Cuéllar está unido a la historia de sus diversas fortificaciones desde hace tres mil años. Es incuestionable que razones de índole estratégica hacen que este territorio y sus mesetas elevadas de borde de páramo un lugar de excelencia que permite proteger el hábitat y genera condiciones favorables al control económico, político y territorial.
A un control visual sobre el territorio al sur, hasta el Sistema Central, se une la abundancia de agua en manantiales y arroyos y la proximidad de las fértiles tierras del valle del Cega.
El castillo y murallas de Cúellar fueron declaradas monumento en 1931 dentro de la consideración de Conjunto Histórico. La Villa de Cúellar se delimitó como Bien de Interés Cultural el 27 de enero de 1994.
Pero el castillo y las murallas de Cúellar son solo una parte de sus fortificaciones y de su historia.
Estas líneas no pretenden hacer una presentación descriptiva de las murallas medievales de Cuéllar ni de su castillo sino que tienen como objeto fundamental ofrecer una visión diacrónica de los sistemas defensivos de la villa, una aproximación tipológica y cultural, una introducción al concepto de que las fortificaciones son solo una parte de un todo en la ocupación territorial y que efectivamente deben ser objeto de una puesta en valor que pasa por su conocimiento, investigación, catalogación, protección urbanística y patrimonial, su socialización y valoración cultural.
Estudiar el amurallamiento y fortificación de Cuéllar a lo largo de la historia es complicado a pesar de mas de 20 años de intervenciones arqueológicas preventivas y de que se hayan llevado a cabo diferentes proyectos para la recuperación de los lienzos de las murallas ya que, a día de hoy, no hay datos publicados al respecto.
Para llevar a cabo un acercamiento serio desde el punto de vista histórico, interpretativo, cronológico, poliorcético, territorial, socioeconómico, jurídico, etc…sobre el tema, he de exponer que han sido fundamentales la realización de un reconocimiento directo de las fortificaciones, el estudio de la toponimia, la consulta archivística, la utilización de la fotografía aérea, el estudio comparativo, etc. habiéndonos faltado, por una cuestión ajena a nuestra voluntad, los resultados de una herramienta de enorme interés que hoy parece incuestionable en cualquier proyecto de restauración de construcciones históricas: la excavación arqueológica y la lectura estratigráfica de los paramentos (bajo y sobre cota 0).
Dicho esto, hemos de exponer que los objetivos fundamentales de esta aproximación a las fortificaciones cuellaranas son la determinación de su origen, cómo era el sistema defensivo en los diferentes momentos políticos e históricos, cómo evolucionaron cada una de ellas y cúales fueron las condiciones histórico-políticas a las que las fortificaciones daban respuesta.
Pero antes también debemos entender que las son sólo una parte de esa historia y sólo uno de los elementos del sistema de fortificación.
Igualmente es preciso indicar que las murallas no son sólo un elemento defensivo, sino que su levantamiento exige, necesariamente, que la sociedad esté cohesionada y organizada en torno a un poder político fuerte, delimitan la villa otorgando un estatus jurídico específico a sus habitantes que los diferencia de los de otros lugares, organiza los espacios intra y extramuros, tiene un carácter fiscal, etc.
A día de hoy, recintos fortificados y otros elementos defensivos construidos han pasado de constituir un elemento defensivo, fiscal, etc. a ser socialmente consideradas como un bien patrimonial que hay que conocer, proteger, conservar, restaurar y difundir y que es susceptible de generar desarrollo sostenible.
Cuéllar en la Edad del Hierro.
Aunque las noticias de la existencia de una fortificación prerromana no son más que un apunte realizado por el arqueólogo Joaquín Barrio, es posible que exista un primer amurallamiento cuellarano abrazando el asentamiento durante la Edad del Hierro.
Fotografías del proceso de excavación arqueológica en la Plaza del Castillo con viviendas de adobe correspondientes a cinco fases superpuestas.
El poblado prerromano de Cuéllar, ubicado en la Plaza del Castillo, es un auténtico tell de cinco poblados superpuestos que ocupan este espacio a lo largo del I Milenio A C, durante los compases finales de la I y II Edad del Hierro.
