martes, 27 de mayo de 2014

Ilustrando el pasado. Los dibujos de Iñaki Diéguez.





Cerco de Artajona (Navarra). Panel con la recreación de las murallas y bestorres del lado noreste durante el s. XIII. Panel para la musealización del sitio. Dibujante: Iñaki Diéguez Uribeondo, para Gabinete Trama, S.L. y el Exmo. Ayuntamiento de Artajona (2009)

La segunda entrega de ilustradores en Ermitiella va dedicada al trabajo de Iñaki Diéguez Uribeondo, un gran arqueólogo y dibujante.


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La lectura abre las puertas a conocer otros mundos, otras realidades, puede orientar la vida de una persona sin que se de a penas cuenta y propiciar la dirección del discurrir condicionando definitivamente el futuro de uno. Es la forja de muchos de nosotros. Sin ir mas lejos, un libro regalado en la niñez puede ser el detonante de una curiosidad permanente.

A Iñaki le pasó esto y acabó siendo arqueólogo y dibujante con unos mimbres excelentes para interpretar las historias cotidianas en clave de imagen.

Es una realidad que los que tenemos esta profesión, mejor o peor, dibujamos. Papel milimetrado al lado y pacientemente midiendo cada dato espacial, uno pasa horas plasmando cimientos de muros, cerámicas aplastadas, huesos, etc. La x, y, z son fundamentales para la toma de datos, el análisis científico y la exhaustiva documentación de los hallazgos arqueológicos.
Calibre a un lado, perfilador a otro, lapiceros, gomas de borrar, los rottring de antaño- ¡años 80 y 90, no hace tanto!- y las nuevas tecnologías a día de hoy nos son elementos ineludiblemente añadidos al quehacer del campo y laboratorio.

En una excavación arqueológica los muros son reflejados hasta en sus mínimos detalles, las zanjas medidas en cada inflexión, los levantamientos topográficos son de detalle micro y tras finalizar la campaña sobre el lugar y una vez comenzado el trabajo de taller, el arqueólogo- dibujante (sean dos en uno o no) refleja con unos convencionalismos estandariados y ciertas posibilidades de presentación, la reconstrucción de las piezas encontradas para mas tarde, una vez realizado el estudio y la valoración científica, atreverse a plantear recreaciones de los ambientes con una libertad solo condicionada por la necesidad de valorar que sean lo mas fieles posibles a los datos científicos.

Y ahí está Iñaki Diéguez combinando los datos procedentes de la investigación con la dosis necesaria de interés por la divulgación del patrimonio arqueológico y la presentación artística. Un trabajo que permite poner al alcance de todos lo que muchas veces es incomprensible o se halla bajo cota 0. Ya saben, los códigos son difíciles de descifrar y una imagen vale mas que mil palabras.


Iñaki admira al checo Dzenek Burian y sus representaciones del hombre prehistórico. Bebe de los ilustradores Angust McBride, Peter Connolly  por sus excelentes representaciones militares, David Macaula y  Tatiana Proskouriakoff, y dice estar interesado por el trabajo de los artistas españoles Arturo Asensio y Luis Pascual Repiso.

Aunque su trabajo se extiende a las necesidades de cualquier periodo histórico se siente fascinado por los romanos. 
Son numerosas sus experiencias en la musealización de yacimientos como la Peña del Castro (La Ercina, León), en Navarra la ciudad romana de Andelos, la Villa de Las Musas (Arellano), las villas de Cara, Falces y Funes, el Cerco medieval de Artajona, el castillo de Santacara, la iglesia y fortín del Monte Ezcaba (Huarte), el castillo de Estella y su cerco amurallado, el Museo-yacimiento del poblado de la Edad de Hierro de Las Eretas (Berbinzana) o la Real Fábrica de Municiones de Eugi (s.XVIII), así como a la colaboración con trabajos del Museo Romano de Astorga (León), los Museos Arqueológicos de Bizkaia y de Álava, el Museo de Navarra y el Museo Etnológico de Navarra.


