miércoles, 8 de mayo de 2019

la Villa de Adriano, en Tívoli






“Animula vagula, blandula, hospes comesque corporis; quae nunc abitis in loca palidula rigida, nudula nec, ut soles dabis iocos”.

“Pequeña alma mía, vagabunda y encantadora, huésped y compañera del cuerpo, ahora andarás por lugares diáfanos, fríos y desnudos, y no bromearás como solías hacerlo”.

Adriano


Desde que leyera, reiteradamente y desde mi juventud, la obra de Marguerite Yourcenar, traducida por Julio Cortázar al castellano, fue una constante el deseo de conocer la villa adrianea de Tívoli. Pude ver cumplido mi sueño en enero de 2016 con una mezcla de expectación, emoción y admiración. Tuve la enorme suerte de visitarlo con tiempo, sin turistas, en un día plomizo y con una amiga del alma.



El emperador Adriano es uno de estos iconos culturales en el que se mezclan los viejos valores de la ciudad latina dando respuesta a las inquietudes de la gente, y otros absolutamente innovadores, un personaje controvertido, lleno de matices, capaz de ejercer el despotismo y, a la vez, de elevar la razón a la categoría de principio rector de su gobierno.
Los versos que inician este texto resultan ser los únicos conservados de una vasta obra poética perdida y son el fiel reflejo de su alma inquieta y romántica, si bien Adriano no fue nunca mas que un poeta aficionado.





Aureus con busto de Adriano en el anverso

Publio Elio Adriano había nacido el 79 d. de C. probablemente en Hispania, en la ciudad de Itálica (Santiponce, Sevilla),  hijo de un simple pretor, en una familia senatorial y adinerada, sí, pero de provincias, lo que no hacía presagiar el destino que le esperaba, si bien es cierto que muy pronto destacó por su carácter y dotes militares.
Adoptado como sucesor de Trajano,  fue aclamado emperador en el 117, mientras ocupaba el cargo de gobernador de Siria. Con el se inicia la consolidación real del Imperio. Entre los años 121 y 134 dirigió las campañas en Germania, la Galia, Britania -donde levantó el Muro de Adriano contra los Pictos- Hispania, Norte de Africa y Oriente.
A su regreso a Roma, en el 134 se dedicó a la reordenación administrativa de la Península Itálica y a la reforma fiscal de las provincias.
Murió en 138, a los 59 años.



Una de sus grandes operaciones constructivas, culturales y representativas  se llevó a cabo en la antigua Tibur, hoy Tívoli,  ciudad que había sido fundada por los latinos al sureste de Roma, cerca de las cascadas del Anieno, y que en época de Augusto se había convertido en una de las localidades de veraneo más de moda entre los patricios romanos: Casio, Mecenas, Horacio, Quintilio, Varo, Cátulo, Salustio, Augusto y, naturalmente, Adriano gozaban de este lugar, en el que se hallaba además el famoso santuario de Hércules, el Oráculo de la Sibila y unas termas de aguas sulfurosas, conocidas como Acque Albule -hoy Baños de Tívoli- , sumamente apreciada por el emperador.
Para ello se ocupó una meseta orientada entre dos valles, el del agua Ferrata al este y el de Risicoli o Rocca Bruna al oeste. Para crear un complejo tan grandioso, Adriano decidió trasladar su residencia fuera de la capital, Roma, eligiendo para ello un territorio verde y rico en agua por la que  pasaban cuatro de los antiguos acueductos (Anio Vetus, Anio Novus, Aqua Marcia y Aqua Claudia).
Situada a unos 28 km de Roma, era accesible tanto desde la vía Tiburtina como desde la vía Prenestina, así como por vía fluvial a través del río Anio.