Recreación de una cabaña de la I Edad del Hierro (Dibujo de Luis Pascual Repiso)
Enterramiento de la II Edad del Hierro. Incineración y depósito
(Dibujo de Luis Pascual Repiso)
Las excavaciones arqueológicas realizadas en los años 80 dicen constatar la presencia, bajo una zona concreta de los cimientos de las murallas medievales, cerca de la puerta de San Basilio, de depósitos arqueológicos de adobes rubefactados que pueden, siempre según Barrio, constituir los restos de una primera muralla de Cuéllar de época prerromana.
Este poblado, junto a otros muchos que jalonan el territorio, se pudo fortificar durante la I Edad del Hierro, tal y como conocemos que ocurrió en el cerro de la Mota de Medina del Campo, donde se hallaron dos fosos de sección en V, en los poblados de la I Edad del Hierro del Soto de Medinilla, en Valladolid, con su muralla de adobe, pero también durante la etapa celtibérica clásica, mediante la construcción de un recinto levantado con enormes muros de piedra o adobe, probablemente sobre un zócalo pétreo, al igual que ocurre en los oppida de Pintia en Peñafiel (Valladolid) o en Numacia, Garray (Soria), entre otros.
Foso doble del poblado de la Edad del Hierro del Cerro de la Mota (Medina del Campo, Valladolid)
En el vecino de Pintia, distante unos 30 km en línea recta y también vacceo, la muralla está precedida por un enorme foso compartimentado mediante pequeñas barreras que dificultaban enormemente el acceso y asalto de la ciudad.
Excavación y reconocimiento del sistema defensivo de la ciudad prerromana de Pintia, en Padilla de Duero (Peñafiel, Valladolid)
Estos datos comparativos permiten atisbar una serie de posibilidades aún no reconocidas en Cuéllar que bien valen una reflexión y pueden ayudar a la búsqueda, identificación y estudio de las estructuras defensivas tanto del poblado de la I Edad del Hierro, probablemente ceñido a la zona más elevada de la meseta, como del oppidum prerromano que existió en Cuéllar.
Un datos mas sobre esta ocupación de la Edad del Hierro es la necrópolis de las Erijuelas, por supuesto extramuros.
Hallazgos de la Edad del Hierro en la traza de la villa correspondientes al poblado presumiblemente fortificado.
En el siglo I a C. se produjo el abandono del antiguo asentamiento, que no llegó a ocuparse en época romana, trasladándose el poblamiento a la zona de la vega y el valle donde se constata la presencia de establecimientos aislados en época tardorromana e hispanovisigoda, tal y como han reconocido las prospecciones arqueológicas y algunas excavaciones arqueológicas preventivas y de la que son exponentes, por citar sólo dos casos, los lugares de Contodo con cerámicas romanas en superficie, o la C/ Barrio Nuevo, con silos rellenados con materiales cerámicos atribuidos a momentos de la antigüedad tardía
Las fortificaciones medievales de Cuéllar en los siglos X y XI.
Ubicación del lugar de Castilviejo
Como expuse unas líneas más arriba el antiguo poblado prerromano había sido abandonado y su población se hallaba dispersa en el valle. Restos de un poblamiento hispanovisigodo han sido reconocidos en la C/ Barrio Nuevo, junto a la c/ Santa Clara.
Realmente es difícil saber qué ocurrió en esta zona desde en el siglo VIII al X ya que la historiografía ha mantenido hasta hace muy poco tiempo la despoblación de todo el espacio entre la cordillera central y la línea sur del Duero desde la entrada de los árabes de 711 hasta la repoblación. Hoy sabemos que no es cierto y si bien las élites hispanovisigodas se retiraron al norte, los campesinos debieron permanecer en el territorio de forma poco y organizada al margen de los poderes cristianos del norte y del emirato, primero, y luego califato de Córdoba. Además cobra un enorme interés la existencia de topónimos bereberes (husun skar y Burtill Assim) en estos espacios, de seguro haciendo referencia a la presencia de poblaciones norteafricanas que se mezclarían sin duda con el sustrato poblacional previo.
