martes, 29 de abril de 2014

La piedra de San Albino en Urueña.

Fot.: Museo de Valladolid

Es curioso entender como acaban ocurriendo las cosas,más aún si se producen hace tiempo. Hoy contamos como una reliquia de San Albino pudo acabar en un monasterio palentino. De los trece santos con el nombre de Albino (Aubin, Alban...), el obispo de Angers, es uno de los más populares de la Edad Media. Tal vez hablen las piedras de este y si no será de otro santo de igual nombre; lo que en definitiva es importante a medias, pues lo que realmente supone es una excusa para contarles como acabamos preguntándonos que es lo que nos traemos entre manos desde tiempos remotos. 
La piedra de San Albino, mas tarde tres piezas de una misma placa, forma hoy en día parte de los fondos del Museo de Valladolid.

Fot. Alicia Gómez

En el mes de diciembre de 1992 el agricultor Francisco Dominguez puso al descubierto, con su arado,  un conjunto de restos constructivos en el pago de los Pedregales de Urueña. Tejas, bloques pétreos de caliza, silos y una placa inscrita fueron las primeras evidencias arqueológicas del lugar. Aunque ya se conocía desde que fuera publicado en 1974 por Palol y Watenberg como lugar de enterramiento, fueron Joaquín Díaz, director del Centro Etnográfico ubicado en Urueña, y el alcalde de la localidad, Luciano Vallecillo, quienes informaron del descubrimiento.
Inmediatamente nos trasladamos hasta allí para hacer una primera valoración de las estructuras y comprobamos que el fragmento inscrito exhibía unos rasgos estilísticos que podían llevarse al siglo XII.
Así, se confirmó la oportunidad y necesidad de plantear una actuación arqueológica de excavación centrada en el silo descubierto, la construcción afectada, tal vez un templo,  la prospección del entorno, con el fin de determinar la extensión del mismo y su estudio pormenorizado.
La campaña de excavación, dirigida por la arqueóloga Alicia Gómez, comenzó en el mes de febrero de 1993. A los objetivos de investigación se unían necesariamente los de conservación y protección de este lugar.



Plano IGN

A unos 700 de la localidad de Urueña, en dirección sureste, junto al camino conocido como Senda de las Vacas, se encuentra el lugar conocido como Los Pedregales, al lado de Valdihuesos. 
Una antigua cerca de piedra caliza que los pobladores de Urueña conocen como la Trinchera, delimita un amplio espacio que cierra el páramo.

Propuesta para la trinchera de Urueña sobre fotograma aéreo, realizada en 1993 por Alicia Gómez.


Ortofotografía del IGN con un trazado visible de la trinchera aún mas extenso.



Los primeros restos arqueológicos observados sobre la superficie tras la arada, son bloques calizos de mas de 1 metro de longitud que se alinean sobre el surco removido. Es ahí precisamente el lugar en el que apareció la inscripción recuperada que pone en marcha esta intervención.
La excavación planteada con carácter de urgencia se inicia con una serie de sondeos arqueológicos que intentan caracterizar las estructuras existentes desde un punto de vista cronológico, tipológico y cultural.
La actuación arqueológica permitió identificar y estudiar silos de almacenamiento de grano excavados en la roca caliza y la greda del páramo cuya datación resulta compleja y que mas que probablemente se utilizaron a lo largo de varios siglos. El cierre de las bocas de estos grandes contenedores se realizaba en mampostería en seco hasta que la abertura iba reduciéndose de tamaño y se cubría con una tapa de madera. 

          

                      

En el área en la que las labores agrícolas habían hecho aflorar las grandes piedras y los fragmentos de tejas, comenzaron a aparecer muros y tumbas que no hicieron sino reafirmar la idea que ya expusieron palo y Wattenberg de que allí había existido una necrópolis.

Fot. Alicia Gómez

Las tumbas, de inhumación, son medievales, del tipo sencillo excavado sobre la roca y tapado con lajas de caliza, cuya cronología se retrotrae a la Alta  Edad Media.


Fot. Alicia Gómez

En la zona donde se manifestaban en superficie los grandes bloques calizos comenzaron a reconocerse los restos arquitectónicos de un templo y sus dependencias anejas.
Se trata de la única evidencia de la existencia de un antiguo monasterio al que se asocian la necrópolis, los silos de almacenamiento y la extensa cerca de piedra que hemos ido presentando.




El edificio es una iglesia de una sola nave rectangular y cabecera trapezoidal levantada en mampostería caliza, donde una amalgama de estructuras superpuestas pronto nos pone sobre la pista de una amplia y cambiante ocupación durante un amplio periodo cronológico.

