martes, 1 de marzo de 2016

La basílica de Santa Sabina en Roma. Perderse en el Aventino



Creo que es una inmensa suerte disponer del tiempo suficiente para hacer una visita al Aventino, una de las siete colinas sobre las que se levantó la ciudad de Roma. Allí, en pleno rione Ripa, en el oasis de un tranquilo barrio residencial romano,  se encuentran, junto al palacio de los Caballeros de la Orden de Malta,  los antiguos complejos conventuales de origen medieval de San Alessio y Bonifacio, Santa María del Priorato, Santa Prisca y Santa Sabina, con  los jardines de los Naranjos y de San Alessio, que constituyen un mirador espléndido sobre la ribera del Tíber.
Unos minutos andando desde la Plaza de la boca de la Veritá, dejando a un lado el Circo Máximo y siguiendo Clivo dei Publicci y la Vía de Santa Sabina, te trasladan a otro espacio y otro tiempo.
La paz que se respira al pasear sus calles y conventos hace olvidar que se encuentra una en pleno corazón de la gran ciudad eterna en el siglo XXI, justo allí unos 2000 años antes había un bullicioso y plebeyo barrio en el que los emperadores levantaron murallas, templos, termas, etc. 
La riqueza clásica del Aventino y su posición hicieron que fuera en esta zona donde de forma mas intensa se sufriera el saqueo de los godos de Alarico en el año 410 d C, pasando a ser abandonado como barrio de viviendas y devenir en un desierto urbano ocupado por eremitas y monasterios.
La colina, que había sido fortificada en época imperial -murallas servianas-  fué refugio en 537 del Papa Silverio, que había sido acusado por Justiniano de haber pactado con el ostrogodo Vitige. 
Las primitivas defensas fueron reconstruidas a finales del siglo X por Otón III , emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, que intentó, sin éxito, renovar esta posición política desde Roma.
Mas tarde, el castillo del Aventino fue ocupado por la familia Savelli.




El Aventino y la fortaleza Savelli

A finales del siglo XIX , toda la zona este de colina se convirtió en  un exclusivo y lujoso barrio romano que hoy queda a espaldas de los conventos, en una tranquilísima zona residencial. No solo no deben perderse su visita, sino que, si me admiten la propuesta, les invitaría a conocer, de forma prioritaria, Santa Sabina.



La colina del Aventino vista desde el Campidoglio, fotografía hacia 1895


Plano del Aventino en época romana. 


Il Buco dellla serratura, en la puerta del Palacio del Gran Priorato de la Orden Soberana y Militar de Malta, que también alberga la embajada de la Orden de Malta ante la Santa Sede. Miles de personas hacen cola para asomarse por ojo de la cerradura desde donde se puede ver la cúpula de la basílica de San Pedro al fondo  de un pasillo enmarcado por cipreses.



Vista del otro lado del Tiber desde el Jardín de los Naranjos de la colina del Aventino, junto a Santa Sabina.




https://commons.wikimedia.org/wiki/Category:Santa_Sabina_(Rome)#/media/File:SantaSabinaByRoeslerFranz.jpg

La Basílica de Santa Sabina ha sido sorprendente y, para mi, un inesperado hallazgo. Construida en el siglo V d.C, siguiendo los cánones de las antiguas basílicas de época romana, es una de las conocidas como menores de Roma y sobre ella existe un título cardenalicio.
Parece claro que su construcción se debe a la actuación del sacerdote de origen dálmata Pedro de Iliria, quien la mandaría erigir entre 422 y 432, levantándose el templo sobre una casa romana, que la tradición a  atribuye a la noble Sabina - posteriormente santificada junto a su sierva-.
Desde el año 1219, la iglesia fue confiada por el papa Honorio III a Santo Domingo de Guzmán, que vivió y trabajó en esta iglesia y en la que se conserva todavía su celda, hoy convertida en capilla, y, por ello, a la Orden de Predicadores, constituyéndose en su sede general.
Del expolio del antiguo templo romano de Juno Regina, situado en sus inmediaciones,  procederían las veinticuatro columnas que configuran hoy la planta de la basílica cristiana, si bien existe un buen número de piezas romanas recolocadas en diversas zonas del templo como el pórtico y el atrio.



