El mecanismo de Antikithera forma parte de la Colección de objetos de bronce del Museo Arqueológico Nacional de Atenas
"no fue una herramienta de investigación, algo que un astrónomo usaría para hacer cálculos, o incluso un astrólogo para hacer predicciones, sino algo que sirvió para enseñar sobre el cosmos y nuestro lugar en el mismo, como un libro de texto de la astronomía de la época“.
Alexander Jones, Universidad de Nueva York
Era el día de Pascua del año 1900. El capitan griego Dimitrios Kondos, que gobernaba una lancha de buzos, había dado a sus hombres la orden de sumergirse en busca de esponjas tras haber perdido la nave su rumbo a causa de una tormenta, yendo a parar a la pequeña isla rocosa de Antikithera, al sur de la península helénica.
Uno de los buceadores, Elías Stadiatos, regresó de su inmersión balbuceando que había cuerpos de hombres y animales pudriéndose en el fondo; el capitán Kondos bajó a comprobarlo.
En el mes siguiente, el capitán alertó a las autoridades de Atenas sobre el descubrimiento del naufragio. Los funcionarios griegos respondieron con inmediatez y el buque de la Real Armada griega, Mikali, fue enviado a Antikythera para ayudar a las operaciones de recuperación. Más tarde, el barco de vapor civil Syros y el torpedero de la Armada, Aigialeia, fueron enviados a la isla como refuerzo.
Los siguientes meses se emplearon en la recuperación del máximo de objetos con la dificultad tremenda de contar con un único traje de inmersión de lienzo y cobre, que debían compartir los buceadores durante diez minutos de inmersión cada uno dos veces al día.
Representantes del gobierno griego, la tripulación y los pescadores de esponjas en la cubierta del barco de la armada griega Mykali en invierno 1900/1901, extrayendo los objetos del naufragio de Antikythera ( Wikimedia ).
Al final de la misión, en el mes de septiembre de 1901, sólo cinco hombres estaban en condiciones de continuar el trabajo pues algunos habían sufrido graves secuelas por descompresión, e incluso uno había muerto.
Todos los objetos fueron enviados al Museo Arqueológico Nacional de Atenas.
Años después, en 1953, continuaron los trabajos y nuevamente en 1976, el famoso explorador francés Jacques-Yves Cousteau visitó brevemente el sitio del naufragio de Anticitera para filmar un episodio de su serie documental de 1970, La odisea de Cousteau. El equipo liderado por Jacques Cousteau encontró varios huesos que se cree que pertenecieron a cuatro individuos y recuperó algunos fragmentos del casco del barco, pero en el proceso parte del mismo fue destruido.
En el mes de septiembre de 2014 se retomó el reconocimiento sobre el lecho marino aplicando la última tecnología. Mediante el uso de gases recicladores de circuito cerrado mixtos y la Exosuit y el uso de un robot autónomo que lleva cámaras de sonido y sonar para realizar un mapa del lugar, los buzos de este proyecto están realizando una amplísima y moderna toma de datos con una puesta al día de las hipótesis del naufragio.
El efebo de Antikithera. Museo Nacional de Atenas.
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En 1900, como apuntamos hace un momento, a unos 60 metros de profundidad, los buzos habían hallado fragmentos de esculturas de mármol entre los restos de un antiguo buque hundido, del que se reconocía parte del casco - de tablones de madera de olmo de 11 cm de espesor, probablemente reutilizada, que después ha sido datada entre 177 y 263 a C- , algunos utensilios metálicos, cerámica grecorromana, restos de vajilla de vídrio y una diversidad de utensilios corrientes de navegación de la época. Todo ellos fueron datados, en los años 70 del siglo XX, entre el año 85 y el 60 a C en virtud de las monedas acuñadas en Pérgamo en 86/67 y en Éfeso, atribuidas al periodo 70/60.
Lo que es incuestionable, es que hace unos 2.200- 2.100 años, un buque viejo y sobrecargado -con un peso de mas 300 toneladas-, que podría haber estado haciendo el recorrido de Atenas o Pérgamo a Roma, se hizo a la mar desde algún puerto situado en el Mediterráneo Oriental. Aún ignoramos quien fue su armador, el puerto de donde partió, a dónde se dirigía, la fecha exacta en la que se hizo al mar lo hizo y quiénes navegaban en él, pero lo cierto es que se hundió a poca distancia de un cabo al sur de la isla de Anticitera , entonces Aigilia u Ogylos, cuyo puerto era Pótamos Aigilii, un refugio de piratas.
