martes, 2 de junio de 2015

La chica viajera de Egtved








No es, en absoluto, frecuente que se hallen en las excavaciones arqueológicas, restos arqueológicos orgánicos salvo que las condiciones de humedad, aridez y temperatura sean o hayan sido una constante. Estamos acostumbrados  a encontrar tejidos en zonas desérticas y restos humanos helados o en las turberas. Circunstancialmente, en medios idénticos, comparecen objetos realizados con materiales perecederos como la madera, las resinas, el esparto e incluso los tejidos.
Pero hay casos en los que, excepcionalmente, aparecen muchos de ellos juntos. Es el caso del hallazgo, en 1921,  de un ataúd realizado con el tronco ahuecado de un roble hallado en una turbera danesa, en  Egtved,  Jutlandia, sobre una base de piedras, que albergaba los restos del enterramiento de una mujer muy joven que vivió hacia 1370 a C, en plena Edad del Bronce. Esta adscripción cronológica se obtuvo por dendrocronología, es decir, a través del estudio comparativo de las series de anillos de crecimiento que permiten llevar a cabo dataciones relativas en Europa.
Realmente, se trataba de un túmulo funerario que fue desmontado en buena parte. El hallazgo "milagroso" del ataúd de roble supuso la paralización del desmonte y la recuperación de los elementos de los que las siguientes líneas dan cuenta.




Foto: Museo Nacional de Dinamarca



El  montículo Storehøj, en Egtved, en cuyo sector oriental fue enterrada la joven en el verano de 1370 antes de Cristo.



La orientación del hallazgo es hacia el este, el lugar del sol naciente. Las magníficas condiciones de preservación de la inhumación permitieron saber que la joven enterrada tenía entre 16 y 18 años, una complexión delgada, una estatura de 1,60 cm y que fue enterrada un día de verano. Se la dispuso sobre una piel de vaca, envuelta con una manta de lana, con sus joyas, una peina, agujas de bronce, un punzón de costura, una red para el pelo dentro de un recipiente, un barco realizado en corteza de abedul y otro cuenco, también fabricado con la corteza del abedúl, que contuvo una bebida fermentada realizada con trigo, arándanos rojos y mirto. Junto a su cabeza, en el interior del sarcófago lígneo, había una pequeña urna con los restos cremados de un niño o una niña de 5 años. Algunas flores decoraban la parte superior del ataúd, indicando un enterramiento estival.



Recipiente de abedúl con restos de bebida fermentada, una especie de cerveza.
http://i.livescience.com/images/i/000/061/261/i02/Bucket-Egtved-140114.jpg?1389725922&bmi_orig_img=1


Conservaba, además, intactas sus ropas de mortaja: una falda corta, de 38 cm de longitud, realizada con hilos de lana trenzada que le daba dos vueltas y se ataba en la cintura, una camisa corta con magas y cuello abierto hasta los hombros, que dejaba la cintura al aire y un cinturón de placa circular decorado con motivos solares, de espirales con un clavo saliente en el centro. 
Se ignora si esta indumentaria pudiera haber sido especialmente utilizada para el rito o si se trata de ropa habitualmente usada, aunque para algunos investigadores, el disco hallado simbolizaría el sol, por lo que se le asocia a cultos solares, indicando que tal vez pudiera haber sido una sacerdotisa. 
El disco quedaba colocado en la parte baja del abdomen, a la altura de las caderas.



Foto: Museo Nacional de Dinamarca



Aunque las condiciones del interior del tronco cerrado, en el que fue filtrándose la lluvia, y la acidez del suelo en el que estuvo mas de tres mil años no permitieron que los huesos se conservaran, si se preservaron restos del cabello, que era rubio, los dientes y las uñas, algunos tejidos blandos, la piel y el encéfalo de la muchacha, lo que ha posibilitado realizar unas analíticas específicas de carácter biomolecular, genético, bioquímico y geoquímico, cuyos resultados han puesto las bases de aspectos interesantes acerca de su origen, periplos, alimentación, etc.

Las mediciones de estroncio han venido a arrojar datos muy interesantes y sugerentes  acerca de la  movilidad de las poblaciones o de una parte de aquellas. Se trata de un elemento que existe  en la corteza terrestre y cuya radiactividad varía de unos lugares a otros. En los humanos y los animales, este elemento se absorbe a través de agua y vegetales, así que, midiendo los niveles de isótopos en restos antiguos, los científicos pueden obtener los datos necesarios para realizar una aproximación a los lugares en los que se vivió.



Ropas, cabellos rubios y peine hallados en el ataúd de la joven de Egtved. Foto: Karin Margarita Frei, Museo Nacional de Dinamarca.


