Al fondo del obrador del barrio alfarero de la ciudad, el pintor se afana sobre el vientre de una jarra. Se acercan las celebraciones y conmemoraciones de antaño, preservadas a pesar de la conquista y que, ahora con mas razón, hay que plasmar en la producción de encargo. Los artesanos innovan arrastrando costumbres y consiguiendo intercambios y rupturas.
Acostumbrados a trazar sobre los vasos anaranjados las negras líneas geométricas, se enfrentan, con emoción, al relato fantástico de los rituales de su pueblo plasmando, en varios colores, lo mas simbólico sin concesión alguna a la anécdota ni al paisaje, en un intento de conservar lo que parece ir mutando y olvidándose.
Cabeza aplicada y pintada en un vaso decorado con motivos geométricos de Numancia.
La cerámica conocida como numantina por antonomasia se caracteriza por tener unas formas muy peculiares pero, ante todo, por su ornamentación pintada
(A. García y Bellido)
Jarro de Numancia con esvásticas.
No hay duda alguna sobre el interés que algunos objetos del pasado tienen para la comprensión de la historia de un pueblo. Llegado el caso, algunos de aquellos se muestran como documentos de primer orden para comprender aspectos y detalles de la vida de sus poseedores, descendiendo al simbolismo, las creencias, los detalles de su armamento, su forma de vestir, etc, constituyendo una elocuente muestra de todo esto los vasos numantinos, fundamentalmente los polícromos, que acogen pinturas narrativas de gran complejidad.
Numancia ha ofrecido, como ningún otro yacimiento de su época, una colección de vasos cerámicos numeroso, formalmente rico y con unas escenas pintadas originales y complejas que han provocado establecer, a partir de aquellas, una tipología específica en la producción vascular indígena, conocida como Cerámicas Numantinas. Se trata un elenco de aproximadamente un millar de vasos hechos a torno y cocidos a fuego oxidante.
A las mas tempranas monócromas pintadas en negro, se añaden las específicas decoradas con pintura arcillosa blanca y las polícromas, que comienzan a ser también identificadas en otros yacimientos como Segontia Lanka (Langa de Duero, los Castejones de Calatañazor , Castil Terreño, en Izana ( todos en Soria)y la necrópolis de El Pardillo, en Pinilla Trasmonte (Burgos).
Destacan entre estas polícromas las jarras de boca trilobulada, seguidas por copas y cuencos.
Además, se añade a la producción cerámica pintada numantina alguna cajita pintada con una figura femenina, unas pocas fusayolas pintadas y las trompas de guerra.
Así, queda clara la relación de la pintura con unos determinados perfiles cerámicos, a la que añadiremos su valor compositivo con el desarrollo de escenas ya sean geométricas, ya fantásticas muy originales.
Vaso de pintura monócroma en negro con motivos geométricos y bóvidos, Vaso de los toros de Numancia.
Uno de los principales retos a los que se enfrenta la investigación moderna es lograr trascender lo puramente estético para adentrarse en la comprensión inmaterial de la iconografía abordando un análisis desde la religiosidad, las creencias, la simbología, ideología y estructuración social y económica de los pueblos antiguos.
Particularmente relevantes son algunos fragmentos cerámicos que vienen a confirmar el ritual de la exposición de los cadáveres de los guerreros muertos durante el combate como exponente de la vida del mas allá, los motivos solares, los toros, la hibridación de hombres y caballos, cierta escritura, doma de caballos, enfrentamientos bélicos, etc
Sobre su datación, grosso modo se entiende que habrían de aparecer hacia comienzos del siglo II a C., introduciéndose la policromía en un momento avanzado del siglo I a C, cuando ya hacía tiempo que la ciudad había sido asaltada y conquistada por Roma. De hecho, existen ciertos paralelismos con otras representaciones de algunas monedas indígenas con esa data.
Se trata de producciones muy conceptuales.
Jarra de boca polilobulada pintada con ojos, imitando un ave.
El caballo, uno de los motivos utilizados en varias ocasiones, era un recurso económico, símbolo de una élite guerrera. Existe entre los pueblos prerromanos, dice Estrabón, un culto al caballo. A veces se bebe la sangre de caballos sacrificados para obtener su fuerza y García Bellido afirmaba que existe una divinidad mezcla de ser humano y caballo asociada al culto al sol. También existe una vinculación con el mundo funerario prerromano, otorgando al jinete una consideración heróica entre los pueblos iberos.
Los arreos de caballo se vinculan, en las necrópolis, a los personajes de gran riqueza que constituyen las élites indígenas, equestres, por supuesto.
Siendo así, es posible que las escenas de doma tal vez representen un rito de paso?
Caballo celtibérico
Escena en tonos ocres sobre blanco que correspondería a la doma de un caballo, tal vez la representación de un rito de paso de las élites equestres o una escena de carácter simbólico religioso
En las cerámicas numantinas aparecen representados, además de caballos y toros, otros animales como las aves y los peces. En el primero de los casos se representan aves complejas, como la abubilla polícroma, y buitres esquemáticos en negro que, en ocasiones, conforman escenas.
Abubilla sobre trisquel, un símbolo solar. El número tres parece ser sagrado para algunos pueblos antiguos,
Copa numantina decorada con peces
Buitre de un vaso de Numancia
Existen fragmentos pintados con el tema de la extraordinaria práctica de prohibir la cremación de los noble guerreros caídos en combate, reservándoles el derecho a ser expuestos al aire libre para ser devorados por los buitres, considerados animales sagrados, cuyo cometido era el de transportarlos al espacio celeste, junto a los dioses fue expuesta ya en las fuentes clásicas. Silio Italico afirma “Los celtíberos consideran un honor morir en el combate y un crimen quemar el cadáver del guerrero así muerto; pues creen que su alma remonta a los dioses del cielo, al devorar el cuerpo yacente el buitre” y, Eliano, refiriéndose a los vacceos, escribe “…dan sepultura en el fuego a los que mueren de enfermedad..., mas a los que pierden la vida en la guerra... los arrojan a los buitres, que estiman como animales sagrados".
Los motivos antropomorfos nunca se representan en escenas cotidianas sino que están fuertemente imbuidas de simbolismo: a la ya mencionada exposición funeraria a las aves (buitres), se unen sacrificios con personajes tocados y de singulares vestidos, hombres hibridados con animales en su presentación formal, danzas rituales y hombres y mujeres que representan divinidades indígenas.
Vaso de los danzantes. Un personaje masculino en movimiento parece tener los brazos abiertos introducidos en una especie de envoltorio cónico.
Escena de un ritual de sacrificio de un animal, un ave, con un personaje tocado con un gorro de forma cónica y una túnica muy ornamentada, tal vez un sacerdote indígena.
Divinidad femenina con velo, en vista frontal, entre hipocampos
Vaso de los Guerreros, de Numancia. La escena de combate es solo una de las tres existentes y la única con personajes humanos. Las otras dos, también de composición simétrica está compuesta por animales fantásticos.
Figura humana con cuernos de ciervo interpretada como el dios Cernunos, la deidad de la fertilidad, la riqueza y la regeneración.
Hombre caballo de Numancia.
Incluso, en ocasiones, motivos animales, como la cabeza de toro de la imagen inferior, se representan de tal modo que pudiera tratarse de auténticas máscaras, dado que se adereza con ínfulas.
Máscara de toro, de Numancia
Todas las fotografías están realizadas por A. Plaza para el Museo Numantino de Soria.
¡Les deseo una feliz semana!
Jimeno Martínez, A.; 2005. Celtíberos. Tras la estela de Numancia.
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