jueves, 5 de diciembre de 2013

Delicatessen medievales. Llibre Vermell de Montserrat.





Cantar como un peregrino medieval es algo fantástico. Una oportunidad especialmente interesante llena de emociones.

Tal vez, si yo hubiera sido una peregrina de las de entonces y hubiera transitado campos, dormido donde y como se hubiera podido, hecho vigilias, disfrutado y orado con devoción, mi percepción del asunto fuera otra.

Tanta gente en romería haciendo una vida mas o menos normal, popular y, seguramente, mas banal y terrenal de lo que pudiera parecer, acabaría favoreciendo usos poco religiosos, lo que inevitablemente conduciría a que los propios centros de peregrinación establecieran pautas decorosas y devotas para las largas horas de convivencia, canto y danza de los peregrinos.

Aquellas canciones y bailes de los romeros, algunos en corro, eran muy populares; los franciscanos habían realizado un esfuerzo enorme para acercar a la gente sencilla la liturgia. Pero no solo se cantaban temas populares; además en los santuarios, se hacían otras músicas claramente cultas que, por su dificultad en la ejecución de la propia musicalidad y sus letras, debían estar pensadas para los expertos cantores monacales o reales.

Yo un día entré a formar parte de un coro de cámara donde aprendí estas músicas tan hermosas y antiguas y quedé prendada de ellas. No hay muchas ocasiones para hacerlo, lamentablemente, pero me han abierto una puerta para ahondar en la historia del patrimonio musical medieval. 

Nadie que ame el Patrimonio Cultural puede amar solo una parte, pues el todo sustancia cada aspecto y si no es así no se puede comprender en lo que vale. Entiendo estas músicas, cantadas y bailadas en sus espacios públicos, en los templos de la época, en un momento histórico concreto, en el siglo XIV.

De ahí, precisamente, que quiera presentaros el Llivre Bermell como un gran libro no solo musical.

Las líneas que siguen están dedicadas a las personas que pusieron música en mi vida.






Montserrat era uno de los mas importantes santuarios cristianos medievales a los que acudían peregrinos de todas partes.  A las gentes de la comarca y de otras zonas peninsulares, se unían los romeros procedentes de mas allá de los Pirineos y todos aquellos otros que desembarcaban en el puerto de Barcelona de camino hacia Santiago de Compostela procedentes de Italia, del Languedoc y de otros muchos lugares del Mediterráneo.

Este importante número de peregrinos hizo que los reyes de Aragón mandaran arreglar y mantener los estrechos caminos que subían al  monasterio y, en el principal, ordenaran levantar siete cruces de piedra, coronadas por relieves, dedicadas a los siete gozos y los siete dolores terrenales de la virgen María, para que acompañaran el tránsito del peregrino. El cuidado de estos caminos y la construcción de puentes  exigió también la atención de los priores de Montserrat.




La devoción mariana, las curaciones y milagros que se le atribuían a la Virgen, atrajeron tal gentío que se hizo necesario levantar infraestructuras de acogida que fueron completándose y modificándose a lo largo del tiempo, fundamentalmente durante el siglo XIV, pues se tiene constancia de que se daba de comer los romeros, se les hospedaba y proporcionaba servicio religioso, lo que a todas luces supuso levantar hospederías, porches , ampliar la iglesia facilitando además la vela de los peregrinos, consagrar nuevos altares, construir la capilla de las once mil vírgenes (adornada por Pedro Moragues, como las cruces de los siete gozos), levantar un nuevo campanario, etc.




La presencia  de peregrinos crecía, además, alentada por la visita de reyes, nobles y eclesiásticos y , como no podía ser de otro modo,  todas las expresiones derivadas de ello, ya fueran religiosas o profanas fueron debidamente organizadas.

Es precisamente esta necesidad organizativa la que impulsa que desde el scriptorium montserratino se copien textos devocionales y teológicos junto con otros que relatan milagros, homilías, estatutos de la Cofradía, descripciones, alabanzas, una guía de iglesias para el peregrino y cantos. 

Hacia 1399 acabó de escribirse, precisamente en un manuscrito singular por cuanto constituye una compilación diversa, testimonio de una época y una forma de expresión devocional, un libro muy especial.
Este libro pasó en el siglo XVI a ser archivado en el Monasterio y en el siglo XVIII fue a signado al cajón 4, donde se conservan los documentos relacionados con el origen y los hechos mas importantes del monasterio.