Antes del XI se edificaría la iglesia primitiva de planta rectangular y cabecera cuadrada que conserva, en el centro de su aula, una pila bautismal. La anchura interna es variable, en torno a los  5 m y su longitud  se prolongaría hasta los 17,65.
Un banco corrido fabricado con argamasa de caliza y arcilla muy compacto se adosó a las paredes longitudinales de la nave. Bajo este banco se localizaron dos tumbas con cubiertas de lajas calizas, lo que viene a mostrar este elemento como un añadido al recinto cuando este ya estaba siendo utilizado.
La puerta de acceso se hallaba en el muro sur, hacia el sureste, abriendo un vano de 1,86 m. y un escalón de subida desde el exterior.
La orientación del eje de la iglesia es so-ne.
La cabecera es de planta trapezoidal, de 3,86x5,58x5,51x3,72 con un arco de acceso a la nave de 1,72 m resuelto mediante dos escalones. En su interior un basamento de altar se asentaba sobre la caliza del páramo
Los cimientos que permiten la identificación de esta primitiva iglesia son de mampostería caliza  trabada con arcilla roja y una anchura de muros de unos 80 cm.
La pila bautismal se fabricó sobre un bloque monolítico de caliza toscamente tallado en forma de tronco de cono. Su ubicación se dispuso en el centro de la nave, a unos 5 m del presbiterio y su simple constatación convierte este lugar en parroquia.


Fot. Alicia Gómez


Fot. Alicia Gómez


Plantas tan sencillas se han documentado también en otros lugares de la diócesis palentina, a la que perteneció Urueña, en contextos del siglo X, como ocurre con la iglesia del despoblado de Villela en Antigüedad,  e incluso anteriores, como se propone para el Castellar de Villajimena, cuyos investigadores relacionan con una capilla visigoda, o en Burgos, en el monasterio de San Juan de Hoz en Cillaperlata, la iglesia de Santa María de los Reyes Godos, San Pedro el Viejo de Arlanza, etc.

Relacionada con este primer templo estaría la inscripción reconocida, a la que se añaden nuevos fragmentos, uno de ellos sobre el escalón de entrada al templo. El templo se rodeaba al exterior de dependencias de las que quedan muros y pavimentos y que hay que poner en relación con un monasterio, pues, como luego veremos, se menciona al abad.


Fot. Alicia Gómez

Los paralelos mas inmediatos nos remiten a modelos prerrománicos encuadrados alrededor del siglo X y XI, una cuestión que puede ponerse en relación con las tumbas exhumadas, cuya localización se centra en los laterales suroeste y sureste del edificio.
La ocupación medieval que se prolonga al menos hasta mediados del XII, se apoya en la lectura de la placa de arenisca descubierta en la que aparece la fecha de 1158, así como un óvolo de vellón de Alfonso X y restos cerámicos de tipo Duque de la Victoria
Mas tarde, entre el XIII y el XV, la iglesia se reconvirtió reduciendo sus dimensiones y levantando nuevos muros que acortaran el espacio en la ermita de Santiago, de la que tenemos noticias hasta el siglo XVIII. Este nuevo templo siguió conservando la pila bautismal y manteniendo una tradición funeraria, ahora solo con individuos infantiles.

La inscripción.

Fot.: Museo de Valladolid

Los tres fragmentos pétreos grabados corresponden a una placa de arenisca -importada- conservada de unos 35x 25 cm y un espesor de 5 cm. Su carácter fragmentario nos priva de la información completa de la pieza.
De la factura de la pieza, mínimamente desbastada en el reverso y regularmente trabajada en el anverso, podemos especificar que el trazo se realizó sobre unas líneas marcadas en sentido horizontal, perfectamente señaladas, mucho mas marcadas las tres superiores con una acanaladura de unos 3m.
Presentan puntos de separación de las palabras, nexos y abreviaturas, así como una atípica forma de representar la fecha completa, pues está escrita con todas sus letras. Igualmente conserva otros elementos y símbolos como la cruz final, casi un aspa y el óvalo con un vástago que aparece separando las palabras de la data.
La lectura y transcripción que en el año 1993 realizó Jonás Castro Toledo sobre dos de las piezas venía a plantear que siendo obispo de Palencia, las reliquias de muchos mártires, se llevaron al monasterio de San Albino (para el que había dos ubicaciones posibles) estando presentes el presbítero y el abad en el año 1158.
La aparición posterior de un nuevo fragmento viene a completar ese contenido introduciendo nuevos datos
Esta sería la nueva transcripción:

MA (o AM) EP(ISCOP) O I
STE MAR  E S(AN)C(T)I ALBINI
ET PLURIMO (RUM) MARTIRUM
(ERA MILLESI)MA DECIES DENA BIS QUI(N)QUAGENA MIN(U)S QVATRENA
(PRESE)NTIBUS SODALIBUS SU(IS) EA PRESBITERO: ABBATE CV (  ):.(  ):.