Realiza una apuesta decidida por aunar la imagen del yacimiento excavado o del lugar histórico que corresponda y la recreación sencilla e interpretativa de la época, características y funcionalidad del lugar.Lo hace reflejando ambientes y sensaciones que plasma a través del trabajo a lápiz y los toques de color rápidos.


Estas líneas pretenden ser un reconocimiento a su trabajo
¡No duden en contactar con el si necesitan un dibujo!






Asturica Augusta. Recreación del doble foso del campamento de la Legio X Gemina, enviada por el emperador Octavio Augusto hacia los años 15-10 a. de C. para pacificar y controlar a los pueblos astures, recién conquistados. 
En las excavaciones arqueológicas "se localizaron dos zanjas paralelas de perfil en "V", que fueron identificadas, por su forma y dimensiones, con los fosos defensivos de un campamento militar permanente (castra stativa)", tal y como refleja la arqueóloga municipal de Astorga, D. Mª Ángeles Sevillano Fuertes, en la síntesis de los hallazgos arqueológicos realizados hasta la fecha.
Dicho campamento permanente habría sido el origen de Asturica Augusta, la actual ciudad de Astorga.
Ilustración para los paneles informativos de la ciudad de Astorga, y la App "Asturica Emerge", proyecto dirigido y coordinado por Mª Ángeles Sevillano Fuertes, directora del Museo Romano y arqueóloga municipal de Astorga.
Ilustraciones: Iñaki Diéguez Uribeondo.
App: Leasba Consulting.
Video producido por Amando Casado y Jesús Palmero
Ayuntamiento de Astorga-Junta de Castilla y León-Proyecto Transfronterizo España-Portugal y Fondos Feder de la UE (2013)




Niveles de los enterramientos 88-98 de la Necrópolis tardoantigua de Aldaieta (Alava). Exposición temporal sobre la Tardoantigüedad en Euskal Herria "Vasconia, Tierra Intermedia". Museo Arqueológico de Bizkaia-Museo Arqueológico de Alava. (Dir.: D. Agustín Azcárate)
Ilustración: Iñaki Diéguez Uribeondo (2012)



 Proceso de dibujo de una de las cerámicas (urnas funerarias) halladas durante las excavaciones de la Necrópolis del Castillo, entre 1999 y 2004 (Castejón, Navarra) I Edad del Hierro (s VII a.C.). Iñaki Diéguez Uribeondo, para Gabinete Trama S.L. (2010)

Trulla romana hallada en Pamplona durante las obras de rehabilitación del Casco Histórico. 
Dibujante: Iñaki Diéguez Uribeondo. Publicada por Mª Ángeles Mezquíriz Irujo y Mercedes Unzu Urmeneta en Cuadernos de Arqueología de la Univ. de Navarra, 18, vol. II (2010)




Poblado de la I Edad del Hierro de Las Eretas (Berbinzana, Navarra). Siglos VI-V a.C. Reconstrucción parcial de un sector del poblado amurallado durante la Fase I.
Ilustración de Iñaki Diéguez Uribeondo, para el arqueólogo D. Javier Armendáriz Martija y el Museo arqueológico-Yacimiento de Las Eretas. 
Ayuntamiento de Berbinzana (2009)





Cerco amurallado medieval de Artajona (Navarra). Reconstrucción hipotética de su aspecto en el siglo XIII. Panel para la musealización del sitio. Dibujo de Iñaki Diéguez Uribeondo. Maquetación de Rebeca Urretavizcaya, para Gabinete Trama S.L. y el Exmo. Ayuntamiento de Artajona. (2009)



Ciudad romana de Andelos (Mendigorría, Navarra) Recreación de una tintorería (Fullonica). Panel para la musealización del sitio. Ilustración de Iñaki Diéguez Uribeondo, para Gabinete Trama S.L. y el Gobierno de Navarra (2009)