El códice, desgraciadamente, no se ha conservado completo, aunque fue descrito en numerosas ocasiones. Tiene actualmente veintitres cuadernos, conformados por 137 folios en un estado de conservación muy diverso, con algunas partes afectadas por la humedad. 



La encuadernación es también moderna, la última con piel roja sobre madera y costillas en el lomo, sustituye a la anterior, de finales del XIX realizada en terciopelo rojo, de ahí que sea conocido como Llibre Vermell.

A pesar de que el gran público actualmente asocia el Llivre Vermell con los cantos y las danzas de los peregrinos, a lo largo de las diferentes etapas históricas ha gozado de consideraciones bien diferentes.




Así, en los siglos XVI y XVII , el manuscrito, por su antigüedad, servía de justificación histórica a los pretendidos orígenes del culto a la virgen en Montserrat y  del propio monasterio (ya recogidas siquiera brevemente en otros documentos de los siglos IX y X desaparecidos): la vida de fray Garí como ermitaño, la aparición de la imagen de la virgen en una cueva , la salvación, por intercesión de la virgen María,  de la vida de la hija del conde de Barcelona, violada, degollada y enterrada en la cueva de fray Juan Garí, el final ejemplar de la vida de este en Montserrat, la fundación del monasterio femenino por el conde y su posterior transferencia a los benedictinos de Ripoll; si bien a finales del XVII también se pone de manifiesto la insostenibilidad documental de la historia del ermitaño Garí, proponiendo que, entre otras cuestiones, fueron los  milagros contenidos en el libro, y la indulgencia de Porciúncula, los que realmente propiciaron el origen y desarrollo de la peregrinación y del monasterio.




A partir de la segunda mitad del siglo XVIII el interés del manuscrito como documento hace que empiecen a copiarse los cantos, considerando que son estos las piezas mas raras del archivo.

La ocupación napoleónica supuso el expolio del monasterio y la desaparición del libro. 

Tras el incendio de Montserrat en 1811, se inicia una etapa tanto de popularización romántico-patriótica de lo medieval, como de erudito estudio del cancionero tradicional y la poesía trovadoresca que vivía atenta al hallazgo de nuevas piezas de códices perdidos. Estas dos corrientes supusieron el resurgir nuevo del Libro Rojo
El códice perdido,  fue reencontrado en Vic en 1885 para ser posteriormente comprado por el abad de Montserrat.
    

El manuscrito se compone de los siguientes libros:
.- Libro de los  milagros de la Virgen. Folios 1 a 21. Escrito en latín.
.- Libro de cantos y danzas. Folios 21 a 27. Escrito en latín y catalán
.- Libro de confesión. Folios 27 a  29.
.- Jubileo de Santa María de la Porciúncula en Montserrat en 1397. Folios 30 y 31.
.- Historia de la Indulgencia de Santa María de Angelis.. Folios 31 a 40
.- Privilegio pro indulgentiis impetrandis. Folios 40 y 41.
.- Privilegios pontificios concedidos a Montserrat -1409/1430-. Folios 41 a 46
.- Recopilación de oraciones. Folios 47 a 56, en latín y catalán
.- Artículos de la Santa Fé católica. Folios 57 y 58
.- Instrumenta spiritual artistas te enorme vivendi S. Isidori. Folios 58 a 65.
.- Anselmus de deploratione virginidades. Folios 65 a 67.
.- Apología de la fe cristiana. Folio 67; en latín.
.- Sobre el universo y alabanzas a su creador, en catalán y en latín. Folios 68-70.
.- Horas de la Virgen, de la Pasión, y oraciones. Folios 70 a 72; en latín y catalán.
.- Memoriale de mirabilibus te indulgentiis urbis Rome , escrito en 1382. Folios 72 a 74.
.- Salterio. Folios 75-76; en latín.
.- Brevis exhortatio ad sermocinandum. Folios 77-80; en latín y catalán.
.- Viridarium Consolation de vicio te virtutibus. Folio 80 a 93.
.- Opusculum de decem preceptos legislación, de quatuordecim fidei articules, te de septem ecclesie Sacramento. Folios 93 a 118.
.- Varia montserratina. Folio 119; en latín.
.- Kalendarium sanctorum monachorum. Folios 120 a 132.
.- Nota sobre facultades de los penitenciers. Folio 133.
.- Capítulos de la cofradía de Montserrat. Folios 133-134.
.- Indulgencia plenaria para los cofrades de Montserrat. Folios 134 y 135; en latín. 
.-En blanco. Folio 136
.- Assí comensa lo libre Appel del pecador lo cual hizo Monseny siendo Agustín. Folio 136
.- Notas referentes a la iglesia de Montserrat. Folio 137