Con estas premisas y el reconocimiento del emplazamiento de algunos de los castillos y alquerías fortificadas mencionados por Ibn Hayyan en su Muqtabis V traducido por Pedro Chalmeta, en torno al itinerario de las huestes de Abderramán III hacia la batalla de la plaza de Simancas en 939 (hisn skar -Iscar-, hisn Burtill Assim - Portillo-, Alkasrain -Alcazarén- y Coca) y su retirada hacia Alhándega (pasando los castillos de Mamblas en Tudela de Duero (Valladolid), Rubielos en San Martín de Rubiales(Burgos), así como de otros emplazamientos encastillados como El Pico del Castrejón, en Valdezate (Burgos) y el Pico del Castro en Quintanilla de Arriba (Valladolid) había que afrontar el reconocimiento del Qwulá, Colar, mencionado con ocasión de la Razzia del Victorioso (Al Mansur) entre el 23 de mayo y el 26 de junio de 977.
Unir todas las posibilidades y datos hace que la balanza se incline por el análisis del Castilviejo como el antiguo emplazamiento condal del siglo X, (nos hallamos en tierras del condado de Monzón siendo el conde Asur Fernández): un pequeño promontorio precedido de un foso a su vez adelantado sobre una sobreelevada podrían enmascarar la existencia del Colar fortificado objeto del ataque de Almanzor.
La fotografía aérea que localicé a finales de primavera del año 2011 en el visor Iberpix del instituto Geográfico Nacional, permite observar sobre el lugar de Castilviejo un crecimiento diferencial de la vegetación que ofreció nuevos datos para identificar un núcleo del que salvo el topónimo casi nada se conocía hasta entonces. Entiendo, a la luz de lo observado, que es clara la existencia de un gran foso, de varias estructuras longitudinales muy estrechas y alargadas y al exterior de todo esto, un camino y un número indeterminado de estructuras que rodean el lugar. Hacia el este y dominando visualmente una extensa superficie, hasta las cumbres del Sistema Central, un pequeño foso corta la caliza e individualiza un anillo calizo.
Desde mi punto de vista, sin duda es una construcción defensiva altomedieval y, que albergó un recinto precedido por un foso, con estructuras (calles, fosos?) longitudinales y una torre sobre la roca, individualizada con su propio trinchera.
Que el victorioso general andalusí en sus campañas de guerra generó una diáspora poblacional basada en el temor a su crueldad, me parece igualmente segura, por lo que tal vez no es hasta la reorganización del territorio en el XI cuando Cuéllar vuelva a tener una identidad poblacional clara. Y ello ocurre. obviamente, una vez tomada la ciudad de Toledo por el rey Alfonso VI trasladándose la zona de frontera al río Tajo, una cuestión que va a permitir al rey reorganizar la ocupación del territorio del Duero.
La fortificación medieval de Cuellar a finales del XI y en el XII.
Las fórmulas adoptadas por el rey Alfonso VI para reorganizar el territorio situado al sur del Duero, una vez tomada Toledo en 1085, pasaron por dos fases consecutivas; una primera encargada a sus notables y otra, la definitiva, con la creación de las Comunidades de Villa y Tierra.
Por lo tanto, a una primera fase de finales del siglo XI correspondería una instalación de tenencias de algunas fortalezas levantadas en un medio agropecuario. En Cuéllar es Pedro Ansúrez el encargado de esta primera repoblación en manos de nobles enviados por el rey. Sabemos que estas tenencias de las llamadas repoblaciones altomedievales del XI van relacionadas a una fortaleza regia al mando de los aristócratas; pero ¿dónde se localizaría esta fortificación cuellarana si es que la hubo? ¿se mantuvo Castilviejo como fortaleza?. A día de hoy es imposible determinar este aspecto sin la concurrencia de excavaciones arqueológicas y de una investigación más profunda.
No sería extraño que el foso medieval no excavado, del que nos habla Barrio, como un elemento reconocido en la intervención llevada a cabo en la Plaza del Castillo y que se halla cerca de la iglesia de San Martín, pudiera haber sido una parte de esa primera ocupación ansuriana, aunque, por las cuestiones apuntadas más arriba, esta hipótesis sea sólo un indicio mínimo.
La fórmula real que ponía en manos de la alta nobleza la organización de los territorios pacificados y que había sido bien ensayada al norte del Duero, pronto se mostró poco válida para estos nuevos territorios llenos de gentes de frontera y a los que era difícil atraer pobladores sin contraprestaciones.
