martes, 23 de octubre de 2018

San Millán de la Cogolla. El Monasterio de Suso





«Cono aiutorio de nuestro dueno, dueno Christo, dueno Salbatore, qual dueno get ena honore, e qual duenno tienet ela mandatione cono Patre, cono Spiritu Sancto, enos sieculos de losieculos. Faca nos Deus omnipotes tal serbitio fere ke denante ela sua face gaudioso segamus. Amen».

Glosas Emilianenses, Códice 60 (Biblioteca de la real Academia de la Historia)




Los que ya tenemos unos años, estudiamos en Literatura, espero que sigan en los curricula educativos, las Glosas Emilianenses - junto a las Silenses- como referentes y testimonio del primer castellano escrito. 
Resulta especialmente sugerente, como afirman Miguel Angel Muro y Claudio García Turza, catedráticos e investigadores de la Universidad de La Rioja, la idea de que estos textos glosados tenían por objeto la aclaración de los textos para predicar a las gentes que, probablemente ignoran o comprenden entre poco y mal el latín oficial de la iglesia. Definen, igualmente la existencia de glosas latinas, romances y vascas en el códice Aemilianensis 60,  donde se revela la presencia de un glosador bilingüe, vasco-romance parlante, defendiendo que bien pudo, durante siglos, hablarse vasco en buena parte del occidente riojano llegando incluso al sur de Logroño, cuestión esta que vendría a explicar la cantidad de topónimos y otras palabras vascas  conservadas en este territorio.
A lo que voy, que es una realidad que San Millán de la Cogolla resuena en mis recuerdos de infancia como un lugar esencial en cuyo scriptorium se copiaron libros que se glosaron y anotaron en lenguas romance y vasca. 
Pasados los años mi recurrente interés por la arquitectura altomedieval me llevó de nuevo a interesarme de un modo especial por las cuevas sagradas, el mundo cenobítico y el monacato, con lo que acabé de nuevo a los pies del edificio de San Millán de Suso, el de arriba, situado sobre la ladera frondosa del valle del río Cárdenas.
La historia de este impresionante e importante espacio se liga a la vida eremítica de Emiliano -Millán- que había nacido muy cerca, en Berceo (Vergegium), en 473 y se había retirado a las cuevas siguiendo los pasos de su maestro, Felix o Felices, ermitaño en Haro.
Su fama de santo hizo que el obispo de Tarazona, Dídimo,  lo convenciera para ser ordenado sacerdote, si bien pronto fue destituido por que su caridad excedía, con creces, los ingresos de la parroquia.
De regreso a la vida eremítica, en la que permanecería por mas de cuatro décadas, no hizo sino incrementarse su aureola de santidad y con ella el número de peregrinos y ermitaños que se instalaron para vivir en el mismo entorno. 
Surgió así un primer cenobio masculino del que formarán parte Aselo, Gerancio, Citonato y Sofronio, sus discípulos, junto a otro femenino del que formarán parte Potamia y Oria o Auria. En esa época y durante siglos los monasterios dúplices e incluso familiares  eran muy habituales, desapareciendo definitivamente en 1080, junto con la liturgia mozárabe, por obra del papa Gregorio VII.
A ese momento cenobítico correspondería la existencia de un primitivo oratorio en el que fue enterrado Emiliano a los 101 años. Los monjes eligieron otro abad y permanecieron como ermitaños alrededor de su tumba.
Mas de 50 años después, Braulio, santo obispo de Zaragoza y uno de los mas destacados intelectuales  de la Hispania Visigoda, cuyo hermano Froniano, estaba en la Cogolla, escribió la primera biografía de San Millán, "Vita Sancti Emiliani". 

Braulio de Zaragoza e Isidoro de Sevilla en una miniatura otoniana del siglo X.
Wikipedia

Más tarde, en el siglo XIII, Gonzalo de Berceo, genuino representante del Mester de Clerecía y monje en Suso, escribiría, utilizando la cuaderna vía como esquema versificatorio, su "Historia del Señor San Millán".




Gonzalo fue so nomne que fizo est tractado, 
en Sant Millán se suso fue de ninnez criado, 
natural de Berçeo, ond Sant Millán fue nado... (S. Mill. 489)

Yo, Gonzalo por nomne, clamado de Berçeo, 

de Sant Millán criado, en la su merçed seo... (S.Dom. 757)



Missale benedictinum ad usum trecensem. 
Fuente: gallica.bnf.fr Bibliothèque nationaleale de France, Département des manuscrits, Latin 818, fol. 2v.



