El Carnaval contra la Cuaresma. Bruegel el Joven. S, XVII
"y allí, puesto Sancho en mitad de la manta, comenzaron a levantarle en alto y a holgarse con él como con perro por carnestolendas"
El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha
Miguel de Cervantes
Manteo de Pelele. Prado. Goya
Así que no hay cuaresma sin el previo carnaval, ni carnaval sin manteo de perros o de peleles, una mas de las manifestaciones de esos días de permisividad, disfraz y crítica social, en los que se ridiculiza a gobernantes, personajes públicos y clero; una fiesta que remonta sus orígenes en varios milenios, pues parece que su antecedente inmediato serían las antiguas fiestas Saturnales romanas y las celebraciones orgiásticas en honor a Baco, tan relacionadas a su vez con la finalización de la siembra de invierno, la entrada del equinoccio de primavera y la fertilidad de un nuevo ciclo.
Mosaico procedente de las excavaciones de la antigua Cumplutum, en Alcalá de Henares, Madrid
El vocablo utilizado proviene del término latino "carne levare" que derivó en "carne vale", en lengua romance, mantenido en italiano y que ha ido desplazando otras palabras tradicionales españolas como carnal, antruejo y carnestolendas.
Sensu estricto significa quitar la carne, aplicándose en el cristianismo a los días previos a la prohibición de comer carne durante los cuarenta días de la Cuaresma. La carne precisamente era un símbolo del exceso de banquetes previo al período de ayunos y abstinencias de la Cuaresma, un tiempo de purificación y penitencia que culmina en la Pascua.
Para el cristiano de la época medieval, el Carnaval era la representación de lo pagano. El pueblo se ocultaba bajo máscaras y disfraces, se celebraban juegos, desfiles, bailes y copiosos banquetes para dar fuerza al cuerpo antes de entrar en un tiempo de abstinencia, ardían hogueras y se sacrificaban animales para atraer la fortuna, se desfilaba con vehículos adornados, y cuando se trataba de carros navales, hermosos mascarones adornaban la proa copiados de las naves verdaderas.
Los disfraces y las máscaras son una pervivencia precristiana condenadas por el poder civil y el religioso, que desde siempre se mostraron en contra al uso de disfraces y sobre todo de caretas, si bien eran permisivos en estas fechas. La razón del poder civil se fundamentaba en que no se propagasen los desmanes y delitos al amparo del anonimato de la máscara. La iglesia se oponía porque consideraba que una burla al creador mostrar al ser humano como algo burlón, lascivo, falso, ya que el hombre estaba hecho a su imagen y semejanza.
Ya en el siglo VII d.C. San Isidoro de Sevilla se quejaba que los fieles, en febrero, celebraban fiestas disfrazados por las calles, incluso vistiéndose del sexo que no son, y comiendo y bebiendo sin parar. Inicialmente, el carnaval no significaba más que el tiempo que precede a la cuaresma, establecida como tiempo eclesiástico en el siglo IV, por el Concilio de Nicea. La Cuaresma recuerda los 40 días que pasó Jesús ayunando en el desierto.
Desde la Alta Edad Media se conoce la costumbre de que la gentes se propasaran en las casas, en los conventos y en las calles. Eclesiásticos y canónicos tomaban parte en las bromas más obscenas y groseras y frailes y monjas se daban a los goces libertinos del carnaval. En una crónica del siglo VII se habla de una abadesa del monasterio de Poitiers que antes de la Cuaresma jugaba a los dados y organizaba en su convento representaciones impúdicas con máscaras.
Los clérigos se disfrazaban de mil maneras, incluso de mujer, y se organizaban bailes en los conventos. El hecho de estas manifestaciones en los conventos o lugares sagrados deriva de que eran utilizados en la antigüedad como lugar de representaciones teatrales, y en esta época no se consideraba sacrílego dedicarse a estas diversiones cerca de los altares.
Como término, carnaval aparece por primera vez in Italia a mediados del siglo X, si bien en el siglo XII ya es algo de lo que tenemos referencias en toda Europa siendo elementos comunes la importancia de la carne y del sexo, hasta el punto en que en algunos lugares el carnaval era organizado por el gremio de carniceros y en algunas zonas la municipalidad se hacía cargo de un reparto de comida gratis. No obstante, hemos de recordar que esta fiesta se produce en un momento de cambio estacional, saliendo del invierno, para el que se han acumulado provisiones que la gente aprovecha "práctica" y "metafóricamente" para consumir.