Así que surge la nueva fórmula concejil pasándose a la idea de creación de una villa amurallada, una ciudad fortificada que garantiza la seguridad de los habitantes de la villa y su territorio, marca las responsabilidades del concejo y establece le nuevo estatus jurídico y político. Es decir, que existe una transición del sistema de vieja fortaleza ubicada en el espacio rural, campesino y militar desarticulado, a un nuevo encastillamiento concentrado en la capital de la Villa y Tierra.
La Villa, convertida en ciudadela fortificada de la comunidad, con su cerca operativa, pasa a constituir el baluarte defensivo en caso de peligro, incluso para los habitantes de su alfoz, perdiendo su sentido las atalayas o fortalezas anteriores del territorio.
La muralla no es sólo un muro, no sólo y no necesariamente es siempre de piedra; levantar una muralla y proteger un poblamiento exige cohesión social y la existencia de una organización política; la muralla diferencia lo que hay dentro y fuera del recinto, proporciona un estatus a los ciudadanos que diferencia de los de otros lugares, organiza los espacios intramuros, las collaciones, pero también lo que hay o debe haber extramuros , p. ej. instalaciones insalubres, localización de los cementerios de las minorías o grupos religiosos diferentes de los cristianos, establece barrios específicos, la localización de los conventos de las órdenes mendicantes, etc.; tiene sentido jurisdiccional, fiscal (portazgo) y mercantil; forma parte de un sistema complejo de gran importancia a lo largo del tiempo. Además alberga las élites sociales: Concejo, hidalgos, nobles, burgueses, clérigos… y organiza la Tierra, esto es, un territorio con sus aldeas (no fortificadas) y sus tierras.
Así que surge la nueva fórmula concejil pasándose a la idea de creación de una villa amurallada, una ciudad fortificada que garantiza la seguridad de los habitantes de la villa y su territorio, marca las responsabilidades del concejo y establece le nuevo estatus jurídico y político. Es decir, que existe una transición del sistema de vieja fortaleza ubicada en el espacio rural, campesino y militar desarticulado, a un nuevo encastillamiento concentrado en la capital de la Villa y Tierra.
La Villa, convertida en ciudadela fortificada de la comunidad, con su cerca operativa, pasa a constituir el baluarte defensivo en caso de peligro, incluso para los habitantes de su alfoz, perdiendo su sentido las atalayas o fortalezas anteriores del territorio.
La muralla no es sólo un muro, no sólo y no necesariamente es siempre de piedra; levantar una muralla y proteger un poblamiento exige cohesión social y la existencia de una organización política; la muralla diferencia lo que hay dentro y fuera del recinto, proporciona un estatus a los ciudadanos que diferencia de los de otros lugares, organiza los espacios intramuros, las collaciones, pero también lo que hay o debe haber extramuros , p. ej. instalaciones insalubres, localización de los cementerios de las minorías o grupos religiosos diferentes de los cristianos, establece barrios específicos, la localización de los conventos de las órdenes mendicantes, etc.; tiene sentido jurisdiccional, fiscal (portazgo) y mercantil; forma parte de un sistema complejo de gran importancia a lo largo del tiempo. Además alberga las élites sociales: Concejo, hidalgos, nobles, burgueses, clérigos… y organiza la Tierra, esto es, un territorio con sus aldeas (no fortificadas) y sus tierras.
No debió ser hasta mediados o finales del siglo XII cuando realmente se comenzó a levantar la cerca medieval cuellarana tal y como viene a determinar el estudio arqueológico para otras villas como Turégano, aunque evidentemente la gente ya vivía sobre este solar mientras levantaba las defensas tal y como se ha comprobado en Torodano y Haza a través de la existencia de silos y muros antiguos infrayacentes a las nuevas cercas.
Esta fortificación plenomedieval protegía la villa y a la población de las aldeas por lo que las antiguas torres del territorio caen en desuso.
Plano de la villa amurallada de Cuéllar con sus dos recintos, las puertas y portillos o postigos, el bastión de San Pedro, la barrera (en color azul) y el foso norte (en color amarillo).
