de una calzada romana y el urbanismo de Toledo antes de la construcción de la mezquita, hasta los primeros resultados del estudio antropológico de los cementerios de la iglesia cristiana del Cristo de la Luz, el análisis metalúrgico de la colección numismática encontrada durante la excavación y el exhaustivo estudio que sobre la inscripción fundacional de la mezquita de Bab al Mardum ha realizado la arquitecta Dalila Baiod.
Tal vez les sorprenda el dato, pero hasta hace muy poco prácticamente no existía Patrimonio Arqueológico visible en Toledo. El trabajo del Consorcio y la Universidad y la reciente creación de una plaza de arqueólogo municipal han dado un rumbo nuevo a la consideración del pasado histórico real de la ciudad, por mas que aún quede mucho trabajo por hacer.
Tal vez les sorprenda el dato, pero hasta hace muy poco prácticamente no existía Patrimonio Arqueológico visible en Toledo. El trabajo del Consorcio y la Universidad y la reciente creación de una plaza de arqueólogo municipal han dado un rumbo nuevo a la consideración del pasado histórico real de la ciudad, por mas que aún quede mucho trabajo por hacer.
Junto a la puerta de Valmardon (Bab-al-Mardum), en el tramo norte de la muralla toledana, intramuros de la ciudad, se levanta este espacio tan interesante y bello.
El primer edificio, levantado en 999, es una estructura califal de planta cuadrada dividida en tres naves distribuidas a través de cuatro columnas reutilizadas. Las fachadas monumentales de este conjunto exento se encuentran bellamente decoradas .El alzado consta de tres cuerpos, excepto el central que es de cuatro cuerpos. Las columnas se encargan de separar las naves que conforman el primer tramo las cuales se relacionan con los arcos de herradura del segundo tramo mediante cuatro capiteles visigodos reaprovechados. El tercer cuerpo lo constituyen las nueve bóvedas de crucería califal, pero la bóveda central se compone de un elemento que eleva el cuadrante central un poco más que el resto creando así una sensación centralizada de la planta.
La planta de la mezquita es de cruz griega inscrita en un rectángulo de 7,90 x 8,60 metros que se divide en tres naves con nueve compartimentaciones casi cuadradas. Los tramos son de casi 8 metros de altura excepto la central que mide 10,60 m. Estas compartimentaciones destacan por las nueve cúpulas de estilo califal todas distintas entre sí, sostenidas por pilares con capiteles visigodos y rematados por arcos de herradura, que también sostienen las falsas bóvedas realizadas en mampostería que dividen el espacio en 3 naves contiguas. Todas estas cúpulas son diferentes ya que están formadas por entramados de arcos de herradura sobre los que se apoya la falsa bóveda, excepto en la parte que se encontraría más cercana al mirhab, con arquerías trilobuladas. Las cúpulas son de madera y compuestas por nervios que no se cruzan en el centro.
En la fachada oeste se conserva una singular inscripción, realizada únicamente con ladrillos que se traduce, no sin controversia, del siguiente modo:
"En el nombre de Alá, hizo levantar esta mezquita Ahmad ibn Hadidi, de su peculio, solicitando la recompensa ultraterrena de Alá por ella. Y se terminó con el auxilio de Alá, bajo la dirección de Musà ibn Alí, arquitecto, y de Sa´ada, conluyéndose en Muharram del año trescientos noventa (diciembre de 999)".
Hoy sabemos que la mezquita, que el viajero encontraba recién ingresaba a la ciudad desde el norte, se levantó sobre una traza urbanística previa completamente diferente. De hecho se superpone a una gran calle de mas de cinco metros de anchura, empedrada con enormes losas de granito, que albergaba su propia cloaca.
Lo que, como tantas otras veces, comenzó como un trabajo de investigación relacionado con un proyecto arquitetctónico de restauración de un edificio histórico, en el que pretenden, entre otras cuestiones, solucionar los problemas derivados de la humedad crónica en el interior de la ermita, se convirtió pronto en un trabajo de investigación de importancia fundamental para la comprensión de este espacio toledano. Así, conociéndose previamente la existencia de una canalización de agua romana (visible al exterior de la puerta del recinto amurallado y con la intención de desviar el agua en esa dirección, apareció la vía mencionada, absolutamente desconocida, correspondiéndose ambas con una etapa altoimperial (siglo I d.C.)
En el interior del espacio de la mezquita la intervención arqueológica no ha localizado evidencia alguna que permita determinar la preexistencia de un templo visigodo o de fases califales previas, de las que se había venido hablando en la bibliografía técnica desde hace un siglo aproximadamente.
Bien es cierto que queda clara la reutilización de columnas romanas y capiteles visigodos en esta nueva construcción de finales del califato.
No se ha visto confirmada la existencia de una estructura arquitectónica significativa para la quibla a nivel de cimentación por lo que parece proponenerse la existencia de una hornacina en el propio muro.
La mezquita, en la fachada suroeste, consta de un cuerpo inferior con tres vanos de acceso, y otro superior con arcos ciegos entrecruzados, un friso con decoración de rombos, la inscripción y una cornisa.
La fachada noroeste está formada por otros tres vanos que comunican con el patio de la mezquita, cubiertos por arco de herradura rebajados por unos arcos de medio punto encuadrados. En el nivel superior varios arcos polilobulados enmarcan unos arcos de herradura de estilo califal con dovelas bicolor de ladrillo.