Se dice que los de la Cogolla debe su nombre a la forma de los montes en los que se instaló Millán, Los llamados Cogollanos, por recordar su relieve a la forma de la cuculla, un ropaje de encima que llevaba unida una capucha.
Al templo actual, el único edificio conservado del complejo monasterial, se accede desde el Monasterio de Suso, situado en el Valle, previa cita y a través de un microbús. 
No es mi intención hacer una descripción exhaustiva de su configuración actual pero si resaltar que la interpretación mas aceptada de sus fases constructivas se debe a Luis Caballero Zoreda. 
De su análisis estructural desde la Arqueología de la Arquitectura se viene a determinar una primera ocupación rupestre en cuevas durante el siglo VI a la que corresponderían las tres cavidades integradas en el templo hasta hoy, de las que la oriental y central conservan altares  por lo que se supone que estarían dedicadas además a oratorios.
La cueva más grande, la occidental, es funeraria y está completamente ocupada por tumbas excavadas en la roca, algunas de ellas antropomorfas.


Fase I. Siglo VI






Cueva oeste de carácter funerario




Vista de la cueva central con el cenotafio al oeste y el oratorio al este



Imagen de la cabecera de la lápida de alabastro oscuro del cenotafio de San Millán
Fot. tomada de Turismo Rioja


En la central, conocida como Oratorio de San Millan,  se  colocó en el siglo XII el cenotafio del santo, una construcción de alabastro negro apoyada sobre seis ménsulas que representa la imagen yacente de Emiliano rodeada de escenas de su vida: dos ciegos con sus bastones y un perro lazarillo acuden a implorar el milagro del santo, una niña muerta resucita al tocar el sepulcro y anacoretas. Se trata de decoración en altorrelieve que rodean los cuatro lados y los cuatro angulos formando un total de seis escenas. El cenotafio se apoya en un soporte con seis mensulas. 
La cueva oriental es conocida como Capilla Angelica o de Santa Oria.



Fase II. Siglo VII. Premozárabe

En el siglo  VII,  tras el crecimiento de la comunidad, el cenobio poseería un edificio definido como “Premozárabe” constituido por dos naves del que sólo se habría conservado el muro oriental de la cabecera actual, y el arco norte junto con pequeñas evidencias estructurales insertas en las cimentaciones de las naves actuales.




Fase III. Mozárabe



Entrada al monasterio de Suso 




Capiteles mozárabes sobre dobles columnas en la puerta de acceso al aula desde el pórtico.
Observen los elocuentes carteles de No tocar



Puerta con arco de herradura de acceso desde el pórtico. Fotografía realizada desde el interior del aula




Detalle de una de las cúpulas de la construcción del siglo X. "Mozárabe"



Nave norte con los accesos a las cuevas a un lado, los tramos de arquería de herradura bajos y altos y el arco de acceso a la cabecera



Nave sur con la puerta de acceso al aula, la arquería y arco de cabecera

El año 959, se consagró una iglesia levantada en estilo mozárabe que tendría como santuario la conocida como Cueva de Santa Oria a la que se añadió una nave en dos tramos con bóvedas esquifadas de ocho nervios que sobresalen al exterior como cimborrios gemelos entre los que se levantó la torre campanario,  un atrio de dos naves con arcos de herradura, una de ella con dos alturas - presenta un piso alto con arcos mas pequeños-, y la puerta de acceso al templo con arco de herradura y capiteles mozárabes. En el exterior, decorando el alero, se colocaron las series de modillones de rollos, algunos originales decorados con motivos solares de esvásticas, estrellas de seis puntas, un apéndice triangular agregado en el centro de la cara frontal calado y decorado con ruedas solares y triángulos curvilíneos. 



Cuerpo estructural mozárabe con la linterna y modillones de rollos




Pórtico funerario. Panteón de los Infantes de Lara. 
Al fondo el sepulcro reutilizado para la tumba del ayo






Arriba y abajo arquerías recientes de remate del pórtico que trasponen la idea de la antigua galería sur



Este nuevo templo fue incendiado durante los ataques de Almanzor construyéndose inmediatamente después el pórtico que hoy alberga, junto al muro sur las tumbas de los Siete Infantes de Lara -descabezados-, en una posición centrada su ayo Nuño Salido, un sepulcro romano reutilizado, y apoyados en el muro norte los de las las reinas Toda, Jimena y Elvira de Navarra.
Las ocho arcadas de la galería porticada, levantadas en la década de los 30 del pasado siglo, son una trasposición ideal de lo que pudieron ser las originales del siglo X.
Se da por cierto que el pavimento de canto rodado es original.



Fase IV. Protorrománico.