Está claro que debe existir un núcleo de poblamiento algo anterior y durante la construcción de las murallas. ¿Pudo existir un primer espacio hoy desaparecido del que quedaría el foso medieval junto a San Martín, como apuntábamos unas líneas mas arriba?
Las murallas de la villa comienzan a levantarse en su configuración actual sobre mediados o finales del siglo XII formando parte de un sistema completo compuesto por una cerca con sus puertas, flanqueadas por torres, varios recintos rodeados de una barrera y fosos que aprovechan vaguadas naturales que se artificializan.
Tramo extramuros en la zona de confluencia de los recintos de la cerca cuellarana de mampostería encofrada.
El recinto de la ciudadela y el de la ciudad se levantan con mampostería encofrada, un sistema constructivo bien conocido ya desde el siglo XI.
Se ha conservado históricamente el acabado de las tongadas de obra, las huellas de las agujas, etc.
Los lienzos conservaron, con el tiempo, su configuración inicial en general y los vanos su ubicación primigenia, pero estuvieron sujetos a transformaciones que son observables tanto en la tipología como en su reconocimiento arqueológico (junto al Estudio de Gramática, la puerta de San Martín, o la de Robledo, por ejemplo).
Este sistema de cerca lineal rodeada por una barrera y en las zonas más vulnerables, la cava o foso, es un completo sistema detectado igualmente en otras villas.
La cava se reconocía, aún a inicios de la Edad Moderna, entre la puerta de San Martín y La Magdalena, pero nada hacer descartar, sino todo lo contrario, que tales cavas se desarrollaran en otros tramos aprovechando la topografía natural reformada para hacer inaccesible acercarse a la base de la barrera.
La muralla cuellarana plenomedieval se levanta en dos recintos conocidos como la ciudadela y la ciudad que, desde mi punto de vista, son levantados de forma inmediata siendo el más alto algo más antiguo por que la construcción empezó en la plataforma más alta de la meseta y al finalizar ya se mostraba insuficiente para albergar a toda la población que había ido creciendo y estableciéndose en barrios extramuros. Los sistemas constructivos son similares, los postigos fueron abiertos y diseñados de forma muy parecida, etc.
Las reformas y labores de mantenimiento de las cercas debían ser permanentes y están constatados desde mediados del XIII los arreglos consecutivos de los muros ordenados por Alfonso X.
La ciudadela.
Se trata de una muralla en la que las torres flanquean puertas y engrosamientos y pequeños chaflanes, los portillos o postigos, siendo variadas las soluciones abastionadas que resuelven la defensa de las puertas.
Aspecto de la coronación del sistema de la puerta de robledo o de San Basilio
Puerta de Robledo y torres adelantadas asimétricas
Escudos sobre la Puerta de Robledo: concejo (inferior) y ducales
El enorme y complejo baluarte de la puerta de Robledo, hoy de San Basilio, con un bastión perforado adelantado sobre el oeste con muros a modo de torres achaflanadas, y sus torres laterales, una de ellas cuadrangular y la otra ultrasemicircular protegen una puerta con rastrillo y doble garita interior así como dos terrazas a diferentes alturas. El sistema permitía visualizar todos los ángulos y es fruto del diseño necesario para la pirobalística de la época, pero fue complementado con posterioridad como reflejan los escudos de los duques y la tronera de cruz y orbe correspondiente a las reformas del II Duque.
La cerca se levantó adaptándose al terreno preexistente mediante el sistema de encofrado, habiendo permanecido las huellas de las tongadas, tablones y agujas del mismo, visibles hasta ahora.
Fotografía antigua (finales del XIX) de la cerca de la Villa desde el sur. Se advierte la altura y cubierta de las torres y el almenado de la cerca.
Esta muralla se abría de nuevo en la pequeña puerta de la Judería que por sus características parece ser objeto de una apertura no original y que no se asocia a torre alguna precisamente por ello, aunque en época del II Duque fue almenada y aún conserva restos de los merlones con troneras de cruz y orbe.
Fotografía de la puerta de la judería desde la cerca de la ciudad con el recrecido del almenado del II Duque
Fotografía actual de la puerta del barrio de la judería, vista desde el interior de la ciudadela.