En el patio (Shan) existe un pozo con unas peculiares marcas de las sogas de los calderos, que probablemente en época califal se usaría como pila de abluciones (middath).
Este patio es un excelente mirador desde el que se observa la Puerta del Sol.
La mezquita pasó a ser una iglesia cristiana tras la toma de Toledo por el rey Alfonso VI en 1085. La advocación a la Santa Cruz corresponde a su época de cesión a los caballeros hospitalarios a partir de 1186 por parte del rey Alfonso VIII. Esta remodelación de 1187 añadió a la planta de la mezquita un ábside románico-mudéjar, uno de los ejemplos más antiguos de este estilo.
La excavación arqueológica ha puesto de manifiesto la enorme cimentación del ábside mudéjar. En este caso, con el fin de compatibilizar su observación con el deseo de su visualización, el proyecto arquitectónico dirigido por Paco Jurado, ha optado por un tratamiento a través de una estructura de perfiles metálicos y vídrio.
El espacio cementerial ligado a este templo cristiano, parece ser interesantísimo. Se han reconocido enterramientos hasta el siglo XVI siendo una tónica general el uso de amuletos profilácticos, a pesar de las prohibiciones eclesiásticas.
El espacio cementerial ligado a este templo cristiano, parece ser interesantísimo. Se han reconocido enterramientos hasta el siglo XVI siendo una tónica general el uso de amuletos profilácticos, a pesar de las prohibiciones eclesiásticas.
La ampliación del siglo XII (1187) consta de un tramo recto cubierto con bóveda rebajada de ladrillo y un tramo absidial cubierto por una bóveda de medio cañón.
La adaptación supuso una importante modificación en el muro de la qibla y el muro noreste, que fue derruido para prolongar la construcción y erigir un ábside circular y un transepto. Se añadió un pórtico en la fachada principal y una torre cuadrada de 5 metros adosada al ábside, que quedó incompleta. En la zona Norte se instaló un cementerio. La construcción del ábside en ladrillo rojo, al igual que el resto del edificio, y la utilización del mismo registro decorativo, dan una sensación de continuidad en el edificio.
La adaptación supuso una importante modificación en el muro de la qibla y el muro noreste, que fue derruido para prolongar la construcción y erigir un ábside circular y un transepto. Se añadió un pórtico en la fachada principal y una torre cuadrada de 5 metros adosada al ábside, que quedó incompleta. En la zona Norte se instaló un cementerio. La construcción del ábside en ladrillo rojo, al igual que el resto del edificio, y la utilización del mismo registro decorativo, dan una sensación de continuidad en el edificio.
En el interior, tanto en los tramos rectos, como en el arco y la bóveda, se conservan restos, muy fragmentarios de pinturas murales datadas en el siglo XIII. Un Pantocratos y el Tetramorfos presiden la cabecera, junto a varias imágenes de santas e inscripciones en carácteres decorativos cúficos.
Sobre este lugar se recogen varias leyendas relacionadas con la conquista cristiana de la plaza. Se cuenta que es aquí donde se celebró la primera misa tras la reconquista, y que cuando los ejércitos cristianos entraron en la ciudad, el caballo del rey Alfonso cayó de rodillas al llegar a la altura de mezquita, donde actualmente vemos marcada con una piedra blanca el pavimento. Reiteradamente intentó que su corcel se levantara sin conseguirlo. De ahí que se ordenara excavar en el interior habiéndose hallado una imagen de un Cristo Crucificado junto a una lamparilla de aceite que había permanecido encendida durante más de 300 años que, entendiéndose que los cristianos toledanos habrían escondido la imagen sagrada para evitar su profanación por parte los musulmanes durante toda la ocupación. De ahí el nombre del lugar como Cristo de la Luz.
Una última observación personal. Discúlpenme pero creo que el protagonismo del edificio de recepción de visitantes no es proporcional.
Una última observación personal. Discúlpenme pero creo que el protagonismo del edificio de recepción de visitantes no es proporcional.
¡Feliz Semana!
Para ampliar información:
.- Ruiz Taboada, A.; 2012: Arquitectura residencial y religiosa. Toledo (siglos X a XVII). La Ergástula, 4.
.- VVAA; 2010: Mezquitas de Toledo a la luz de los nuevos descubrimientos. Consorcio de la Ciudad de Toledo.
.- Jurado Jiménez, F.: Un decenio restaurando el Cristo de la Luz.
http://www.franciscojurado.es/ARTICULOS/1999-2009%20UN%20DECENIO%20RESTAURANDO%20EL%20CRISTO%20DE%20LA%20LUZ.pdf
No solo te disculpo, sino que creo que te quedas corta en tu apreciación. No lo he visto en vivo, pero por lo que se ve en tus fotos, ese edificio me parece un atentado estético en toda regla.
ResponderEliminarUn saludo.
Creo que es desproporcionado, que prevalece sobre la realidad del edificio pero también del entorno histórico y de los restos arqueológicos, que tiene demasiado protagonismo y que es el resultado de la consideración del proyecto como elemento fundamental de la restauración, cuando debería haberse contribuido a pòner en valor el Patrimonio cultural.
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