martes, 16 de diciembre de 2014

Motas medievales.


Construyendo una mota. Tapiz de Bayeux, siglo XI

Desapercibidas para muchos, las construcciones defensivas terreras son un campo de investigación frecuente en el mundo de los arqueólogos. Enormes taludes, colinas artificiales precedidas de fosos excavados, rampas, cercas y muros pueden intuirse como elementos del relieve e identificarse a través del ojo experto.



Mota del Marqués. Relieve transformado y castillo posterior.


A comienzos de los años 90, tomé contacto por primera vez con las construcciones terreras medievales, alto y plenomedievales, algunas de ellas enmascaraban estructuras de mampostería de piedra, pero otras muchas podrían ser adscritas al grupo de lo que se conoce como motas, en las que se combinan defensas de tierra y construcciones lígneas.


Foso altomedieval de la Mota de Medina del Campo, cortando el doble foso del poblado preexistente de la Edad del Hierro. Ambos coinciden espacialmente.

Algunas de aquellas, ya muy transformadas, han conservado en la toponimia su esencia, como ocurre en la Mota del Marqués o en el propio cerro de la Mota, de Medina del Campo, mientras que en otras muchas el recuerdo de su fortificación se mantiene como El Castillo, el Castillón, Teso de la Horca, la Altamira o advocaciones de ermitas que crecieron a su abrigo, como ocurre en San Cristóbal de Zaratán, en la provincia de Valladolid. En buena parte de los casos conocidos y catalogados en los años 90 en las provincias de Burgos, Palencia y Valladolid, las fortificaciones terreras se hallan sobre relieves elevados en las márgenes de los grandes ríos: Arlanzón, Arlanza, Carrión y Pisuerga, ya sea sobre cerros adelantados y aislados a media altura entre el páramo y la vega, ya se sitúen sobre un espigón de páramo, sobre la confluencia de dos ríos, caso de Palenzuela, o sobre un curso vadeable o bien comunicado, como pasa en Cabezón y Pampliega.
En no pocas ocasiones su ubicación ya conoció asentamientos anteriores, tanto en época prehistórica como durante la romanización del territorio, una cuestión que viene a apuntalar la relevancia de los enclaves naturales en el control  y la defensa de los territorios a lo largo de los siglos.

Mota de  Villavieja de Muño, Burgos

Altura, control de la vega y, por tanto de las comunicaciones fluviales y terrestres, hacen de estos lugares puntos fundamentales que se interelacionan, además, visualmente, lo que hace aún mas eficaz y rápida la comunicación entre ellos y las posibilidades de reacción.



Mota del Castillo de Dueñas, Palencia. Se advierte el cono superior, la plataforma intermedia y el enorme foso con abruptas pendientes.


Las motas suponen una sobrelevación artificial de aspecto cónico, mas o menos desmochado, debida al aporte de tierras procedentes de la excavación de grandes fosos que las circundan. Pueden presentar diferentes plataformas de altura y dimensiones variables, plantar circulares y ovaladas y fuertes pendientes en todos sus flancos, garantizando así la inexpugnabilidad del reducto.
En ocasiones, como ocurre en El Castillo de Torquemada, se conserva aún un puente sobre el foso.
En la parte alta de la colina se levantaría la torre de madera, de la que nos quedan algunos testimonios indirectos en el tapiz de Bayeus, en pinturas murales como las de la iglesia de Alaiza y reconstructivos en otras zonas europeas.


Torre sobre una mota pintada en la iglesia de Alaiza, Álava. Siglo XIII


Estos fosos pueden rodear completamente la colina o proteger sólo el flanco mas vulnerable, aquel en el que se produce un contacto directo con otras zonas elevadas del relieve circundante.
Sus dimensiones oscilan entre los 5 y 6 m de anchura conservada y los 2-3 m de profundidad, constituyendo un auténtico obstáculo en el acceso al interior de estas fortalezas.
El aspecto terrero de estos complejos se completaba con cercas de piedra y empalizadas, torres, pavimentos, silos, bodegas, pasadizos, unos reales y otros fruto de las leyendas rescatadas de la tradición oral.



 IGN. Ortofotografía de la Mota del Castillo de Dueñas, Palencia 




Mota completa con foso y torre en el tapiz de Bayeux, reflejando una de las plazas fuertes de la contienda


El estado actual de la cuestión nos impide establecer una clara adscripción cronológica para cada una de las estructuras conocidas pero es cierto que las fuentes hablan de algunos de estos lugares desde el siglo IX y el X, tuvieran o no en aquellos momentos la configuración como motas, lo que nos hace ver en ellos puntos que jalonan vías de comunicación de importancia, aunque no existen datos documentales sobre la existencia de sistemas como tales en época alto ni plenomedieval. Muy probablemente algunos son ocupados hasta bien entrada la Edad Moderna a finales del siglo XV.
Todos estos enclaves se encuentran inventariados como yacimientos arqueológicos que es posible poner en relación con otros de origen altomedieval en otras zonas de la meseta Norte situados en el valle del Duero, del Cega o del Eresma, algunos de ellos asimilables a husun bereberes,burtill Assim, hoy Portillo, o el hisn Skar, en Iscar, como el hisn  otros a torres cristianas, como el Castilviejo de Cuéllar.
No podemos obviar que en la Alta Edad Media no son infrecuentes las alusiones a territorios poblados, organizados y zonas controladas desde núcleos fortificados por élites sociales desde el siglo IX. Grimaldo nos confirma la existencia de una organización territorial dependiente de la fortaleza de Muño en el siglo X "territorium muniensis castri" y de su tenente, el conde, que desde aquí organizaba la repoblación y reorganización de algunos otros territorios como Roa, sobre la línea del Duero.



Asociación de Mota de Villavieja de Muño en Burgos, con un templo cristiano

A. Represa, en 1980, afirma que en el siglo X  la zona vallisoletana presenta una organización a través de castillos y granjas esparcidos por los alfoces de Cabezón y Simancas, villas fortificadas importantes.
Queda pendiente la realización de estudios exhaustivos de prospección arqueológica del territorio y de carácter documental, ambos muy necesarios para poder determinar el origen y evolución de las fortificaciones que nos ocupan.

Que tengan una feliz semana!





Escribano Velasco, C.; Balado Pachón, A.; Pascual Díez, A.C.; 2001: Análisis del macrorelieve en arqueología medieval; las fortificaciones del Arlanzón, Pisuerga y Duero, de Burgos a Simancas

Actas V Congreso de Arqueología Medieval Española; 22 a 27 de marzo de 1999, Vol. 2, 2001 (V Congreso de arqueología medieval española), ISBN 84-9718-011-9 , págs. 775-790

5 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Gracias a ti por leerlo y tener tan buena opinión. Es un apasionante tema aún muy poco trabajado. Ahí andamos

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  2. ¡Que interesante! Claro, estoy acostumbrada a las "motitas" de allá (todas post. XII), que se diferencian tanto de las defensas terreras, casi simbólicas, nativas (mayoría E. Hierro)... Esto más que motas, son montañotas ;)

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  3. Las hay muy pequeñitas también pero como se colocan sobre promontorios naturales destacados, parecen mucho mas impresionantes. Gracias Carmen por tu comentario

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  4. Muy interesante, claro que sí. Nos recuerda, además, que posiblemente muchas de aquellas construcciones fueron hechas de madera y tierra removida. Entiendo que ello, por un lado, supuso una mayor prontitud en su construcción, pero por otro no han podido aguantar el paso del tiempo si no es por haber dejado algún rastro de su existencia en la toponimia.

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