Girando tras englobar la actual plaza del Estudio de Gramática, se abre la puerta de San Martín, flanqueada por dos torres y con un desarrollo corregido en época artillera, incluso replanteando el lienzo entero en su trazado y alzado. Al interior poseía dos cuerpos de guardia, uno a cada lado de la puerta. Hacia la ciudad se defiende con troneras de buzón de interesante factura. En el interior de la estructura existía una doble puerta, cada puerta de doble hoja, de la que se conservan las quicialeras o ranguas.
Puerta de San Martín con viviendas adosadas (ya inexistentes). Se observan los cuerpos de guardia y una de las troneras de buzón. De nuevo los tres escudos.
Siguiendo el lienzo hacia el sur, se levantaba, adosada a la cara externa de la muralla una torre defensiva, cuyo zócalo antiguo, de la primera época de las murallas, es perfectamente reconocible por un aparejo constructivo bien identificado y diferente del de su alzado, realizado ya en época artillera (a partir de mediados del siglo XV), con troneras de cruz y orbe. Un análisis de la introducción de la pólvora en el armamento y de los elementos para defender con estas los muros, así como de las trayectorias, flancos, etc, se muestra extremadamente atractiva para comprender algunos de los replanteamientos defensivos que se producen precisamente a partir de mediados y finales del XV en las murallas cuellaranas cuando se introducen en sus alzados y torres las troneras de palo y orbe, cruz y orbe y de buzón, en sus variantes, por ejemplo.
Continuando hacia el sur se abría una nueva puerta, la de Santiago, igualmente defendida en esta ocasión por una torre poligonal que ha acabado convertida en semicircular y a la que se accede también desde el adarve.
Torreón que flanquea la puerta de Santiago. Aspecto a finales del siglo XIX.
Puerta de Santiago antes (1996) y después de su restauración (2011)
Hacia el oeste una nueva torre de planta cuadrada defiende la hoy desaparecida puerta de las Cuevas y más hacia el este se cierra el circuito con una mínima inflexión de la cerca que permite proteger el pequeño postigo de la Huerta del Duque que aún conserva las ranguas de la hoja de la puerta y la guardatranca interior.
El recinto de la ciudad comienza al lado de la puerta de judería, convertida en un fondo de saco, para descender transversalmente a la pendiente y retranquearse en la puerta de San Andrés. Desconozco si las construcciones adelantadas sobre el norte de la misma han sido objeto de un estudio pormenorizado, pero el alzado troncopiramidal de aquellas sugiere la posibilidad de la comparecencia de un bastión adelantado sobre el vano de la puerta, alineado con el trazado de la barrera, que se vuelve visible de nuevo hacia el este. Como en las puertas de Robledo/San Basilio y de San Martín, parece que se conservan los restos de los cuerpos de guardia interiores.
Puerta de San Andrés.
Cerca y barrera en la Calle Nueva.
Si se continúa hacia el oriente, bordeando por la calle nueva, la muralla se abre de nuevo en un postigo o portillo simple, una apertura en el muro de la cerca rematado con un arco de ladrillo macizo. Una sencilla puerta auxiliar de la cerca plenomedieval, protegida por la barrera que acabó convirtiéndose, por la superposición o añadido de un muro interno, en una puerta acodada o en esviaje.
Postigo de la Calle Nueva al que se adosó por el interior una nueva estructura convirtiéndola en una puerta nueva en esviaje o acodada.
El tramo amurallado hasta Carchena ofrece, en su parte más alta, los restos del ritmo de ventanas y troneras de cruz y orbe del II Duque y acaba, tras la desaparecida puerta de Carchena, convertida en un resto rebajado e incluso desmantelado para realizar nuevas construcciones.
Cerca de la villa con viviendas sobrealzadas en el paño integrando almenas y merlones.
Del otro lado de la Calle de San Pedro y adelantándose a la alineación de la cerca y de la barrera, el imponente bastión de la iglesia fortificada protegía el acceso a la ciudad en su parte baja, muy vulnerable por su situación topográfica, pero que se hallaba completada por la barrera y foso correspondiente que descendían bordeando la línea de muralla entre la calle de la muralla y la de las Parras.