Real Fábrica de Municiones de Hierro de Eugi (Navarra). Reconstrucción del edificio del Palacio, lugar donde residían los oficiales de Artillería que estaban al frente de la dirección de la Real Fábrica. Al fondo, a la izquierda, el "Edificio de solteros", y en primer plano las viviendas de los operarios. A la derecha, el Camino Real que ascendía hasta la Carbonera Mayor. Panel para la musealización y puesta en valor del sitio. Ilustración de Iñaki Diéguez Uribeondo, bajo las indicaciones de los arqueólogos Ana Carmen Sánchez y Paco Labé. Concejo de Eugi-Proyecto transfronterizo YELMO-Fondos FEDER (UE) (2013)




Astorga (León). Mural para la Estación de Autobuses de la ciudad. Detalle de la parte derecha, dedicada a las tradiciones de la comarca y la ciudad (Danzas Maragatas y Pasos de la Semana Santa de Astorga, con la fachada del Ayuntamiento y la Plaza Mayor de la ciudad como telón de fondo, y Museo del Chocolate de Astorga, donde se conserva una colección de todo lo relacionado con esta industria que hizo de Astorga una ciudad con una floreciente burguesía desde finales del s.XIX y comienzos del s.XX. En primer plano, niño robando chocolate.
Autor: Iñaki Diéguez Uribeondo. Coordinación: Mª Ángeles Sevillano Fuertes, Arqueóloga municipal y directora del Museo Romano de Astorga. Ayuntamiento de Astorga (2013).



¡Feliz Semana!

martes, 20 de mayo de 2014

Las tres Marías de Gormaz.



Las mujeres se pusieron en camino. Tristes, con sus largas túnicas y tocas ceñidas, se disponían a lavar y perfumar el cuerpo de aquel hombre ajusticiado hacía unas horas que yacía en una tumba prestada. Sobreponiéndose al terrible dolor de la pérdida del ser querido, del amigo, del hijo humillado, maltratado, violentado y asesinado de una forma espantosa, tomaron sus frascos de ungüentos. Juntas, en una ceremonia tantas veces reservada a las esposas, hermanas e hijas, decidieron encaminarse al cementerio de la ciudad.
Estas mujeres que no destacaban mas que otras, que eran iguales que cualquier otra de su pueblo, que lloraban como cualquier otra mujer, eran tal vez tres o mas o quizá menos. En eso no se ponen de acuerdo los evangelistas. Juntas quedaron espantadas al llegar al lugar y hallar vacío el hipogeo.
Dicen que un ángel se les acercó y les tranquilizó diciéndoles: ¡No tengais miedo pues al crucificado ya no le hallareis aquí. Ha resucitado, tal y como el ya había dicho. Acercaos, mirad, ya no hay nadie. Corred, difundid la noticia entre sus discípulos. Decidles que Jesús ha resucitado!
Esas Marías, quedaron por los siglos atrapadas en escenas sobre el acontecimiento.
En Gormaz fueron pintadas en el primer tercio del siglo XII. Sus rostros serenos no son de ningún tiempo. Cubierta su cabeza, tapado su cuerpo, una tras otra en procesión sencilla hacia el este, señalan con el dedo el camino por andar y portan en la otra mano el pomo de los perfumes.




Se dirigen a la siguiente escena, lamentablemente perdida por las transformaciones que el tiempo se ha cobrado sobre la pequeña iglesia de San Miguel. Sería, casi seguro la del sepulcro vacío, tal vez similar a la de San Baudelio.
Sin llegar a intuir su destino mas allá del cumplimiento de las costumbres y rituales funerarios del lavado y perfumado del cuerpo  ya inerte, están a punto de pasar a ser los testigos directos de la Resurreccción y las encargadas de propagar el acontecimiento.
Tal vez fueran María, la madre, y la María de Magdala junto con María, la amorosa hermana de Lázaro; María era un nombre muy común entre las mujeres judías de aquella época. 




Lo excepcional es que ya no son solo las madres de aquellos hijos que Herodes mandó matar, ni las propietarias de las almas que serán tragadas por los demonios infernales, ni las hacendosas amortajadoras. Acaban de convertirse en las magníficas protagonistas de una historia que ha dado esperanzas por los siglos.
Estas y otras muchas cosas cuentan los muros de la pequeña iglesia de Gormaz por que era preciso mostrarlo a las gentes sencillas de la recién consolidada frontera del Duero.


