miércoles, 22 de julio de 2020

Las momias de las turberas del norte de Europa



La práctica arqueológica conoce bien la excepcionalidad de la conservación de la materia orgánica a lo largo del tiempo. Sin embargo, existen lugares en los que las condiciones de temperatura y humedad son estables y se propicia, precisamente, esa conservación. Esto ocurre bajo el agua, en el hielo y en la turba. Es, precisamente, este combustible fósil propio de zonas pantanosas, y su descomposición -en asfalto y alquitrán-  una materia que embalsama de forma natural y ya fue utilizada en el antiguo Egipto a tales efectos.
En las turberas del norte europeo -Alemania, Rusia, Escandinavia, Dinamarca, Irlanda, Reino Unido y Suiza, gracias a las propiedades mencionadas a las que se une la antibiótica, se han hallado mas de dos millares de cuerpos humanos de épocas muy diferentes, fundamentalmente de finales de la Edad del Hierro correspondientes a hombres y mujeres de todas las edades que, en la mayor parte de los casos, presentan evidencias de una muerte violenta: maniatados, con una soga al cuello, amputados, diseccionados. ¿Se trataría de ejecuciones o tal vez de sacrificios rituales?
Su aspecto oscuro y parecido al cuero se debe precisamente a esas condiciones de las turberas y los huesos han sufrido, en general, brutales desmineralizaciones, hasta casi su cristalización y desaparición.
Con la conquista y romanización de esos territorios llegan las primeras noticias escritas de esos pueblos del norte de los que los historiadores latinos dicen, entre otras muchas cosas, que creen que los pantanos son la morada de los dioses, una puerta a otros mundos, por lo que es allí donde se acostumbraba a ajusticiar a los acusados de delitos como el crimen, la deserción, la traición, el adulterio y la homosexualidad. De igual modo en estos lugares se ofrecían  sacrificios humanos de carácter ritual, una cuestión que vendría avalada, además, por la presencia de bayas con propiedades sedantes y/o alucinógenas (cornezuelo del centeno, muérdago, bajas...) en los estómagos de algunas de estas momias de los pantanos.