Mapa de Anticitera, en el corazón de las rutas marítimas entre el mundo griego y el romano, muy frecuentadas a lo largo de la historia
Fragmento del casco del barco y diversos trozos de cerámica entre los que se distingue el cuello de un ánfora del siglo I a.C. Imagen obtenida a 52 m. de profundidad por miembros del Instituto Egeo, operando desde el barco Calypso del comandante Cousteau, en 1975.
Foto: Aegean Institute
Algunos historiadores creen que pudo tratarse de uno de los barcos que transportaban a Roma el botín obtenido por Sila durante la Primera Guerra Mitridática recurriendo aun texto de Luciano de Samosata, dos siglos y medio posterior, que menciona la pérdida de uno de estos navíos, lo que no deja de ser una especulación mas que una realidad pues el paso entre Citera, Anticitera y Creta ha sido surcado por incontables navíos desde tiempos muy antiguos que pudieron naufragar por muy diversas razones.
A la vistosa carga del barco hundido se componía de piezas de cierto lujo, como estatuas originales y copias de esculturas y una lira de bronce, se unía un fragmento de bronce y madera bastante extraño, que inicialmente fue eclipsado por aquellas piezas mas reconocidas. El curioso artefacto broncíneo, que fue extraído por el arqueólogo Valerios Stais en 1902, era una especie de mecanismo complejo del que, en las décadas siguientes se han recuperado un total de 83 fragmentos.
El artefacto mide treinta centímetros de alto, quince de largo y siete y medio de profundidad y estaba dispuesto originalmente en una caja de madera de unos 34 x 18 x 9 cm, con puertas o tapas delanteras y traseras, así como inscripciones cubriendo la mayor parte del mecanismo.
La caja y los paneles anterior y posterior quedaron aplastados por los restos del naufragio que tenían encima, y probablemente el mecanismo en sí se rompió también por este motivo, pero las concreciones calcáreas sellaron los restos preservándoles para la posteridad.
El mecanismo principal conserva veintisiete de los treinta y cinco engranajes originales y unos tres mil caracteres, de los mas de 10.000 originales que parecen conformar un manual de instrucciones, o mejor dicho, se trataría de unos apéndices de referencia, dando por sentado que el usuario sabe para qué sirve la máquina y cómo utilizarla, las de un científico que lo entendiera.
En otros fragmentos se conservan minúsculas marcas correspondientes a alguna clase de instrumento geométrico.
El propósito primario del mecanismo era mostrar diversos datos de índole astronómica en una serie de diales circulares o esferas situadas en la cara frontal y posterior, referidos a una fecha. Esta fecha se indicaba haciendo girar una manivela lateral, hoy perdida; la pieza con el orificio para introducirla se conserva. Había una esfera principal en la parte delantera y dos en la trasera, con otras más pequeñas en su interior.
La esfera frontal presentaba dos escalas concéntricas. La exterior indicaba los 365 días del calendario egipcio, basado en el ciclo sótico, que podía moverse para compensar el día bisiesto cada cuatro años. Cabe reseñar que el primer calendario grecorromano con años bisiestos, el juliano, no se instituyó hasta el 46 a C (aunque hubo un intento previo en Egipto, con el Decreto de Canopus, en el 238 aC; pero no tuvo éxito). El mecanismo de Anticitera precedería, pues, a este adelanto en varias décadas y puede que hasta un siglo.
Dentro de esta primera escala en la esfera frontal, hay otra marcada con los signos griegos del zodíaco clásico y dividida en grados. En esta esfera frontal había al menos tres agujas, una para indicar la fecha seleccionada y otra para indicar la posición del Sol y la Luna respecto a los signos zodiacales helénicos. El indicador lunar está compensado para reflejar las irregularidades conocidas de la órbita de nuestro satélite; se supone que el solar tendría algún sistema parecido, pero si existió, ha desaparecido. En esta misma esfera frontal hay un indicador más para mostrar las fases de la Luna.
En las inscripciones en griego se hallan varias referencias sobre Venus y Marte, lo que ha conducido a algunos autores a afirmar que el mecanismo contendría una sección adicional –hoy perdida– para indicar la posición de estos astros e incluso de todos los cinco planetas que conocían los griegos mediante trenes sucesivos hasta un total de 72 engranajes. Conservarse, sólo se conserva un engranaje adicional de utilidad desconocida, desconectado de los demás; por ello, cabe considerar especulativa esta posibilidad.
La esfera frontal contiene también un parapegma, precursor de los almanaques modernos, que indicaba la salida y el ocultamiento de varias estrellas específicas indicadas mediante iniciales en griego. Parece haber referencias cruzadas a este respecto en las inscripciones grabadas por toda la máquina.