En 1030 Sancho el Mayor en conmemoración de la santidad de Emiliano, mandó ampliar la iglesia del monasterio hacia el oeste las naves con dos nuevos tramos,  con una alineación diferente, unos 15 grados respecto a  la alineación de las naves del siglo X.  En este caso los arcos son de medio punto y las bóvedas de cañón de un estilo "Protorrománico". Probablemente a los pies se levantaba un coro.



Muro oeste con los tramos de arcos de medio punto y el desvío de alineación. Al fondo, arriba, puerta de comunicación con un antiguo coro.


Igualmente mandó mandado exhumar los restos enterrados en el oratorio de San Millan para recolocarlos en una urna de plata. Unos veinte años después, en 1053, al rey navarro García Sánchez III, que había mandado construir el monasterio de Santa María la Real en Nájera, le pareció oportuno trasladar a esta nueva sede las reliquias del santo Emiliano. 
Según relato de la Crónica Najerense parece que el carro que trasladaba los restos se detuvo en el fondo del valle de tal modo que nada pudo hacerse por que el tiro de bueyes se moviera de allí, hecho este que fue interpretado como una señal divina, lo que determinó que fuera el propio rey quien decidiera la construcción de un nuevo monasterio: San Millan de Yuso (del latín deorsum) donde a partir de entonces quedarían depositados los restos del santo. 
Mas allá de la leyenda, es mas que probable que ante la reticencia de los de Suso a adoptar la nueva liturgia romana quisiera castigárseles. Además las gentes del valle y los propios monjes de Suso debieron oponerse decididamente al traslado a Nájera, siendo estos, y no otros, los motivos reales de la construcción del monasterio nuevo en el fondo del mismo valle.



Vista del valle y el Monasterio de Yuso desde Suso


Una nueva arca fue encargada por el rey Sancho IV Garcés  para albergar los restos de San Millan. Se trata de una pieza de madera de forma rectangular con forro de rica tela  de seda hispanoárabe y una tapadera a doble vertiente, todo ello chapado en oro, con  placas de márfil representando escenas y milagros de la vida del santo. Se usaron en el aderezo piedras preciosas.



Vista desde el exterior del muro oeste de la iglesia de Suso en la actualidad

Poco después de la construcción de la ampliación protorrománica el edificio colapsó. Importantes grietas hicieron que las habitaciones orientales desaparecieran, que el pórtico y las bóvedas sufrieran daños y que la cabecera mozárabe se desplazó hacia el sur.



Capitel con motivos vegetales del oratorio de la Cueva central llamada de San Millán


De época románica serían algunas de las obras que se realizaron en el acceso al cenotafio del oratorio de San Millán y numerosas pequeñas reformas se sucedieron en la Baja Edad Media y el Barroco, con el abovedamiento de las naves y el pórtico. Finalmente se reformaron las habitaciones orientales y el antepórtico.
Una última fase del edifico se debe a las reconstrucciones y restauraciones realizadas en los siglos XIX y XX.
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La visita a Suso me supo a poco, un tiempo limitado, demasiado corto para mi interés. 
Aconsejo dar una vuelta por el exterior, hacia el espacio del oeste, donde se alzarían otras construcciones monacales. No obstante, la imagen actual es engañosa respecto de lo que fue el monasterio en la Alta Edad Media pues se desarrollaba no sólo hacia occidente sino también hacia el sur y el este. En cualquiera de estas situaciones pudo hallarse el antiguo scriptorium en el que se escribieron el Códice Emilianense de los Concilios, datado en 992, la Biblia de Quiso, que lleva data del 664, y una copia del Apocalipsis, de Beato de Liébana y con la letra del siglo VIII, lo que le hace ser uno de los principales escritorios, si no el más notable, de la Edad Media Española. 

Como quiera que el destino de Suso está ligado al origen de la escritura en castellano, traigo a colación a Gonzalo de Berceo que vivió en el monasterio en el siglo XIII y es el autor de los primeros poemas en romance  "Los Milagros de Nuestra Señora".


Esta relevancia para la lengua castellana es la causa de que los Monasterios de Yuso y Suso se incluyeran entre los bienes Patrimonio de la Humanidad declarados por la Unesco el 7 de diciembre de 1977.






Estructura decorada con azulejería que guarda un fragmento del palo que milagrosamente el santo Emiliano hizo crecer.




¡Que tengan una feliz semana!






Bibliografía:

Caballero Zoreda, L. ; 2002: La iglesia de San Millán de la Cogolla de Suso. Lectura de Paramentos. CSIC. Madrid

Fuentes:

http://monasteriodesanmillan.com/
http://digital.csic.es/handle/10261/13936
http://www.turismo-prerromanico.com/monumento/san-milln-de-suso-20130609021808/























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