Según nuestra propuesta las primeras letras de la línea superior MA podrían corresponder al nombre del obispo (Episcopus abreviado en EPO), de I, tal vez una P incompleta, de Palencia. Rastreando los nombres de los obispos de la diócesis de Palencia en la fecha de la inscripción, encontramos a Ambrosio II (1148-1184), correspondiendo este nombre con dos de las letras de la inscripción. 

En la segunda línea aparece la advocación a Santa María en abreviatura, seguida de una E, bien el final de Marie, bien  la parte final de otra palabra perdida intermedia entre los fragmentos que estaría igualmente apocopada: Eclesiae, villae, nomine...Finalmente se lee San Albino.

Tercer renglón:  Y de muchísimos mártires, en superlativo. Lo que parece referirse a la colocación de reliquias, entre las que estaría alguna de San Albino, del que sabemos que la quijada aparece entre las reliquias de la catedral de Palencia.

Después se incluye la fecha completa, la era 1196, o sea, el año 1158 d. C.
Finalmente los testigos, incluyendo presbítero y el abad CV...

Fot.: Museo de Valladolid


Fot.: Museo de Valladolid

Muy probablemente la advocación primera del templo prerrománico fuera la de Santa María refiriéndose la inscripción, al mencionar a San Albino, a las reliquias de este y otros muchos santos que fueron llevadas al lugar.
En este sentido conviene traer a colación que en la propia catedral de Palencia se cita la existencia de reliquias de San Antolín, San Albino, las once mil vírgenes, etc, siendo un uso religioso ampliamente extenso y documentado este de la reposición de reliquias de santos y mártires.
Pudiera ser que el monasterio, del que se menciona el abad, hubiera estado ubicado en el lugar que hoy conocemos como Los Pedregales para haber sido mas tarde trasladado a unos 4 km de Urueña, al lugar que hoy conocemos como Villalbín, convirtiéndose el antiguo solar en una parroquia y que de ahí la existencia de la pila bautismal.
El abandono de la parroquia y su conversión en una ermita debió producirse a partir del siglo XIII. A día de hoy no conocemos ningún documento que mencione el lugar, por lo que hipótesis de este abandono se centra en el reconocimiento de un gran hoyo relleno de materiales plenomedievales que se hallaba tras el altar.
Finalmente una remodelación casi completa de la estructura fue ocupada por una ermita, de la que existen datos hasta el siglo XVIII.

Tras la actuación arqueológica y ante la imposibilidad absoluta de llegar a acuerdo alguno con el propietario dentro de lo razonable, hablando en términos económicos, se decidió su cubrición con geotextil y la tierra limpia extraída del lugar, perdiéndose la oportunidad de hacer visible, visitable y disfrutable este lugar arqueológico en Urueña. No es el único caso, ni el primero, ni el último.



¡Que tengan un feliz día y una buena semana!



El informe técnico de la intervención es un documento inédito depositado en el Servicio Territorial de Cultura de Valladolid.
En su día la piedra de San Albino y la excavación arqueológica realizada en los Pedregales fueron publicadas en los medios de comunicación y en una breve reseña de la Revista de Arqueología por Alicia Gómez y yo misma.
Las fotografias de las piezas de la piedra de San Albino nos han sido cedidas amablemente por el Museo de Valladolid. Agradezco personalmente a Fernando Pérez y Eloisa Wattenberg su amabilidad y colaboración.

7 comentarios:

  1. Si es que no todos son el Sr. Cortes de La Olmeda. Muy buen trabajo de documentación.

    ResponderEliminar
  2. Gracias Sira. Trabajar en arqueología te lleva por muchos vericuetos que abarcan desde la planificación rápida de una intervención a su seguimiento y gestión de la protección. Suelo tener el gusto de tomármelo en serio. me gusta lo que hago.

    ResponderEliminar
  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  4. Realmente tenias razon, no se parece en nada a la Anunciada, pero el documento es magnifico y realmente es una pena que no exista una ley que de alguna forma permita "nacionalizar" estas cosas.
    Enhorabuena por la entrada. Genial

    ResponderEliminar
  5. Un trabajo especial, en condiciones especiales. La gestión de la conservación garantizada pero su puesta en valor para la visita pública no pudo ser. No siempre puede ser o no siempre debe ser. Reflexiones para otra entrada, supongo. Gracias Antonio.

    ResponderEliminar
  6. Qué dolor me produce que el pasado siga bajo tierra, a pesar de que sepamos que está ahí..
    Aprovecho para felicitarte por el blog. Acabo de descubrirte hoy gracias a Silberius y llevo más de dos horas leyendo y aprendiendo.
    ¡Un abrazo de una vallisoletana!

    ResponderEliminar
  7. Gracias. Yo también soy vallisoletana. Un abrazo

    ResponderEliminar