En el caso de la llamada el "Hombre de Tollund" no había rastros de carne en su sistema digestivo, lo que nos obliga a pensar que durante sus últimas 24 horas de vida solo se alimentó  de semillas silvestres y cultivadas en una especie de ritual preparatorio. Incluso se apunta que pudiera haber sido sacrificado como ofrenda a la  diosa Nerthus  en un ritual similar al mencionado por Tácito en su Germania Magna, en el que a las víctimas se las ahogaba ritualmente.
Tenía el pelo muy corto y una fina capa de barba de pocos días. Unas marcas profundas visibles en las plantas de los pies hicieron suponer que en ocasiones caminaba descalzo y que había sufrido heridas.
No obstante, la forma de los dedos, algo deformados, indicaba que también se había calzado para desplazarse.
En el Hospital Bispebjerg de la capital danesa le sometieron a rayos X. El estudio de los huesos, así como de la dentadura, reveló que el hombre de Tollund murió entre los 30 y los 40 años. Allí también le practicaron la autopsia; le extirparon el estómago y los intestinos, y, tras analizar su contenido, averiguaron qué alimentos ingirió entre las doce y las veinticuatro horas antes de morir: una especie de gachas elaboradas con más de treinta semillas distintas y algunas plantas. Ni rastro de fruta, carne o pescado, pese a que en la Edad de Hierro formaban parte de la dieta nórdica.
Curiosamente, eso dio una pista a los científicos sobre la época del año en que el hombre de Tollund perdió la vida: muy posiblemente entre finales del invierno e inicios de la primavera.
Seguramente, los coetános de Tollund consumían carne con la llegada del buen tiempo, cuando sacrificaban los animales que habían criado en invierno. 
Las marcas en la piel del cuello y el tejido hallado en torno a él arrojaron luz sobre cómo murió el hombre de Tollund. Niels Lynnerup, profesor de la Universidad de Copenhague,  uno de los mayores expertos sobre las momias de los pantanos, reconstruye el que pudo ser el momento final: “Tras ahorcarlo en un árbol, cortaron la soga y llevaron el cadáver a la ciénaga. Allí le cerraron la boca y los ojos y lo depositaron con sumo cuidado en una tumba que cavaron ex profeso. Poco después, el agua comenzaría a cubrirle”.
Se trata, tal como explica este especialista, que recientemente visitó nuestro país para participar en el XI Congreso Nacional de Paleopatología, de un ritual extendido en la zona: “En ese período tanto en Dinamarca como en el norte de Europa se solía sacrificar a la gente ahorcándola o estrangulándola”. En el caso del hombre de Tollund, “seguramente todo el pueblo asistió a su sacrificio, y quizás incluso personas de pueblos cercanos”.
Unos dos mil trescientos años después, la momia de Tollund corría un serio peligro. Había estado sumergida en un ambiente anaeróbico durante milenios. Pero en el momento en que se la extrajo de la ciénaga se la expuso a un mundo plagado de bacterias. Eso hizo que las partes del cuerpo peor conservadas, como las piernas y los brazos, prácticamente esqueléticos, se deterioran con rapidez.
Los expertos optaron por preservar únicamente las zonas en mejor estado: los pies y el pulgar de la mano derecha, que embalsamaron en formalina, y la cabeza, que bañaron en una solución hecha a partir de parafinas. Gracias a ello, lograron evitar que se pudrieran, pero no que la cabeza encogiera cerca de un 12%.
Desde finales de la década de 1970 hasta la actualidad, no se ha dejado de someter a lo que queda de este famoso danés prehistórico a nuevas pruebas. En 1977, el método del carbono 14 reveló que murió entre 400 y 300 a. C. Un año después, expertos en huellas dactilares de la policía revisaron el único dedo de las manos que se conservaba hidratado y los pies.
Ya en 2002 le practicaron un TAC, o escáner de tomografía computerizada, con el que diseccionaron virtualmente la momia en más de dieciséis mil imágenes.
También le realizaron una endoscopia para estudiar los órganos internos (el cerebro, la lengua y la laringe), excepcionalmente bien conservados. Esta prueba demostró que el hombre de Tollund no fue estrangulado. Un estrangulamiento, probablemente, habría dañado el hueso de la lengua, pero éste no presentaba ningún tipo de deformación.
En un futuro próximo, los expertos esperan recuperar moléculas del tejido celular de la momia. Pero aún no cuentan con la tecnología que les permita hacerlo. Pese a que la acidez de la turba puede haber alterado el material genético, una muestra de ADN de la médula o de alguna pieza dental aportaría información valiosa para, por ejemplo, trazar los flujos migratorios de la época.
Mientras, la momia de Tollund, con sus partes originales unidas a un cuerpo recreado, aguarda plácidamente en el Museo de Silkeborg.
Otras momias de los pantanos muestran signos de haber sido apuñaladas, golpeadas, ahorcadas o estranguladas, o una combinación de esos métodos. En algunos casos el individuo ha sido decapitado, y en el caso de la cabeza de Osterby encontrada en Kohlmoor, cerca de Osterby, Alemania en 1948, fue depositada en el fango sin el cuerpo.
 

Normalmente los cadáveres estaban desnudos, a veces con algunas prendas, particularmente sombreros.​ En unos cuantos casos, habían sido colocadas ramas, palos o piedras sobre el cuerpo, a veces en forma de cruz y otras, se habían usado horquillas de madera para hundir el cadáver. De acuerdo con el arqueólogo P.V. Glob, "Probablemente esto indica su deseo de hundir firmemente al muerto en el fango." Algunos cuerpos recuperados, además de las huellas detectadas, que mencionamos mas arriba, muestran signos de tortura, como el hombre de Croghan, al que habían cortado los pezones.

