martes, 6 de noviembre de 2018

El Sepulcro de Urraca Díaz de Haro en Cañas.








Aunque ahora nos resulte chocante, el nombre de Urraca se asoció al buen gusto y la nobleza durante los siglos XI al XV en Castilla. De todas las famosas Urracas de nuestra historia hoy nos acercamos a Urraca Díaz de Haro, cuarta abadesa de Cañas, monasterio del cister fundado por sus abuelos y donde se conserva su sarcófago tallado.
Urraca Díaz de Haro  o Urraca de Cañas había nacido a finales del siglo XII, en 1192, y era hija de D.  Diego López II de Haro el Bueno y de su segunda esposa Toda Pérez de Azagra. 
Después de enviudar, fue abadesa en el Monasterio de Cañas hasta su muerte, en 1262, exhibiéndose su sepulcro en la Sala capitular del mismo, junto a otras laudas sepulcrales de abadesas del monasterio.
Es impresionante su expresividad y originalidad, con detalles anecdóticos curiosos y llamativos e incluso de una naturalidad cotidiana sorprendente.


En la tapa se representa a Urraca hierática, yacente, vestida de abadesa, con la cabeza cubierta por una toca enorme, apoyada sobre dos almohadones decorados con bandas de bordados, y cubierto el cuerpo por un hábito, cuya parte inferior sujetan tres monjas. En la mano derecha sostiene las cuentas de un rosario y en la izquierda un báculo de cabeza espiraliforme rematado con una serpiente y una base con un dragón.


La caja de piedra del cuerpo inferior se aísla del suelo apoyándose sobre varios lobos que representan los símbolos de la casa López de Haro y todas sus caras están decoradas con escenas funerarias, las laterales representando el cortejo fúnebre y la base y cabecera con escenas del ascenso del alma y su entrada en el cielo.
En uno de los laterales comparecen en la escena del cortejo funerario tres abades, tres obispos, cuatro ministros, un grupo de plañideros y plañideras mesándose los cabellos en actitud de duelo sobre el ataud de la abadesa, cuatro damas nobles con copetes, también mesándose los cabellos y seis monjes, dos de ellos franciscanos, dado que portan cinto de cordón.


En el otro costado de la caja se representa una procesión mortuoria presidida por un abad al que siguen once monjas con enormes tocas, parece dar el pésame a la primera de ellas. La actitud de cada una de ellas es diferente; una  porta el libro de la regla de San Benito, otras pasan las cuentas del rosario y la última, apoyando el brazo derecho sobre el hombro de su compañera de delante, se gira hacia atrás para mirar a otro personaje, tal vez otro abad, que cierra el cortejo. 




En la base del sepulcro se representa la ascensión al cielo del alma de la abadesa, sobre un paño elevado por ángeles. En la cabecera aparecen tres monjas, una de ellas arrodillada ante San Pedro, quien porta las llaves del cielo en la mano izquierda mientras las bendice con la derecha.
El sepulcro, fabricado diez años después del fallecimiento de Urraca Díaz de Haro, se muestra como una obra maestra del arte gótico funerario español y fue esculpido por Ruy Martínez de Bureba.
Ha sido abierto en cuatro ocasiones diferentes, en los años 1898, 1899, 1933 y 1938, habiéndose hallado en su interior el cuerpo incorrupto de la beata. 
Conserva restos de la policromía original en la zona de la escena de la llegada al cielo.
Si viajan a la Rioja no dejen de visitar el Monasterio de Cañas y el sepulcro del que les hemos hablado, es una auténtica maravilla.



¡Que tengan una buena semana!


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