lunes, 6 de octubre de 2014

Los vestidos antiguos de la Virgen de la Armedilla. Tejidos históricos en Cogeces del Monte I.







Hace unos años me embarqué en la tarea de ayudar en la limpieza de algunos de los elementos litúrgicos de la iglesia de mi pueblo durante mi estancia veraniega. Aprendí a hacerlo de la mano de Teódula García, una de las personas mas generosas y templadas que la vida puso en mi camino.
Con los años ella debió ir retirándose, a la vez que yo me involucraba en la tarea, hasta que poco a poco se fueron limpiando y, a la vez, catalogando todas las piezas visibles y empecé a tomar conciencia de la importancia de algunos bienes guardados y nunca, hasta entonces, suficientemente valorados.
Me desbordó lo hallado y algunas personas acudieron en mi ayuda. Enseguida fuimos conscientes de que aquello exigía una formación que estaba mas allá de lo que nosotros manejábamos y sin arredrarnos comenzamos a leer y estudiar para iniciar una aproximación histórica y técnica a los tejidos mas singulares. En el verano de 2012, el grupo de investigación histórica y etnográfica de Cogeces del Monte, Gihec, ya a pleno rendimiento, organizó una muestra sobre ropajes históricos litúrgicos. La selección se hizo sobre piezas de los siglos XVI a XVIII, las más antiguas conservadas en la localidad, correspondientes a los vestidos de la Virgen de la Armedilla y los de oficiar la liturgia en ocasiones singulares.



Durante la Alta Edad Media y fundamentalmente en los siglos X y XI, se produce un cambio sustancial en el vestir de Europa y sobre todo en la Península Ibérica.  La influencia oriental pone de moda una sofisticación en el modo de vestir de las élites sociales que adoptan un comportamiento suntuoso. Llegan al Imperio carolingio y al sur de la península ibérica, a través del califato los tejidos terciopelos, sedas, brocados, damasquinados, tafetanes, gasas, etc y aparecen los bordados con oro, plata, piedras preciosas y semipreciosas, corales, metales, plomo, cartón y sedas teñidas de bellos colores e incluso pintadas a mano, lo que supone que  artesanos muy diversos colaboren en estas nuevas telas suntuarias. Así se ha de echar mano de  plateros, orfebres, fundidores, tallistas de piedras preciosas, forniteros, tintoreros y urdidore.
En el territorio de influencia carolingia de la Marca Hispánica, se puso de moda un vestuario con superposición de mantos, telas y pieles, pegados éstos  a puntadas finísimas consiguiendo estos bellos efectos: leones rampantes, escudos, castillejos, flores, etc. sobre lanas, linos, hilos, yute…
Por otra parte, la influencia de los telares islámicos del sur peninsular, fundamentalmente de la zona almeriense, es notable en la Castilla medieval, introduciendo exquisitos tejidos de seda entre la aristocracia, de la que dan buena cuenta los ejemplos condales de Oña y reales, en la colección de las Huelgas Reales y Oña (Burgos) y San Zoilo, en Carrión de los Condes (Palencia).Mas información...