El cancionero 


  



El cancionero recopilado entre los folios 20 a 27, es la parte más famosa del Llivre Bermell . 

La excepcionalidad de su interés compositivo musical radica en que junto a los cantos se dan a conocer algunas de las danzas medievales que los acompañaban, lo que hace de este códice un "unicum" de danza religiosa plenomedieval en Europa.


El conjunto ha sido estudiado y editado varias veces desde el año 1895. 



De las diez piezas que forman actualmente el cancionero solamente hay dos conocidas total o parcialmente por otras fuentes, de ahí su enorme importancia para la documentación de piezas inéditas de la época. 

Todos los cantos, excepto O virgo splendens, pertenecen al ars nova, constituyendo este canto un ejemplo de melodía mas antigua a la que se adaptó un texto nuevo.

No podemos decir nada con respecto a la creación musical.  La posible intervención del monje Guillermo de Matamala, praecentor de Montserrat, documentado como monje desde el año 1320 y muerto en 1355, en los cantos del Libro rojo no pasa de ser una suposición. 

Sabemos que hay un número de cantos perdidos del que sólo conocemos la letra del Rosa placentera.





Unos y otros formaban parte del repertorio musical religioso con que los peregrinos se entretenían en las plazas del santuario y cantaban a la luz de las lámparas durante la vigilia nocturna de oración ante la imagen de Montserrat. Así pués, el cancionero montserratino tiene un carácter cultual, de ahí que el códice recopile milagros marianos generales y del propio lugar anunciados en una homilía escrita en catalán, que va precedida de otro texto, una primera homilía escrita en latín,  que presenta un repertorio de temas como las actitudes y austeridad del peregrino, el destierro de bailes y cantos deshonestos durante la romería, la instrucción religiosa, la llamada a la conversión y al cumplimiento de los deberes del propio estado. 




La jornada religiosa del romero empezaba con la misa matinal y remataba en la vigilia nocturna en la iglesia.

La vigilia de oración ante la santa imagen de Montserrat formaba parte, en esa época,  de la romería. Podía ser una noche, o  alargarse varias (hasta tres), aunque no faltan indicaciones de celebraciones de novenas de vela. 

Se iniciaba hacia las seis de la tarde con el canto de la Salve y los gozos, que los monaguillos ejecutaban terminadas las completas. 

Primero eran los monaguillos quienes por encargo de los asistentes excitaban la devoción con el canto de otros gozos, himnos y prosas y quizás alguna de las piezas del cancionero Montserrat. 


Cuando, hacia las siete y media a lo sumo, se retiraban, continuaban los cantos de los cuidadores, instalados en la iglesia o en los claustros en alfombras, mantas y colchones que les proporcionaba el santuario. 

A medianoche o a primera hora de la mañana se imponía silencio: los monjes y sacerdotes debían rezar el oficio de maitines y el de laudes. La gente quedaba en la iglesia orando en silencio, adormecidos o bien preparándose para la confesión sacramental. 

A las cuatro o a las cinco de la mañana, según fuera verano o invierno, se celebraba la misa matinal. Era la misa por excelencia de los peregrinos. Cantada por los monaguillos, era siempre votiva y solemne de la Virgen, y por eso había cada día prédica.

Además de estos dos grandes actos populares-la vela y la misa matinal-, durante el día los romeros debían participar en actos de devoción, como los breves oficios de las horas de la Virgen y de la Cruz,  las letanías y otras devociones que encontramos en el códice. 