El cabello rubio de la joven enterrada en Egtved hacia 1370 a. C. Foto: Karin Margarita Frei, Museo Nacional de Dinamarca 




Toma de muestras del tejido de la camisa tipo top de la joven de Egtved. Museo Nacional de Dinamarca



Así, de los análisis dentales de un molar, se dedujo que la mujer provenía  de la Selva Negra, que se encuentra al sur de Alemania, y que el niño hallado en el mismo ataúd tenía, también, un origen lejano.
Este dato concuerda con el análisis realizado sobre la lana con la que se fabricaron sus ropas, que procedía de fuera de Dinamarca y poseía niveles de estroncio similares a los de la Selva Negra, aunque no se descarta que pudiera tratarse de algún territorio de Suecia o Noruega o de la isla danesa de Bornholm.
Además, la joven tenía su cabello largo al morir, unos 23 cm de longitud. Practicados los análisis de estroncio sobre los mismos, fraccionados en diferentes segmentos para su estudio, se dedujo una intensa actividad viajera entre lugares muy alejados del norte de Europa,  su zona de origen, Jutlandia,y Egtved, donde murió,  lugares distantes  hasta unos 800 km.

K. M. Frei a través del estudio de la lana de la ropa de la joven de Egtved, afirma que esta se obtuvo de ovejas que, o bien pastaban en diferentes áreas geográficas o en una vasta área con la geología muy compleja. La roca madre del Bosque Negro se caracteriza por una serie isotópica de estroncio igualmente heterogéneo, reafirmando lo que los hallazgos arqueológicos.
La existencia de  una estrecha relación entre Dinamarca y el sur de Alemania en la Edad del Bronce, está atestiguada por las evidencias arqueológicas, según indicaKristia n Kristiansen de la Universidad de Gotemburgo.

Dinamarca era rico en ámbar y se podía intercambiar por bronce. En la Grecia micénica y en el Oriente Medio, el ámbar procedente del Báltico era tan codiciado como el oro, y podía comerciarse, través de intermediarios, hasta el sur de Alemania, y de allí hasta el Mediterráneo. Un camino inverso haría el bronce que llegaba como pago a Dinamarca y que era tan valioso para ellos. 

Este comercio exigía la existencia de rutas comerciales establecidas que podían mantenerse a través de alianzas entre familias poderosas mediante matrimonios convenidos y la crianza de hijos de las otras familias, como seguros de dichos pactos y alianzas económicas.











Según los resultados de las analíticas realizadas, entre 13 y 15 meses antes de morir, la mujer permaneció en un lugar con características de estroncio "muy similares" a las del lugar en el que se crió, para después viajar a otro lugar, posiblemente Jutlandia, donde permaneció unos 10 meses para regresar a su lugar de origen. Esta vez permaneció entre cuatro y seis meses para acabar viajando al territorio de la actual Egtved, donde falleció un mes después. 



   

La interpretación de estos datos es una incognita. Tal vez, se tratara de una de esas novias, a través de cuyo matrimonio,  las familias pudientes de la época establecían ventajosos pactos, de las que hablamos en la Novia Vendida (pincha para ver);  tal vez fuera una sacerdotisa inquieta, o simplemente refleje la existencia de un segmento poblacional que se desplazaba  para contactar con otras poblaciones.
El propio Kristiansen, de la Universidad de Copenhague, coautor del estudio, con Karin Margarita Frei, piensa que se trata seguramente del hallazgo de una joven dada en matrimonio con un personaje de alto rango en Jutlandia, con el fin de establecer un pacto de familia,  y que los restos del niño pequeño responderían a un miembro infantil de la familia de la novia que no sobrevivió al viaje y, por ello, aparece incinerado.

Mas de 28 millones de secuencias de ADN han sido obtenidas de la joven de Egtved  y serán, al menos parcialmente, analizados para tratar de asociarlos individuos de poblaciones actuales. 

Nos mantendremos a la expectativa.




Los restos de la joven de Egtved pueden visitarse en el Museo Nacional de Dinamarca, en Copenhague.

¡Les deseo una feliz semana!








Fuentes:

http://www.sciencedaily.com/releases/2015/05/150521082458.htm

http://en.natmus.dk/historical-knowledge/denmark/prehistoric-period-until-1050-ad/the-bronze-
age/the-egtved-girl/the-egtved-girls-grave/


http://www.ancient-origins.net/news-history-archaeology/surprising-and-iconic-bronze-age-egtved-girl-teenage-remains-tell-story-020358

http://humanities.ku.dk/news/2015/the_bronze_age_egtved_girl_was_not_danish/


5 comentarios:

  1. Como siempre, es un placer leerte y compartir las piezas que acompañas a tus letras!!
    Gracias

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  2. Muy interesante Mariché...a veces es más ilustrativo y didáctico ponerle cara a los hallazgos de la Historia. Las personas que vivieron hace miles de años son los protagonistas de nuestros estudios. Su vida cotidiana, costumbres y creencias justifican nuestro trabajo actual de investigación, y rindiéndoles homenaje y respeto, nos hacemos mejores a nosotros mismos. Gracias por tu trabajo.

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