Las fuentes literarias nos dicen que Adriano, con una personalidad extremadamente versátil, amó especialmente la arquitectura, a la que se dedicó personalmente. Las características de la planta de la Villa Adriana difieren de las costumbres arquitectónicas de la época y demuestran esta participación y competencia fuera de duda. 
El complejo constructivo de unas 120 hectáreas levantado sobre una villa familiar de época republicana, y que se compone de un conjunto de 30 edificios, se halla perfectamente insertado en el territorio en una estudiada programación de modo que ha sido definido por el arqueólogo   B. W. Cunliffe  como “un estudiado paisaje arquitectónico”.
La construcción del enorme complejo, que comenzó un año después de la llegada al principado, duró más de diez años, coincidiendo con el período en el que el emperador se hallaba recorriendo las diferentes provincias romanas, por lo que la Villa representa, de forma simbólica, el variado y extenso territorio romano para el que Adriano buscaba tenazmente la unificación.
Basó, así,  el proyecto, como conocedor y amante de la tradición helenística, en modelos, lugares y monumentos que le habían resultado impresionantes.
Los inicios, que se habían limitado a la restructuración y ampliación de los edificios preexistentes, enseguida fueron ampliados con instalaciones termales, la construcción de un gimnasio y una sala para los banquetes oficiales,  almacenes, pórticos, piscina e incluso un teatro- fue construido a medida que el lugar iba adquiriendo sus dimensiones monumentales definitivas, que puede decirse que se completaron solamente en el 133.


La Villa incluyó edificios residenciales, termas, ninfeos, pabellones, jardines que se alternan según una distribución completamente inusual e innovadora.
Los distintos edificios estaban conectados entre sí, tanto por caminos en superficie como por una red de caminos subterráneos para vehículos y servicios.
Villa Adriana estaba concebida como un complejo representativo en el que confluían todos los requisitos necesarios para completar e incluso sustituir el Palacio imperial de Roma. Podía sumir todas las funciones pública inherentes a la figura del emperador, pero garantizaba al mismo tiempo una cierta privacidad y amparaba a Adriano de las contiendas de la corte y del control ejercido por el senado. 
En Tívoli el emperador pudo poner en práctica sus personales concepciones arquitectónicas, a medio camino entre el riguroso clasicismo y la experimentación barroca, rodeado por audaces intuiciones escenográficas y por el empleo libre de prejuicios de nuevos métodos de construcción. De hecho, Villa Adriana es famosa también por el frecuente empleo de las superficies curvas y en particular por la gran variedad de cúpulas –semiesféricas, gajos, ojivales- acompañado por una búsqueda constante de los efectos visuales.




El acceso principal de la villa se situaba al norte, a través de un ramal de la Vía Tiburtina que rodeaba el llamado valle de Tempe, llamado así por su parecido a un célebre lugar del mismo nombre de Tesalia.  En este lugar se encontraba la Hospitalia, un edificio destinado a residencia-dormitorio de los pretorianos de guardia en la entrada. Era un edificio de dos pisos con 10 habitaciones, cada una de las cuales tiene tres alcobas para tres camas. El pavimento era de mosaico blanco y negro con diseños geométricos y florales y los muros se cubrían con frescos pintados con escenas mitológicas.

Hacia el interior se halla el Teatro Marítimo, uno de los elementos más sugestivos e íntimos del complejo, formado por un murallón anular, porticado hacia el interior, y rodeado, al interior, por un canal que delimita una islita circular, en su tiempo dotada de dos pequeños puentes levadizos, sobre la que se alzaba  una villa en miniatura destinada al reposo y al aislamiento, dispuesta alrededor de un patio con fuente y completada con unas pequeñas instalaciones termales.




http://italicaromana.blogspot.com/2010/04/teatro-maritimo-villa-adriana.html


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Pasado el Teatro Marítimo se extiende la parte central de la villa, que comprende las termas (Mayores y Menores),  el patio de las Bibliotecas -en realidad,  dos triclinios de verano, o  salas para comer, que forman parte del núcleo más antiguo del palacio- , el Palacio, el Ninfeo, la Sala de las Columnas Dóricas con el Cuartel del Cuerpo de Guardia al lado y finalmente la Plaza de Oro, rodeada por un peristilo y un pórtico con dos naves.







Plaza de Oro



Biblioteca

Desde la Sala de las Columnas Dóricas, en realidad una basílica, se accede a la estancia llamada Sala del trono, que muy probablemente constituía una especie de aula palatina, destinada a las sesiones solemnes de la corte imperial. El lado norte de la Plaza de Oro se caracteriza por un vestíbulo de planta octogonal cuya cobertura constituye uno de los más notables ejemplos de cúpula a gajos, mientras que en el lado sur se halla un gran y complejo ninfeo semicircular, quizá un triclinio de verano.