¡Feliz Semana!


martes, 13 de mayo de 2014

Revisitando el Cristo de la Luz en Toledo.


Me gustan los lugares cargados de historia, eclécticos y maravillosos en los que cada paso se mezclan los tiempos y las gentes.
Tenía el propósito de regresar y poder conocer lo que se había hecho en el Cristo de la Luz en los últimos años; una actuación de restauración a través del Consorcio de la Ciudad de Toledo a lo largo de diez años. 
La excusa fue la expo conmemorativa de los 400 años de la muerte del Greco, la causa múltiple y la consecuencia satisfactoria. Todas se dieron la mano y he podido contemplar y disfrutar de nuevo, entre otras cuantas cosas, la mezquita, la iglesia y sus jardines y me he sorprendido del trabajo realizado.
La reciente actuación dirigida por los arqueólogos Arturo Ruiz Taboada y Raúl Arribas y el proyecto del arquitecto Francisco Jurado, nos acercan a esa realidad superpuesta de civilizaciones tan interesante para entender el palimpsesto que somos.
El Consorcio editó recientemente un monográfico que bajo el título “Mezquitas en Toledo, a la luz de los nuevos descubrimientos”, recoge las  intervenciones que se registraron el congreso del mismo título, celebrado en abril de 2009 en la facultad de Humanidades de la universidad de Castilla-La Mancha. Como plato fuerte, recoge esta mezquita de barrio , donde el Consorcio  ha llevado a cabo una intervención integral. Se presentan los resultados de la investigación científica, desde el descubrimiento de una calzada romana y el urbanismo de Toledo antes de la construcción de la mezquita, hasta los primeros resultados del estudio antropológico de los cementerios de la iglesia cristiana del Cristo de la Luz, el análisis metalúrgico de la colección numismática encontrada durante la excavación y el exhaustivo estudio que sobre la inscripción fundacional de la mezquita de Bab al Mardum ha realizado la arquitecta Dalila Baiod.
Tal vez les sorprenda el dato, pero hasta hace muy poco prácticamente no existía Patrimonio Arqueológico visible en Toledo. El trabajo del Consorcio y la Universidad y la reciente creación de una plaza de arqueólogo municipal han dado un rumbo nuevo a la consideración del pasado histórico real de la ciudad, por mas que aún quede mucho trabajo por hacer.




Junto a la puerta de Valmardon (Bab-al-Mardum), en el tramo norte de la muralla toledana, intramuros de la ciudad, se levanta este espacio tan interesante y bello. 











El primer edificio, levantado en 999, es una estructura califal de planta cuadrada dividida en tres naves distribuidas a través de cuatro columnas reutilizadas. Las fachadas monumentales de este conjunto exento se encuentran bellamente decoradas .El alzado consta de tres cuerpos, excepto el central que es de cuatro cuerpos. Las columnas se encargan de separar las naves que conforman el primer tramo las cuales se relacionan con los arcos de herradura del segundo tramo mediante cuatro capiteles visigodos reaprovechados. El tercer cuerpo lo constituyen las nueve bóvedas de crucería califal, pero la bóveda central se compone de un elemento que eleva el cuadrante central un poco más que el resto creando así una sensación centralizada de la planta.

La planta de la mezquita es de cruz griega inscrita en un rectángulo de 7,90 x 8,60 metros que se divide en tres naves con nueve compartimentaciones casi cuadradas. Los tramos son de casi 8 metros de altura excepto la central que mide 10,60 m. Estas compartimentaciones destacan por las nueve cúpulas de estilo califal todas distintas entre sí, sostenidas por pilares con capiteles visigodos y rematados por arcos de herradura, que también sostienen las falsas bóvedas realizadas en mampostería que dividen el espacio en 3 naves contiguas. Todas estas cúpulas son diferentes ya que están formadas por entramados de arcos de herradura sobre los que se apoya la falsa bóveda, excepto en la parte que se encontraría más cercana al mirhab, con arquerías trilobuladas. Las cúpulas son de madera y compuestas por nervios que no se cruzan en el centro.
