En la Roma de los siglos X y XI el propio Papa tomaba parte en el carnaval. Desde las iglesias salían procesiones alegres que convergían en San Juan de Letrán, encabezadas por un sacristán con estola y con una corona de flores de donde asomaban cuernos de chivo. Caminaba con una vara llena de campanillas y le seguían el cura y los feligreses. Luego el Papa salía de su palacio y junto con los cardenales entonaba el Deus ad bonam horam, himno burlesco mezcla de griego y latín groseros, siendo la señal para que la fiesta comenzara, con bailes que acompañaban los cascabeles. Un cura montaba un asno al revés y se impartía la bendición apostólica
En el siglo XIII en España ya es bien conocida como entroydo o antruejo en Galicia, carnestolendas en Castilla o iñaute en vasco.
En el siglo XIV, en El libro del buen amor, el arcipreste de Hita, narra la célebre batalla entre Don Carnal y doña Cuaresma y ya en estos momentos se han generalizado los desfiles de personajes disfrazados y con máscaras, cantando temas satíricos e irónicos.
Para la nobleza es un tiempo de celebración de torneos y justas, mientras en las villas son comunes los enfrentamientos entre collaciones, vecinos o cofradías, siendo frecuentes batallas de verduras por toda Europa.
En Venecia, se encerraban toros y jabalíes y se cazaba con perros en la plaza de San Marcos; después su carne era repartida entre el público, mientras que en Roma se celebraban carreras con apuestas y en Florencia justas de caballeros.
Durante el reinado de los Reyes Católicos, se conoce la costumbre de disfrazarse en determinados días con el fin de realizar bromas en los lugares públicos, hasta que en 1523 el rey Carlos I dictó una ley prohibiendo las máscaras y enmascarados. Fue el rey Felipe IV quien se encargó de restaurar el esplendor de las máscaras. Será en el siglo XVI, por influencia italiana, cuando finalmente se homogeneice el nombre de carnaval.
Con el tiempo, el carnaval inicial se fue ampliando en días y las antiguas fiestas paganas del invierno, de paso de una estación a otra, de acabar la comida acumulada en invierno, se transforman en nuestro carnaval.
Esta celebración está ya generalizada prácticamente en todo el mundo durante los tres días previos al miércoles de ceniza, siendo el martes el día mas importante: Martedi Grasso en Italia, Mardí grass en Francia o martes de carnaval en España, sin embargo es bien cierto que tiende a alargarse, en algunas zonas, hasta la semana anterior, incluyendo el jueves lardero (del lardum/tocino en latín).
Los navegantes españoles y portugueses llevaron hasta América el carnaval en el siglo XV. Con el paso del tiempo, en las distintas zonas del continente americano la celebración fue adoptando distintas peculiaridades provenientes de las distintas costumbres locales.
Durante el reinado de Felipe IV se prohibió a los cortesanos del Buen Retiro la celebración del carnaval sin máscaras aunque las injerencias de la iglesia fueron constantes y llegaron incluso a la prohibición. Con Carlos III se permitió el carnaval cortesano de máscaras siempre que se sometira a los cánones de refinamiento y buen gusto, resultando la antítesis del carnaval popular irreverente, libre y contrario a la mojigatería.
En el XIX murgos y comparasa masculinas y femeninas recorren las calles y se concentran en las plazas durante el martes de carnaval y para el entierro de la sardina, el miércoles de ceniza.
Futbol de carnaval. Inglaterra
Carnaval. Adulterio Thomson.
http://historycarnivalphoto.blogspot.com.es/
Murga carnavalera en Daimiel. Principios del siglo XX
http://nogalera.blogspot.com.es/2013/03/fiestas-populares-del-campo-de.html
En España se celebra en la actualidad si bien durante la Guerra Civil estuvo prohibido, en atención a las especiales circunstancias por las que atravesaba el pais (BOE 5 de febrero de 1937) y durante la dictadura de Franco se prohibió o censuró su celebración en algunos puntos de España. Llegados los años 50 y 60 se suavizó la censura permitiéndose el carnaval sin máscaras.
A partir de la democracia, se ha recuperado con fuerza esta manifestación tradicional habiendo adquirido en algunos lugares una espectacularidad que les ha valido ser considerados de Interés Turístico Internacional. Es el caso de Cádiz, Santa Cruz de Tenerife y Las Palmas de Gran Canaria, si bien cada celebración en el mundo rural y el resto de la península ibérica es única en sí misma
De referencia internacional son el carnaval de Río de Janeiro (Brasil), el de Venecia (Italia) y el carnaval de Nueva Orleans (USA), seguidos por el de Notting Hill (Gran Bretaña) y el carnaval de Colonia (Alemania)
Peropalo. Villanueva de la Vera. Cáceres
Carnaval popular. Máscaras de los mamuxarros. Unanua Navarra
Joaldunaks. Carnaval entre los pueblos de Ituren y Zubieta haciendo sonar los cencerros
Hoy es martes de carnaval. ¡Sean vitales e irreverentes!