Enorme muro con acceso al Pecile



Jardines y gran estanque del Pecile

En la pared occidental de la Sala de los Filósofos, cerca del Teatro Marítimo, se halla adosado uno de los lados cortos del Pecilo, una gran plaza rodeada de pórticos que formaba una especie de xystus de inspiración griega, es decir, un lugar destinado a pasear y a charlar. 
Hacia el este se encuentran el edificio del Estadio y la Cenatio de verano, destinada a los banquetes oficiales. El grupo de estancias que sigue comprende las Pequeñas y las Grandes Termas, el Vestíbulo y finalmente el Canope.



Canope







El Canope es un proyecto paisajístico arquitectónico de primer orden que posee un jardín aterrazado de 160 m con un canal - de 119 x 18 m- a lo largo de su eje principal. Alrededor del canal corría una columnata, que estaba curvada en el lado norte, sola en el lado oeste y doble en el lado este. En el medio del lado occidental había cuatro "Cariátides" y dos Silenos en lugar de columnas. Estos aluden a Atenas: el primero al Pórtico de las Doncellas en el lado sur del Erecteión en la Acrópolis; el último para los silenos de Adriano que decoran el escenario del Teatro de Dionisio. Las estatuas en el lado norte, de trazado redondeado, incluían dos amazonas, ua Hermes y un guerrero, tal vez Teseo.
Las amazonas son copias de estatuas en el Templo de Artemisa en Éfeso.
Aquí también se han encontrado cabezas con retratos de un joven Adriano y un varón Julio-Claudio - quizá Julio César-, como estatuas de un cocodrilo y personificaciones del Nilo y el Tíber.
En una plataforma en el agua cerca de ambos extremos del canal se erigieron grupos de estatuas con Scylla.




Serapeum

En cualquier caso, el Canope era un auténtico museo al aire libre que ofrecía un espectáculo visual a quienes tenían el privilegio de cenar en el Serapaeum, una gran exedra semicircular cubierta por una semicúpula a gajos, alternativamente cóncavos y planos; en realidad, un enorme lecho triclinal en forma de letra Σ identifica el edificio como una imponente cenatio de verano. Su planta se inspira en la de los templos egipcios y armoniza con el depósito de agua vecino: más bien un canal, de hecho, unía en la antigüedad Alejandría con la ciudad de Canope, donde se hallaba un célebre templo de Serapis. El canal y la ciudad eran célebres por las fiestas y los banquetes, un eco de los cuales se refleja en el famoso mosaico nilótico de Palestrina.
Fué en Canope donde murió ahogado Antinoo, el amante del emperador, que a causa de este hecho cayó en la más profunda depresión. No es pues por azar que aquí hayan sido halladas las estatuas más hermosas del joven efebo, junto con las imitaciones de las Cariátides del Erecteion.
Muchas otras copias de célebres obras escultóricas, como la Venus de Cnido, obra maestra de Praxíteles, adornaban los distintos sectores de la ciudad, haciendo eco del gusto coleccionista del emperador. 



Estructuras de la zona residencial de la villa.

Durante la Alta Edad Media Villa Adriana fue expoliadas para reutilizar los materiales en los edificios del nuevo Tívoli. 
Afortunadamente, en el siglo XV, Biondo Flavio, historiador y humanista del Renacimiento italiano, identifica las ruinas como la villa del emperador Adriano que mencionaba la “Historia Augusta” y el papa Alejandro VI Borgia promueve las primeras excavaciones del Odeón. 
La moda del coleccionismo entre los nobles y los eclesiásticos hizo que en el siglo XVI se retomaran las excavaciones, pero no será hasta la intervención de Hipólito d’Este, hijo de Lucrecia Borgia, gobernador de Tívoli, cuando estas sean financiadas y planificadas.
Entra, en ese momento, en escena el arquitecto Pirro Ligorio que dirige las excavaciones con el único fin de recuperar objetos y mármoles con los que decorar Villa d’Este de Tívoli, y dejó escritas sus intervenciones junto con leyendas y descripciones de los antiguos romanos en los Códigos Ligorianos.
Las excavaciones continuaron; por encargo de la familia Bulgarini se removieron tierras y los hallazgos acabaron en los Museos Vaticanos. El cardenal Alejandro Furietti, obteniendo el permiso para excavar por encargo de la familia Bulgarini, sacó a la luz célebres obras como la estatua de los Centauros de Aristeas y Papias y el Fauno Rojo que se encuentran en los Museos Capitolinos o los candelabros Barberini conservados en los Museos Vaticanos.
También proceden de aquí las ocho musas de Cristina de Suecia, actualmente en el Museo del Padro de Madrid,  y la Diana de Versalles , en el Museo del Louvre de París.