En la fachada oeste se conserva una singular inscripción, realizada únicamente con ladrillos que se traduce, no sin controversia, del siguiente modo:
"En el nombre de Alá, hizo levantar esta mezquita Ahmad ibn Hadidi, de su peculio, solicitando la recompensa ultraterrena de Alá por ella. Y se terminó con el auxilio de Alá, bajo la dirección de Musà ibn Alí, arquitecto, y de Sa´ada, conluyéndose en Muharram del año trescientos noventa (diciembre de 999)". 




Hoy sabemos que la mezquita, que el viajero encontraba recién ingresaba a la ciudad desde el norte, se levantó sobre una traza urbanística previa completamente diferente. De hecho se superpone a una gran calle de mas de cinco metros de anchura, empedrada con enormes losas de granito, que albergaba su propia cloaca. 
Lo que, como tantas otras veces, comenzó como un trabajo de investigación relacionado con un proyecto arquitetctónico de restauración de un edificio histórico, en el que pretenden, entre otras cuestiones, solucionar los problemas derivados de la humedad crónica  en el interior de la ermita, se convirtió pronto en un trabajo de investigación de importancia fundamental para la comprensión de este espacio toledano. Así, conociéndose previamente la existencia de una canalización de agua romana (visible al exterior de la puerta del recinto amurallado y con la intención de desviar el agua en esa dirección, apareció la vía mencionada, absolutamente desconocida, correspondiéndose ambas con una etapa altoimperial (siglo I d.C.)


En el interior del espacio de la mezquita la intervención arqueológica no ha localizado evidencia alguna que permita determinar la preexistencia de un templo visigodo o de fases califales previas, de las que se había venido hablando en la bibliografía técnica desde hace un siglo aproximadamente.
Bien es cierto que queda clara la reutilización de columnas romanas y capiteles visigodos en esta nueva construcción de finales del califato.






No se ha visto confirmada la existencia de una estructura arquitectónica significativa para la quibla a nivel de cimentación por lo que parece proponenerse la existencia de una hornacina en el propio muro.

La mezquita, en la fachada suroeste, consta de un cuerpo inferior con tres vanos de acceso, y otro superior  con arcos  ciegos entrecruzados, un friso con decoración de rombos, la inscripción y una cornisa.

La fachada noroeste está formada por otros tres vanos que comunican con el patio de la mezquita, cubiertos por arco de herradura rebajados por unos arcos de medio punto encuadrados. En el nivel superior varios arcos polilobulados enmarcan unos arcos de herradura de estilo califal con dovelas bicolor de ladrillo.

En el patio (Shan) existe un pozo con unas peculiares marcas de las sogas de los calderos, que probablemente en época califal se usaría como pila de abluciones (middath).

Este patio es un excelente mirador desde el que se observa la Puerta del Sol.



La mezquita pasó a ser una iglesia cristiana tras la toma de Toledo por el rey Alfonso VI en 1085. La advocación a la Santa Cruz corresponde a su época de cesión a los caballeros hospitalarios a partir de 1186 por parte del rey Alfonso VIII. Esta  remodelación  de 1187 añadió a la planta de la mezquita un ábside románico-mudéjar, uno de los ejemplos más antiguos de este estilo.
La excavación arqueológica ha puesto de manifiesto la enorme cimentación del ábside mudéjar. En este caso, con el fin de compatibilizar su observación con el deseo de su visualización, el proyecto arquitectónico dirigido por Paco Jurado,  ha optado por un tratamiento a través de una estructura de perfiles metálicos y  vídrio.
El espacio cementerial ligado a este templo cristiano, parece ser interesantísimo. Se han reconocido enterramientos hasta el siglo XVI siendo una tónica general el uso de amuletos profilácticos, a pesar de las prohibiciones eclesiásticas.