Tanto en uno de los conocidos como hombres de Borremose como en el de Tollund, ambos en Dinamarca, se han encontrado con las cuerdas usadas alrededor de sus cuellos, Mientras en otros casos, como la niña de Yde en los Países Bajos y los cuerpos del pantano en Irlanda, el cabello aparece rapado en un lado de sus cabezas, si bien no puede descartarse que se deba a una exposición mas prolongada al oxígeno externo durante mas tiempo que el resto del cuero cabelludo.
Algunos cuerpos podrían haber pertenecido a las clases sociales mas altas, ya que se aprecia una buena nutrición y cuidado de las uñas.
El historiador latino Estrabón nos informa que los pueblos celtas practicaron adivinación a través de las entrañas de las víctimas humanas, tal y como pudo ocurrir con una de las momias de Weerdinge en el sur de los Países Bajos, donde se habían extraído parcialmente algunos órganos.



Windeby I ,conocido también como la ‘Chica de Windeby’,  es un cuerpo hallado en una turbera que se encuentra en la ciudad de Windeby, cerca de Schlwesig, en el norte de Alemania. Este cuerpo fue descubierto a mediados del siglo XX, cuando algunas personas se encontraban extrayendo turba de un pantano. En un principio, basándose en la estilizada complexión del cuerpo, se dio por hecho que pertenecía a una mujer joven. Sin embargo, se trata en realidad de los restos momificados de un hombre. No se encontró ajuar funerario junto al cuerpo, aparte de una venda de lana cubriendo sus ojos y un collar en torno a su cuello. Se ha sugerido que la venda podría haber servido para cubrir los ojos del cadáver antes de enterrarlo o para sujetar sus cabellos, en cuyo caso la venda se habría deslizado hasta los ojos a causa de la pérdida de volumen del cuerpo. 
Esta es una de esas cabezas que antes mencionamos en las que una parte parece rasurada, sin que pueda descartarse una mayor exposición de esa zona al oxígeno del exterior.
Cerca del lugar en el que fue hallado Windeby I se descubrió además el cuerpo de un hombre de mediana edad que había sido estrangulado con una rama de avellano y  arrojado al pantano clavándolo sobre una estaca.



La Mujer de Elling fue descubierta en 1938. Sabemos que vivió hace unos 2.100 años y murió entre los 25 y los 30 años ahorcada con un cordón de cuero.  Su cuerpo estaba envuelto en una capa de piel de becerro, y sus piernas por otra de ternero, la capa fue sin duda una de las principales vestimentas de la edad del hierro. Su larga cabellera trenzada le llegaba hasta la cintura. 



La mujer de Huldremose, tenía unos 40 años cuando murió y media 1,60. Fue descubierta por un trabajador de una turbera de Jutlandia (Dinamarca) en 1879. Vestía una falda de lana de cuadros, y una capa doble de piel de oveja. Su ropa  estaba manchada de sangre, pues le habían amputado el brazo derecho, por lo que se cree que murió desangrada antes de haber sido arrojada al pantano.




De Jutlancia procede también el hombre de Grauballe, descubierto el 26 de abril de 1952 que fue degollado mediante un corte en la garganta, tenía una fractura en el cráneo y en una pierna y padecía artritis.Tenía unos 30 años, barba y también conservaba el cabello de la cabeza; debido al excelente estado de conservación de las manos se le pudieron extraer las huellas dactilares.
El cuerpo se encuentra expuesto de forma permanente en el Museo Moesgård , en Aarhus , Dinamarca.
Las modernas técnicas de análisis forense sugieren que algunas lesiones, como la de la pierna y el cráneo, no fueron causadas por la tortura, sino por el peso de la propia turba pantanosa.


Se sostiene que la joven de Yde (Holanda), de 16 años, fue sacrificada y aún se conserva la cuerda con la que murió. Sometidos sus apergaminados y momificados restos a una tomografía computarizada se descubrió una curvatura anómala en su columna vertebral, por lo que posiblemente en vida mostraba joroba y un cuerpo deforme. Si bien este podría ser el motivo por el que fuera elegida para el sacrificio, no es una conclusión definitiva. Su muerte también pudo deberse a un castigo o superstición, un enigma al que de momento no hay respuesta.