www.museivaticani.va
Reconstrucción del Serapeum del Canopo de Villa Adriana en Tívoli

En el siglo XVIII la propiedad de la zona pasa al Conde Fede quien  hizo plantar los famosos cipreses y excavó activamente buscando tesoros para su colección, dispersa después de su muerte.
Desde entonces Villa Adriana fue expoliada por parte de los aristócratas ingleses, quienes trasladaron los hallazgos a Inglaterra y sólo a finales del siglo XIX, en 1873,cuando con la reunificación de Italia el estado se hizo cargo de la propiedad de los restos, es cuando se inician los trabajos de  excavación arqueológica y restauración que duran hasta hoy.
Desde 2003 existe un programa permanente de intervenciones.
En 2013 se produjo el descubrimiento tras la Plaza de Oro, de un  conjunto de cinco edificios monumentales de rara elegancia arquitectónica, decoradas con estatuas colosales, diseñado por Adriano para ofrecer recorridos privilegiados, creando fondos paisajísticos de carácter idílico, fruto de la larga y compleja campaña de excavaciones llevada a cabo por la Universidad La Sapienza bajo la dirección científica de Patrizio Pensabene en estrecha colaboración con la Superintendencia para los Bienes Arqueológicos del Lazio y la directora de Villa Adriana Benedetta Adembri. 
En 2016, mientras realicé la visita que acabo de describirles, el teatro marítimo estaba siendo objeto de una intervención restauradora y la Universidad sevillana Pablo Olavide bajo la dirección del doctor Rafael Hidalgo, realizaba la excavación del stibadium, el salón circular de banquetes en el que el propio Adriano realizó numerosas recepciones. Se cree que los apartamentos privados del emperador se encontraban muy cerca de este recinto, lo cual nos permite hacernos una idea de la importancia de estas excavaciones.
La Villa Adriana en Tívoli es uno de los lugares  incluidos por la Unesco en la Lista de Bienes del Patrimonio Mundial en 1999.
A día de hoy, es uno de los destinos turísticos favoritos de los amantes de la Cultura Clásica que viajamos a Italia.
Como parte de la reforma del Ministerio de Patrimonio y Actividades Culturales, a partir del 1 de septiembre de 2016, los sitios monumentales de Villa Adriana , Villa d'Este y el Santuario de Ercole Vincitore se unieron bajo una sola administración autónoma.






Para los mas curiosos hay un enlace muy especial en el que pueden trastear con planimetría actualizada  y 3d aquí




Recorrido de visita



Pila de mármol situada en la entrada de la villa

El recorrido de la visita se inicia en la entrada hasta llegar a los muros del Pecile una enorme construcción porticada entorno a  un estanque impresionante y jardines. Se continúa por la vivienda de la servidumbre, las llamadas   Cien habitaciones,  para llegar a  las Pequeñas Termas y las Grandes Termas, que posiblemente estaban destinadas para mujeres y hombres respectivamente.
A la derecha dejaremos los restos del Vestíbulo, justo antes de divisar el recinto del Canopo.
Volviendo hacia atrás accedemos al Praetorium, para continuar hasta el edificio de la Peschiera. A su izquierda el stadium, en este punto torcemos a la derecha para dirigirnos a la Piazza d’Oro, llamada así por la cantidad de objetos que salieron a la luz con las excavaciones, pero que pudo cumplir funciones públicas.
Retrocediendo llegamos al Palacio Imperial y a los barracones de la cohorte del emperador. El camino circular bordea la villa republicana, el Hospitalia, el Triclinio imperial y la biblioteca para desembocar en el impresionante Teatro marítimo.
Ya volviendo a la entrada visitamos finalmente los restos del templo de Venere Cnidia y Ninfeo y el Teatro griego, este último por desgracia bastante arruinado.


¡Les deseo una feliz semana!





Enlace:

http://www.villaadriana.beniculturali.it/index.php?it/204/villa-adriana


AREA ARCHEOLOGICA DI VILLA ADRIANA

 (Largo Marguerite Yourcenar, 1. 00010 Villa Adriana - Tivoli)

e. mail: villaadriana@beniculturali.it

Web: www.villaadriana.beniculturali.it