La ampliación del siglo XII (1187) consta de un tramo recto cubierto con bóveda rebajada de ladrillo y un tramo absidial cubierto por una bóveda de medio cañón. 
La adaptación supuso una importante modificación en el muro de la qibla y el muro noreste, que fue derruido para prolongar la construcción y erigir un ábside circular y un transepto. Se añadió un pórtico en la fachada principal y una torre cuadrada de 5 metros adosada al ábside, que quedó incompleta. En la zona Norte se instaló un cementerio. La construcción del ábside en ladrillo rojo, al igual que el resto del edificio, y la utilización del mismo registro decorativo, dan una sensación de continuidad en el edificio.







En el interior, tanto en los tramos rectos, como en el arco y la bóveda, se conservan restos, muy fragmentarios de pinturas murales datadas en el siglo XIII. Un Pantocratos y el Tetramorfos presiden la cabecera, junto a varias imágenes de santas e inscripciones en carácteres decorativos cúficos.






















Sobre este lugar se recogen varias leyendas relacionadas con la conquista cristiana de la plaza. Se cuenta que es aquí donde se celebró la primera misa tras la reconquista, y que cuando los ejércitos cristianos entraron en la ciudad, el caballo del rey Alfonso cayó de rodillas al llegar a la altura de mezquita, donde actualmente vemos marcada con una piedra blanca el pavimento. Reiteradamente intentó que su corcel se levantara sin conseguirlo. De ahí que se ordenara excavar en el interior habiéndose hallado una imagen de un Cristo Crucificado junto a una lamparilla de aceite que había permanecido encendida durante más de 300 años que, entendiéndose que los cristianos toledanos habrían escondido la imagen sagrada para evitar su profanación por parte los musulmanes durante toda la ocupación. De ahí el nombre del lugar como Cristo de la Luz.

Una última observación personal. Discúlpenme pero creo que el protagonismo del edificio de recepción de visitantes no es proporcional.






Les animo a que conozcan este lugar o, como es mi caso, lo revisiten. Les aseguro que, como tantas otras cosas de esta ciudad, les sorprenderá.


¡Feliz Semana!









Para ampliar información:

.- Ruiz Taboada, A.; 2012: Arquitectura residencial y religiosa. Toledo (siglos X a XVII). La Ergástula, 4.

.- VVAA; 2010: Mezquitas de Toledo a la luz de los nuevos descubrimientos. Consorcio de la Ciudad de Toledo.

.- Jurado Jiménez, F.: Un decenio restaurando el Cristo de la Luz.
http://www.franciscojurado.es/ARTICULOS/1999-2009%20UN%20DECENIO%20RESTAURANDO%20EL%20CRISTO%20DE%20LA%20LUZ.pdf



martes, 6 de mayo de 2014

El pinjante medieval de Ioannes en Portillo.




En el Castillo de Portillo, Valladolid, entre 1989 y 1991, mientras excavábamos en el sector de la liza norte, reconocimos una preciosa pieza, un pinjante gótico; el primer ejemplar hallado hasta entonces en el contexto de una intervención arqueológica. Este elemento se encontró en un estrato arqueológico configurado cuando esta zona aún no formaba parte de la fortificación. Entonces era propiedad de D. Rodrigo Alonso Pimentel, cuarto Conde de Benavente, a quien Enrique IV le había donado la Villa en 1464.



La data del contexto, por diferentes cuestiones de índole arqueológica, se establece entre los años 1474 y 1490.
El abandono de la pieza se produjo al perder su uso, siendo arrojada, junto a otros muchos desperdicios, al basurero que se formaba a los pies de la muralla.
Su excepcional contexto arqueológico, una primicia entre los pinjantes conocidos hasta entonces, y sus características le hicieron merecedor de una atención especial y de un artículo específico publicado en 1993.