La cerca discurría hacia el noroeste y en el portillo del exangel realizaba un giro inusual y extraño en su alineación natural y transversal, comprensible sólo desde un punto de vista topográfico. En este tramo girado aparece una torre defensiva que está siendo objeto de trabajos y a la que no me ha sido posible acceder pero en la que, me consta, se ha reconocido un acceso inédito. Esta torre, junto a otra, también única, de la ciudadela, son las únicas de la muralla original que no flanquean puertas, pero que debieron ser necesarias a efectos de cubrir flancos.
Las fortificaciones cuellaranas a partir del siglo XIV.
Respecto de la muralla cuellarana, la documentación de los archivos de la Villa nos remite al cobro de impuestos para arreglo y mantenimiento a los vecinos de la villa y de la Comunidad, en 1403 por importe de 30.000 maravedíes.
Igualmente, se guardan datos sobre la compra de cerrojos para las puertas de Carchena y Robledo que son guardadas en días señalados por algunos nobles (Regimiento de 1591) y en las ordenanzas de 1546, se determina que los rebaños entren a ordeñar por la Puerta del Barrio Nuevo y la de Robledo, cuestiones que vienen a incidir en el uso que se hace de ellas en los siglos XV y XVI.
Los elementos defensivos siguen siendo muros, cava y torres, a los que el II Duque de Alburquerque recrecerá con un almenado de troneras nuevas (Tal vez sustituyendo saeteras antiguas). Ahora, la introducción de la artillería exige nuevos huecos de palo y orbe y cruz y orbe y las, algo mas modernas, de buzón.
En la puerta mas baja, la que conduce hacia Segovia, se ha creado el enorme bastión de la iglesia fortificada de San Pedro.
Iglesia de San Pedro. Bastión sobre la puerta del mismo nombre.
Un elemento novedoso es el castillo levantado en la zona más alta de la ciudad, recostado sobre la antigua cerca plenomedieval, objeto de numerosas reformas y complementado con otros elementos, hasta su configuración actual. La primera noticia en la que se cita el castillo data de 1306, cuando el 2 de octubre de dicho año Fernando IV otorga desde Burgos un documento similar al de su abuelo Alfonso X el Sabio, concediendo el empleo de la recaudación de las multas en “el refazimiento del castillo”.
Castillo desde la cerca.
Castillo y barrera artillera con foso vista desde el piso superior de la puerta de Robledo o de San Basilio.
Esquema de Edward Cooper sobre el castillo en su gran obra: Castillos señoriales del reino de Castilla.
No es mi objetivo, ahora, hacer un análisis ni siquiera superficial del mismo, pero no me resisto a hacer tres breves observaciones:
1.- Al adarve de las murallas, una vez construido el castillo, solo se accedía por escaleras externas a él, quedando la nueva fortaleza independizada de las murallas por completo.
2.- La Torre-puerta situada en el lado oeste pudo ser una puerta previa de la cerca de la ciudadela.
3.- El castillo tiene su propio sistema de defensa que hacia la villa se establece mediante la construcción de una barrera artillera, precedida de un foso, y de una barbacana.
La barbacana es únicamente un elemento de protección de la puerta y una vez flanqueada esta, la puerta interior se defendía con la colocación de una defensa vertical, la ladronera.
Una puerta fortificada con rastrillo y dos escaragüaitas, defendía la barbacana de la barrera artillera de cubos con troneras de palo y orbe, construida a partir de la segunda mitad del XV.
Esta barrera artillera hace que la ciudad se aleje de las inmediaciones del castillo creándose, a partir de entonces, un vacío hasta la iglesia de San Martín que permaneció, por su carácter sagrado, mientras las manzanas de casas y calles desaparecían del paisaje urbano inmediato.
Puerta que protege la barbacana del castillo de la barrera artillera (por si se tomaba esta), con rastrillo y flanqueada por escaragüaitas
Liza entre el castillo y la barrera. Al exterior el foso seco.
Ladronera sobre la puerta de ingreso al castillo desde la barbacana. Alfiz con escudo ducal.
De un enorme interés son también los documentos en los que viene a insistirse, a lo largo del tiempo, en el desuso y mal uso de algunas de las funciones defensivas de las cercas a partir del siglo XV, constatándose, ante el uso de las cercas para adosar viviendas, la prohibición de hacerlo.