Otro de los cuerpos hallados en las turberas es el llamado  "Hombre de Lindow", que fue encontrado conservado en un pantano de turba en Cheshire, en  1984. Datado hacia el 150 a C, también había sido golpeado, estrangulado y tenía la garganta cortada, lo que avalaría la conservación de ancestrales rituales de sacrificio humano en plena ocupación romana.




Un caso similar ocurre con el "Hombre de Worsley" , de entre 20 y 30 años, datado  alrededor del año 100 d. C., y que se encuentra en el Museo de Manchester, en Oxford Road, desde su descubrimiento. Las tomografías computarizadas de esta antigua cabeza revelaron daños en lo que queda del cuello, muy posiblemente causados por una ligadura.

Muy cerca de Dublín fue hallado, de nuevo en una turbera pantanosa, junto al pueblo de Clonycavan, el cuerpo de un varón de unos 20 años, que conservaba las huellas de una herida en la cabeza provocada por un objeto contundente y cortante, y la nariz rota, en lo que podía considerarse como un sacrificio-ritual.
El cuerpo se hallaba totalmente desnudo pero se ha podido saber que utilizaba un fijador de pelo hecho de resina de pino y aceite vegetal - importadas del suroeste de Francia o del norte de España-, para peinarse el cabello hacia arriba formando un curioso peinado alto, ¡tal vez el antecesor del culan mencionado en la Edad Media!. Su dieta estaba basada en verduras.
La parte conservada se encuentra expuesto en el Museo Nacional de Irlanda en Dublín.



Durante las excavaciones en la Universidad de York se halló un nuevo cuerpo de hace 2500 años, cuyas fracturas y marcas en los huesos sugieren que el hombre, que tenía entre 26 y 45 años, murió probablemente  ahorcado para después ser decapitado y su cabeza enterrada aparte. Curiosamente en este caso se ha  conservado el cerebro.

El hombre de Neuversen, fue descubierta en Alemania en 1900. El cuerpo tenía varias heridas y presentaba una malformación en el fémur. Fue degollado con un cuchillo.




Algunas revisiones de todos estos datos, como la del científico Ravn proponen que algunas de estas personas pudieron morir por causas naturales y luego habrían sido enterrados en los pantanos por sus familiares. Vendría avalado por el hecho de que mas de 145 momias de su estudio -hombres, mujeres, jóvenes o viejos- fueron  colocados cuidadosamente en agujeros excavados forrados con corteza y algodón, enterrados con collares de cristal o joyas de oro en la boca, una costumbre romana. 
En los mitos celtas los pantanos y los lagos eran lugares de curación, según recuerda Ravn. "¿Es posible que haya habido un deseo de transmitir las características curativas de la ciénaga a una persona que murió de muerte natural, y así el fallecido podría llegar sano al reino de los muertos?"
En general, los cadáveres de los pantanos "no son tan fáciles de explicar", explica Ravn. Uno de los más antiguos, la mujer Koelbjerg, data de hace 10.000 años. Otros datan de tiempos modernos, tal como el de Johann Spieker, un halconero que murió en 1828. "La razón por la cual a las personas se les dio su lugar de descanso final en las ciénagas no fue por ninguna tradición o un único ritual", concluye Ravn. "Algunos se debieron a accidentes y otros por asesinatos. Algunos pudieron haber sido sacrificados y otros pudieron haber muerto de causas naturales y fueron enterrados en los pantanos".