Jaeces colgados, joyeles o adornos de petral han sido términos utilizados para designar estos elementos para los que se consolida finalmente el término pinjante.
Estas piezas, de chapa metálica, solían ir colgadas mediante una prolongación a modo de argolla de los diferentes correajes que componen la guarnición de las caballerías. También podían ir insertadas en ellos mediante remaches o simplemente pasaban los cueros por ellas. 
Se aplicaban en las cabezadas, el petral, los correajes del caballo y las sillas de montar. También había pinjantes de menor tamaño que se usaban de adorno en las pihuelas de los halcones y en los collares de los perros.
Durante la época medieval se convirtieron en una moda común a toda Europa y también a Oriente. De hecho, a lo largo de toda la Baja Edad Media se llegó a realizar un tipo de producción en serie.
Su cronología va del siglo XII hasta finales del XV, momento en el que empiezan a caer en desuso.
En los Reinos cristianos de la Península, hubo talleres en Aragón, y Castilla, mientras el mundo árabe desarrolló su fabricación con características particulares.
Servían de adorno, como certificado de propiedad o de bando en caso de conflicto, y eran signo de prestigio. Pero además de marcar un estatus, servían como amuletos profilácticos frente al mal de ojo, e incluso con la finalidad de dar fuerza y resistencia al animal y favorecer su fertilidad.
Los materiales con los que se confeccionaron son variados. Aunque normalmente se fundieron en cobre, se han hallado algunos ejemplares de bronce o de aleaciones de cobre-plata y cobre-aluminio. Para lograr una apariencia más lujosa, a menudo las piezas se bañaban en oro o en plata, sin descartar para los más ricos pinjantes la plata, el oro y las piedras preciosas.
La decoración incisa se trabaja por el anverso con cincel o buril, dejando el reverso liso y sin decorar. El color se aplicaba con esmaltes o pasta vítrea mediante la técnica del excavado.




Este ejemplar portillano, el primero en hallarse durante una excavación arqueológica, corresponde al tipo de anilla o enganche, está realizado en cobre sobredorado y posee una forma polilobulada con clavos en relieve alternados entre los lóbulos. Su diseño es formalmente de tipo hispanomusulmán.
La figuración, sólo realizada en el anverso, está ejecutada a buril. Se representan dos figuras femeninas aladas flanqueando una I gótica coronada en el centro y con hojas de hiedra que recorren el espacio existente entre la letra y la parte inferior de cada personaje. El tema es relativamente frecuente en otras piezas de jaez, conociéndose también en  cerámicas de loza dorada de Manises hacia 1430.
Las piezas de vestido representadas consisten en falda de pliegues y camisa de amplio escote, de moda entre 1410 y 1440.





Localización de la pieza sobre la planta del castillo hacia 1474 (A) y la de 1490, con la barrera artillera ejecutada, en la liza norte


La argolla de la pieza se fracturó y el pinjante fue clavado en otro lugar hasta su abandono definitivo siendo lanzado, junto a otros elementos de deshecho como cerámicas, huesos de animales, etc al basurero que se conformó extramuros, justo detrás del lienzo norte del castillo.
El estudio realizado viene a plantear varias hipótesis sobre su posible significado religioso  a tenor de la presencia de la I mayúscula como árbol de la vida, la representación de los ángeles y la I como IESHU, aunque finalmente se interpreta la grafía I mayúscula como una referencia casi heráldica de propiedad de un alto personaje afín a un  Ioannes o Iohannes. Así, probablemente pudo pertenecer al bando de D. Juan, poseedor del castillo entre 1416 y 1419, futuro y de Navarro y luego de Aragón como Juan II, o de Don Alvaro de Luna, al servicio  del rey Juan II de Castilla, prisionero en Portillo en 1444, precisamente .
Ambos juanes aparecen así en las monedas que acuñaron.

Existen otras pinjantes medievales en las colecciones de artes menores de varios museos españoles como el Arqueológico Nacional, el Museo Federic Marés, el Museo Episcopal de Vic y el Museo Arqueológico Provincial de Orense. La mayor parte de estos elementos son parte de colecciones careciéndose de datos incluso a cerca de su origen.

Hemos encontrado datos de la existencia otro pinjante algo mas antiguo, pues se ha datado en el XIII-XIV,  descubierto en las excavaciones de la catedral de Barbastro. 

¡Que tengan una feliz semana!





Balado, A. y Escribano, C.; 1993: Un pinjante gótico procedente del castillo de Portillo (Valladolid). BSAA, 217-228. Valladolid.
Las fotos del pinjante de Portillo y plano de localización corresponden al artículo citado.
La pieza está en el Museo de Valladolid en cuyo catálogo aparece recogida.