En el año 1546 se recoge la prohibición expresa de hacer" muradales en la Villa ni arravales alrededor de las cercas ni otras partes" y la penalización por lanzar basuras en las zonas de las puertas, ni en las barreras, ni entre las puertas principales de San Pedro y de Carchena, ni alrededor de los muros de la villa con cincuenta pies ni en las barreras de ella.
En 1547 se establecen ya penas "para los que quitasen piedras de las cercas e hicieran leña de las puertas" así como insistir en la de prohibir" construcciones.
A partir de entonces y hasta hace tres décadas, son constantes las referencias a la caída y derrumbe de paños por falta de mantenimiento ( entre Santiago y San Martín, en la zona de la achicorera) o su desmantelamiento intencionado para la construcción de nuevos edificios (cine La Muralla.)
En la actualidad, además de los paños conservados, hemos realizado una relación de las puertas de los recintos:
San Basilio/Robledo Fortificada
Las Cuevas Destruída
Santiago Fortificada
San Martín Fortificada
La Judería Almenada y troneras
San Andrés ¿Torre adelantada?
Carchena Destruída
San Pedro Fortificada
Santa Marina Destruída
Postigos de Huerta Herrera, Exangel y Calle Nueva.
Puerta de Robledo o de San Basilio
Reflexiones y propuestas
Esta aproximación al tema de las fortificaciones cuellaranas no estaría completa si no existiera una breve resumen que viene a incidir en la
.- superposición parcial de los sistemas defensivos prerromano y plenomedieval, y posterior desarrollo de la villa hasta la actualidad.
.- la identificación y caracterización del castrum altomedieval del siglo X que sería conveniente aquilatar con trabajos arqueológicos específicos y que debería ser objeto de catalogación como yacimiento arqueológico y protegido de forma efectiva en los instrumentos urbanísticos y patrimoniales.
A pesar de lo que ya vamos conociendo, aún existen numerosos interrogantes respecto del sistema defensivo plenomedieval, tanto desde la perspectiva del origen de los elementos, como de su evolución. Estas dudas podrían subsanarse, si llegamos a tiempo, con una pormenorizada lectura estratigráfica de los alzados.
Del mismo modo es necesario realizar intervenciones arqueológicas de excavación dentro de un programa específico con objetivos bien definidos en los que la comprensión de las superposiciones constructivas, el reconocimiento del sistema prerromano, etc , sean aspectos ineludibles.
Así, habría que plantear la puesta en marcha de un proyecto de investigación específico sobre las fortificaciones cuellaranas en el que se introduzca la práctica de la lectura estratigráfica de los alzados y la excavación arqueológica, y se revisen y sistematicen los conocimientos.
La publicación de los resultados de las actuaciones arqueológicas llevadas a cabo en este ámbito se muestra imprescindible y contribuirá de un modo innegable a la puesta en valor de los sistemas defensivos cuellaranos desde un punto de vista histórico, pues el turístico parece que si ha sido contemplado.
¡Feliz semana!
Las líneas que acaban de leer y las imágenes que acaban de ver fueron tratadas inicialmente en una charla organizada por Doña Julia Montalvillo, archivera en Cuéllar, en el mes de diciembre de 2011 en el Palacio de Pedro I, aunque mi trabajo sobre el tema había comenzado en 1995.
Escribano Velasco, M. Consuelo; 211: Fortificaciones de Cuéllar. Revista La Villa, nº 45. Diciembre 2011, pp. 27 a 36.
Escribano Velasco, M. Consuelo; 211: Fortificaciones de Cuéllar. Revista La Villa, nº 45. Diciembre 2011, pp. 27 a 36.
Fantástico artículo, estupenda población y magnífico castillo. Tenía ganas de conocer Cuéllar y ahora más.
ResponderEliminarEnhorabuena por la entrada.
Muchísimas gracias. Es un lugar con mucha historia, un rico patrimonio cultural y muchas otras cosas.
ResponderEliminarme gusta y agradezco quien me lo mando es muy interesante y muchas gracias ,'''''''
ResponderEliminarGracias a ti por leerme
Eliminarexcelente tabajo. bien fotografiado y mejor relatado.
ResponderEliminar