Reconstrucción de las inscripciones en el mecanismo de Anticitera, a partir de las imágenes obtenidas por tomografía de rayos X.
© 2005 Antikythera Mechanism Research Project
Por la cara posterior tenía dos esferas en vez de una, llamadas “alta” y “baja”. La alta tiene forma de espiral, con 47 marcas en cada vuelta hasta totalizar los 235 meses del ciclo metónico, de 6.940 días, que se estudió en Babilonia y constituye la base del posterior calendario hebreo. Este es una aproximación bastante exacta al múltiplo común de los ciclos del sol y de la luna: equivale más o menos a 19 años tropicales y 235 meses sinódicos a la vez. Debe su nombre a Metón el Ateniense, que observó este fenómeno ya en el siglo V a C e incluso describió una fórmula correcta para corregir la pequeña diferencia entre ambos, con lo que el mecanismo de Anticitera permite esta corrección.
Sobre esta base, se pueden crear y ajustar calendarios lunares y solares con gran facilidad.
La esfera posterior baja está también dispuesta en forma espiral, con 223 divisiones para mostrar los meses del ciclo de Saros, originado en la cultura caldea. El ciclo de Saros es excepcionalmente interesante, pues equivale al tiempo transcurrido entre dos momentos en que el Sol y la Luna se encuentran en parecida posición con respecto a la Tierra, y por tanto entre ocurrencias del mismo eclipse. En combinación con el metónico, permite predecir los eclipses con bastante exactitud. Esta esfera posterior baja contiene además una aguja más pequeña que indica el exeligmos o triple Saros de 54 años, para corregir las imprecisiones del ciclo de Saros, dado que éste no es un número entero exacto sino que consta de 6.585 días y un tercio.
En 2008 se ha descubierto también una esfera menor adicional que parece corresponder al ciclo calípico de 76 años, dividida en cuatro secciones con los nombres de los cuatro juegos panhelénicos (incluida la Olimpiada) más otros dos de menor importancia; uno de los cuales permanece sin descifrar.
Los nombres de los meses en la parte frontal están escritos en el dialecto de la ciudad de Corinto, lo que hace suponer que el fabricante o el propietario era originario de esta ciudad o de alguna de sus colonias situadas en las costas de Epiro, en el mar Jónico.
La posibilidad de alguna relación con Epiro se refuerza por la mención -además de los Juegos Olímpicos, los Nemeos, los Ístmicos y los Píticos, donde participaban todas las ciudades del mundo heleno- de unos juegos locales, los del oráculo de Dodoni.
La mención de otros juegos locales de la isla de Rodas permite suponer también alguna relación con ella.
Así, el mecanismo de Anticitera resulta ser un computador analógico de la Antigüedad, que suma y aplica los conocimientos de Grecia, Egipto, Levante y Mesopotamia.
Esa es la clase de conocimiento desaparecido que se encontraba en lugares como la Biblioteca de Alejandría.
Quien llevara consigo un mecanismo de Anticitera, estaba perfectamente ubicado en el tiempo con respecto al Sol, la Luna y las estrellas, podía predecir las épocas de siembra y cosecha, los eclipses, las estaciones, practicar las formas de adivinación antigua.
Es un instrumento científico avanzado, la herramienta perfecta para un astrólogo, un astrónomo, un astrofísico de la Antigüedad, como no volvió a ser posible hasta milenio y medio después, durante el siglo XIV, siendo además una miniatura de enorme complejidad y precisión mecánica.
La sofisticada máquina portátil está contextualizada en la ciencia griega antigua y aunque, a día de hoy constituye un unicum, parecería ilógico no pensar que hubo mas.
tras mas de once años de trabajo, el equipo de investigación, que ha recurrido al análisis de los fragmentos de la máquina mediante un tomógrafo especial, fabricado en el Reino Unido exclusivamente para esta investigación, ha podido leer los textos escritos con letras de tan solo dos milímetros de tamaño, incrustadas en las partes laterales del cajón de madera e interpretar su significado.
Gracias a esta lectura el equipo de científicos de las universidades de Atenas, Salónica, Cardiff y Nueva York ha podido hacer una descripción completa del funcionamiento del mecanismo, entender su finalidad y ver cuáles son las partes que todavía no se han recuperado de este artilugio.
Radiografía del fragmento A del mecanismo de Anticitera.