Recientemente, arqueólogos daneses han descubierto en la turbera de Alken, cerca de la localidad de Aarhus, en Dinamarca, los restos de doscientos guerreros de la Edad del Hierro que fueron sacrificados hace dos mil años y arrojados al pantano junto con sus hachas de hierro germánicas, lanzas y palos de madera. El análisis de los restos óseos ha detectado marcas transversales, lo que según los antropólogos forenses es indicativo de una muerte violenta. También se ha podido obtener ADN de algunos huesos. Aunque desconocemos el ritual parece claro que se trata de una ejecución tras la que fueron arrojados a la turba. ¿Tal vez habían sido vencidos?Lo cierto es que todo el área parece ser una zona de prácticas de ofrendas pues en el mismo lecho pantanoso se han hallado  cerámicas, cráneos de cabra hendidos y otros objetos que hacen pensar que toda esta zona del valle era un área religiosa. Según Mads Holst, el investigador de la Universidad de Aarhus que dirige las excavaciones, los descubrimientos que se han realizado en el lugar podrían proporcionar información sobre las prácticas militares y religiosas de las antiguas tribus germánicas que vivían en los límites del Imperio romano.

Parece claro que los pantanos del norte de Europa son una fuente inagotable de información científica sobre las momias y rituales de la II Edad del Hierro.



Mucho más antiguo es el caso de las turberas escocesas del  yacimiento de Cladh Hallan, un asentamiento de la Edad de Bronce y la Edad de Hierro en South Uist en las Hébridas Exteriores frente a la costa oeste de Escocia. Allí fueron hallados varios cuerpos, en este caso esqueletizados, de dos adultos, un subadulto y un niño enterrados bajo los cimientos de tres cabañas de planta circular. 
La curiosa historia es que  los esqueletos adultos se conforman de partes de al menos seis individuos diferentes, lo que indica que la fusión de identidades puede haber sido un acto deliberado, tal vez diseñado para amalgamar diferentes ancestros en un solo linaje hacia el 1200 a C. 
Los cuerpos habían sido enterrados en posición fetal entre 300 y 600 años después de su muerte, pues los científicos habían determinado que los cuerpos fueron hundidos primero en el fango pantanoso sólo el tiempo suficiente para la conservación de partes blandas u huesos, retirando, mas tarde los cuerpos para acabar siendo enterrados de nuevo, ya compuestos, cientos de años más tarde.
Parece que la amalgama femenina  se compone de partes de otras personas del mismo periodo mientras que la momia masculina se compone de partes de otros indivíduos que vivieron con una diferencia de cientos de años. Es por todo ello que el investigador Terry Brown propone que esta reconstrucción  deliberada se hizo muy probablemente para crear un ancestro simbólico que, literalmente, encarnaba los rasgos de múltiples linajes.


Amalgama masculina


Amalgama femenina



"Parece que la persona no es lo importante, sino la imagen. Por lo tanto, no es una identidad única, sino que la misma está representando algo".


Como vemos, es un interesantísimo estudio científico que crece y arroja luz con la aplicación de las nuevas técnicas sobre ancestrales cuerpos y costumbres que van, poco a poco, desvelándose.

 ¡Que tengan una buena semana!








Bibliografía y enlaces

San ders, Karin. Bodies in the Bog and the Archaeological Imagination. Chicago: University
of Chicago Press, 2009. En inglés.

vv. aa . The Bog People: Iron Age Man Preserved. Nueva York: New York Review
Books Classics, 2004. En inglés.

El hombre de Tollund. En danés e inglés. www.tollundman.dk

Más allá de la muerte por B. Arriaza (Washington, 1995)

Las momias de Urumchi por EW Barber (Londres, 1999)

El hombre pantano y la arqueología de las personas por D Brothwell (Londres, 1986)

Momias, enfermedades y culturas antiguas por A Cockburn et al. (eds.) (Cambridge, 1998)

The Bog People de PV Glob (Londres, 1975)

https://www.sciencedaily.com/releases/2011/03/110328101108.htm

3 comentarios:

  1. Conforme voy leyendo y ante un tema tan misterioso, la mente que es muy "juguetona", me hace pensar en otras posibilidades y aparecen preguntas. Pero tampoco se trata de eso.
    Si me gustaría preguntarte, que si había algún tipo de cementerio ademas de las turberas o los pantanos para dar enterramientos "normales" a gente "normal"

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  2. Claro que si. Además durante la II Edad dfl Hierro se practica, en toda Europa la incineración, las necrópolis son auténticos Campos de Urnas

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