También tenían entonces ocasión de admirar los exvotos, de inscribirse en la Cofradía de Montserrat o bien de pagar la limosna anual, destinada principalmente al sostenimiento de los peregrinos, a la iluminación de la iglesia y en la reparación los caminos. 


     


Significado

Se asegura que el repertorio musical del Llivre Bermell es fruto de la devoción popular nacida, hacia mediados del siglo XIII, con los franciscanos. Estos, con sus ideales de pobreza y sencillez, hicieron posible popularizar la piedad. Este fenómeno, se une a la generalización del culto mariano debido, fundamentalmente a los dominicos, otra de las órdenes mendicantes de la época.

Todo esto no hizo sino favorecer la existencia de un corpus de canciones populares devocionales de María junto con otras propias de trovadores.

Los testimonios peninsulares de este fenómeno serían las Cantigas de Santa María, de carácter culto, y parte del Libro rojo de Montserrat, de carácter popular.

El propósito con el que se redactó este último se explica detalladamente en el folio 22, en la nota redactada en latín. Hemos de recordar que cantar y bailar en las iglesias estaba arraigado en la sociedad medieval, pero el abuso de estas cuestiones había atraído la atención de concilios y sínodos.

“Quia interdum peregrini quando vigilant in ecclesia Beate Marie de Monte Serrato volunt cantare et trepudiare, et etiam in platea de die, et ibi non debeant nisi honestas ac devotas cantilenas cantare, idcirco superius et inferius alique sunt scripte. Et de hoc uti debent honeste et parce, ne perturbent perseverantes in orationibus et devotis contemplationibus.”


“Dado que a veces los peregrinos, cuando velan en la iglesia de la Virgen María de Montserrat, quieren cantar y bailar y también desean hacerlo de día en la plaza, y dado que allí sólo deben cantarse canciones honestas y devotas, por tal razón hay escritas algunas antes y después.Y deben utilizarse honesta y moderadamente para no perturbar a quienes se encuentran en oración y meditación.

No obstante, al menos dos de las diez composiciones que incluye el manuscrito, ‘Mariam, matrem’ e ‘Inperayritz/Verges ses par’, son piezas que no es posible que estuviesen destinadas al canto de las gentes sencillas los peregrinos, pues se trata de dos virelais polifónicos. El primero de aquellos utiliza ritmos complejos que solo dominarían los cantores monacales y reales, mientras el segundo combina dos textos distintos como en un motete. Este modo ya estaba en desuso cuando fue copiado, lo que hace pensar que se trata de música mas antigua, por mas que fuera recopilada en el siglo XIV.

Polorum Regina  es una danza en corro y canto a una sola voz. Su estructura no responde a ninguna otra parecida, mientras que Cuncti Simus y los Set Gotxs son piezas destinadas a que los peregrinos hicieran de voces secundarias que acompañaran a otras solistas.
Todos cantos son en catalán, occitano y latín y sobre su autoría se desconoce todo. 
La última de sus composiciones, y tal vez la más notable, es Ad mortem festinamus, la versión musicada más antigua que se conoce de la Danza de la muerte. Idéntica composición, sólo que escrita en notación cuadrada gregoriana en lugar de en notación medida, aparece en la parte inferior de un delicioso fresco de la sala capitular del convento de San Francisco en Morella (Castellón)





Las piezas de la colección son diez:

- O virgo splendens (fol. 21v-22)
- Stella splendens (fol. 22r)
- Laudemus Virginem (fol. 23)
- Mariam, matrem Virginem (fol. 25r)
- Polorum Regina, omnium nostra (fol. 24v).
- Cuncti simus concanentes (fol. 24).
- Splendens ceptigera (fol. 23)
- Los set gotxs recomptarem (fol. 23v)
-Imperayritz de la ciutat joyosa / Verges ses par misericordiosa (fol. 25v)
- Ad mortem festinamus (fol. 26v)














Parece quedar claro que se trata, en general de músicas y danzas antiguas recopiladas en el siglo XIV y que de aquellas conservadas, hay una parte, de populares y otra de música culta. La excepcionalidad de este códice radica en su propio carácter de compendio (entre otros musical), su conservación y significado.


Deseo que os haya resultado interesante y os animeis a escuchar algunas de las piezas que se recogen en su cancionero de las que he realizado una selección como muestreo.  


¡Buena Semana a todos!












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