© 2005 Antikythera Research Mechanism Project
Los científicos del moderno equipo internacional de investigación, han datado, en virtud de los patrones de la escritura existente, que la máquina pudo ser realizada entre 150-100 a.C, una cuestión que coincidiría con lo que defienden Carman y Evans en un artículo publicado este mes en la revista Archive for History of Exact Sciences, que proponen, a partir de la forma en que los patrones de eclipses del dispositivo se ajustan a los registros de eclipses babilónicos que el mecanismo sea, entre 50 y 100 años anterior a lo que se creía en los años 70.
El hallazgo que apoya la idea, indican los científicos, es que la estrategia de predicción de eclipses del mecanismo no se basa en la trigonometría griega, que no existía en ese momento, sino en métodos aritméticos babilónicos tomados prestados por los griegos.
Durante años, los científicos han especulado con el hecho de que el mecanismo podría haber estado vinculado de alguna manera a Arquímedes, uno de los matemáticos e inventores más famosos de la historia.
En 2008, un grupo de investigadores informó de que la lengua inscrita en el dispositivo sugería que este había sido fabricado en Corinto o en Siracusa, donde vivió Arquímedes. Pero este había sido asesinado por un soldado romano en el año 212 a.C., mientras que, como acabamos de exponer, el barco comercial que transportaba el mecanismo debió naufragar con posterioridad.
En cualquier caso, el artilugio podría tener cierta antiguedad cuando se trasladaba en la nave. De ahí a hacerlo conectar con Arquímedes, va un trecho.
Aún quedan sobre la mesa muchos interrogantes que intentarán solventarse con nuevas investigaciones subacuáticas y de laboratorio.
Algunos investigadores apuntan que si bien desconocemos quien fue el inventor de este mecanismo tal vez fuera encargado por Lucio Licinio Lúculo, un militar de alto rango que en el 60 a.C. se retiró a su villa de la bahía de Nápoles, donde coleccionaba excepcionales obras de pintura y esculturas obtenidas durante sus campañas militares. Sin embargo, conocemos que era muy habitual que los senadores romanos del siglo I a C decoraran sus mansiones con obras griegas que eran trasladadas desde el Mediterráneo oriental en barco, incluyendo al propio Cicerón, amigo personal de Lúculo, que sabemos que encargó la obtención de tan preciados bienes a un experto.
Alexandros Sotiriou con un detector de metales junto a una jarra de un asa completa
© RETURN TO ANTIKYTHERA, 2014 / BRETT SEYMOUR
Lanza completa hallada en las inmersiones de los meses de septiembre y octubre de 2014.
Pués bien, hace unos días todos los periódicos importantes se hacían eco del hallazgo de una nueva pieza del mecanismo durante la continuación de la investigación arqueológica subacuática realizada sobre el lugar del naufragio.
Se trata de un disco dentado de ocho centímetros de diámetro y cuatro brazos metálicos con la imagen de un toro, símbolo de la constelación Tauro.
La imagen del toro que desvelan los rayos X en la pieza recuperada por la nueva expedición "Retorno a Anticitera"
El barco hundido en el que se encontró esta impresionante máquina era una nave mercante que se hundió en Anticitera con un cargamento de medio centenar de esculturas de mármol y bronce a tamaño natural, algunas de ellas inspiradas en la Ilíada y la Odisea de Homero.
Una de las estatuas de bronce, datada en el siglo II a C. posee , en su base, un artilugio que pudo hacer girar la escultura al accionar una llave.
La sofisticación y los avances técnico científicos tienen un origen remoto, aunque hayamos permanecido ignorantes de muchas de ellas.
Mas de mil años después del hundimiento de la nave que transportaba este mecanismo y del intencionado y desgraciado incendio de la biblioteca de Alejandría, se fabricará el reloj de Dondi, considerado su sucesor natural, a pesar de que Dondi nunca llegó a conocer el antiguo ordenador griego.
Llevamos 1400 años de retraso.
El reloj astronómico (Add To Lightbox Planetario o Astrarium) de Giovanni Dondi (1318-1388).
En estos últimos tiempos se han reconocido los restos de un segundo barco naufragado en el mismo lugar sin que podamos aún valorar si ambas naves estaban relacionadas.
¡Que tengan una feliz semana!
Fuentes utilizadas:
http://www.namuseum.gr/object-month/2012/apr/apr12-en.html
http://www.lapizarradeyuri.com/2011/03/05/el-mecanismo-de-anticitera/
http://terraeantiqvae.com/profiles/blogs/los-cientificos-logran-descifrar-las-nuevas-inscripciones-del-mec#.V16Vl9LRi70
http://arqueoblog.com/el-mecanismo-de-antikythera/
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