Las imágenes de culto, entre ellas las de la Virgen María son, a lo largo de la Edad Media, esculturas realizadas sobre piedra y madera policromadas. Durante los siglos XII y XIII, es representada como imagen sedente, el trono de la Sabiduría, aliviando en el XIV y el XV, el hieratismo hasta pasar de ser la madre de Dios, a partir del XVI y fundamentalmente a lo largo del XVII, a ser representada de forma completamente diferente adornándose como una señora noble, con ricas telas y ornato. Coincide esta cuestión con aquel empeño ibérico en la defensa de la Inmaculada Concepción de la Virgen y su Asunción al cielo.
Es entonces cuando muchas imágenes son meros soportes y bastidores, aunque siguen venerándose las antiguas tallas medievales, son transformadas para adaptarse a los nuevos gustos en su presentación y veneración, siendo este el caso de la talla de la Virgen de la Armedilla, una imagen  románica de madera, en la que la pintura expresa sus rasgos faciales, vestidos y trono. Adaptarla a estos nuevos usos supuso ocultar el niño Jesús original de la virgen theotocotos , una necesidad de darle mayor altura, pues debe pasar de ser una imagen sedente a una de pie,  nuevas manos, un nuevo niño Jesús y vestidos apropiados, constando estos de un enaguado superpuesto, cofia, un mandil o vestido, manto a juego, un rostrillo de plata dorada y la corona de bronce, que transformaban completamente su imagen externa.
El rostrillo de la Virgen de la Armedilla es un óvalo de filigrana de plata de gran calidad técnica aderezado con perlas y cristales de colores: blanco, verde y rojo fundamentalmente. Aunque no es posible determinar su autoría ni cronología, pues carece de marcas visibles, proponemos de forma poco fundamentada y basándonos en criterios estilísticos, una fecha posterior al siglo XVI para su fabricación.
La corona de la Virgen, así como la que se le puso al niño Jesús de Maliñas (tardogótico) está realizada en bronce y parece de finales del XVII.
La de la virgen es radiada, rematando en soles con pedrería de color verde y rojo, aunque faltan numerosas piezas de cristal.
Encomendado a las llamadas camareras, el acto de vestir y desvestir o cambiar de vestido a las imágenes de la virgen iba directamente ligado a las mujeres devotas. Los vestidos solían ser regalos y donaciones que se han perpetuado a lo largo de los siglos, hasta la actualidad. La camarera de la virgen de la Armedilla custodiaba todos sus vestidos y complementos en su casa. Llegado el momento del cambio se dirigía a la iglesia, descendía la imagen colocándola sobre un cesto de mimbre y tomándose su tiempo procedía al desvestido y vestido de la misma. Este momento, reservado a la camarera, no era público, prohibiéndose expresamente la presencia de cualquier otra persona y fundamentalmente la de los niños, a los que se les indicaba que la virgen estaba pariendo.
La virgen de la Armedilla dejó de vestirse en la década de los 70 del siglo XX.
De entre todas las piezas conservadas cabe hacer una especial mención a dos equipos completos de mandil y capa de los siglos XVI y XVII, el primero de ellos de seda natural negra y el segundo en color rosa palo.


El manto y mandil negros de la Virgen de la Armedilla bien podrían ser datados en el siglo XVI y fueron trabajados sobre seda natural negra. Se trata de un tejido de tafetán de seda y plata forrado en lino y seda. Sobre la seda se cosió un encaje de aguja con algodón negro, blanco  e hilos de plata, al parecer realizado sobre bastidor de almohadilla y bordados.
Los motivos se dibujaban sobre pergaminos finos o sobre sarga de algodón a mano alzada. Se tejían primero los motivos florales en algodón pasando después el hilo de plata, cuando éstos completaban el patrón de la prenda, se ponían sobre la base previamente cortada y se unían después unos con otros, en éste caso en negro, rematando finalmente toda la pìeza con un encaje de bolillo en plata.




Los telares en esa época solían medir de entre 30 y 80 centímetros de anchos, ajustándose los. bastidores a la necesidad del trabajo.




Los vestidos de color rosa palo, datados en el s. XVIII están igualmente realizados sobre tafetán de seda, con forro de seda y rematado en bolillo de plata, en este caso con encaje plateado en el centro del mandil y viseando la capa, un equipo mucho mas sencillo que el anterior.




Feliz semana!








Para saber mas

.- Escribano, C; Gutierrez, M. y Herguedas, M; 2012: Indumentaria litúrgica de los siglos XVI y XVII en la iglesia parroquial de Cogeces del Monte, Valladolid. Estudio y presentación pública
Arcamadre 15, pp16-21


.- Estudios de patrimonio


5 comentarios:

  1. Precioso documento. Para los no inicviados una forma de aprender y comprender un montos de cosas. Gracias
    Buena semana

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  2. Gracias Antonio. Vi tu comentario ahora mismo. Te animo a visitarnos y ver, en directo, todas estas piezas

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  3. Quería preguntarte si habéis investigado quién o quienes son los autores o autoras de estos bordados. Si son profesionales o personas que trabajan por devoción. Si se realizaban en común o de froma individual...

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    1. Pues lamento decirte, Irene, que no sabemos absolutamente nada a este respecto

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    2. Pues lamento decirte, Irene, que no sabemos absolutamente nada a este respecto

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