Las esbeltas columnas, de fuste acanalado, están hechas en mármol, y presentan capiteles corintios decorados con hojas de acanto.




A los pies de las tres naves  se encontraba un atrio exterior porticado y una fuente, espacios que servían para albergar a los no bautizados, los catecúmenos, así como el nártex, todos  profundamente transformados.
Las paredes de la fábrica original del templo son lisas, con grandes ventanas abiertas en la parte más alta de la nave central y los espacios entre columnas de la nave central aparecen decorados imitando el opus sectile. Sobre estos motivos decorativos debía hallarse ciclo de imágenes con escenas del Nuevo y del Antiguo Testamento, absolutamente desaparecidas.
Al mismo siglo corresponden los restos del antiguo campanario que es perceptible e identificable en la base de la espadaña barroca, situada a la izquierda de la fachada de la iglesia. 






1. Entrada principal
2. Atrio 
3. Lapis diaboli
4. Puerta de madera tallada
5. Mosaico con la dedicación
6. Tumba de fray Muñoz de Zamora
7. Schola Cantorum
8. Ábside
9. Capilla de santa Catalina de Siena
10. Capilla de san Jacinto







Opus sectile en los intercolumnios de la nave central





En la contrafachada se conserva el mosaico de dedicación del templo, cuyo texto, distribuido en seis líneas, es el siguiente:

CULMEN APOSTOLICUM CUM CAELESTINUS HABERET 
PRIMUS ET IN TOTO FULGERET EPISCOPUS ORBE 
HAEC QUAE MIRARIS FUNDAVIT PRESBYTER URBIS
ILLYRICA DE GENTE PETRUS VIR NOMINE TANTO 
DIGNUS AB EXORTU CRHISTI NUTRITUS IN AULA 
PAUPERIBUS LOCUPLES SIBI PAUPER QUI BONA VITAE 
PRAESENTIS FUGIENS MERUIT SPERARE FUTURAM

Cuando Celestino tuvo el grado supremo de la dignidad apostólica
e irradiando el mundo entero como el primero de los obispos
ésto que admiras aquí fue fundado por un presbítero de Roma
de la nación ilírica, Pedro, un hombre digno de llevar este nombre
porque se nutrió desde pequeño dentro de la corte de Cristo
rico para los pobres, pobre para sí mismo, y que, huyendo de los bienes de la vida
presente, mereció esperar la vida futura.






La representación de las iglesias hebrea y de los geniles.
http://www.radiovaticana.va/gallery/esc/giorno_13/index.asp?lng=en


A ambos lados del texto se representan la iglesia de los hebreos y la de los gentiles.
Esta parte, la única conservada, se complementaba -según algunas fuentes del siglo XVII- con los símbolos del Tetramorfos y las imágenes de San Pedro y de San Pablo.
De la basílica paleocristiana del siglo V es también la puerta de madera de ciprés con dieciocho recuadros originales -en origen fueron veintiocho- cuya conservación es excepcional, si bien es cierto que ha tenido algunas restauraciones y añadidos, como la banda de racimos y pámpanos de uva que recuadra cada una de las escenas.




Se representan en estos 18 casetones, sin orden y entremezclados, episodios del Antiguo y Nuevo Testamento desde Moisés, al profeta Elías, la Epifanía,  los milagros de Cristo, su  Crucifixión -una de las más antiguas representaciones conocidas y la primera en colocarlo entre los dos ladrones, aunque a un tamaño mayor-, la Ascensión, etc. Se apunta que la autoría de las escenas es dúplice, correspondiendo a autores con inspiraciones diferentes, una helenística y otra tardoantigua




Escena de la crucifixión, de tradición tardoantigua

Una curiosidad es que, en el año 1836, al realizarse la restauración de la escena del paso del Mar Rojo, el rostro del faraón -a punto de ahogarse- fue cambiado por el del ya fallecido napoleón Bonaparte.

El interior basilical está conformado a la manera clásica, mediante tres naves, divididas por las columnas expoliadas, como ya apuntamos, del templo de Juno Regina, y un ábside semicircular correspondiente a la nave mayor. Posee un transepto tras el que encontramos un sencillo iconostasis y un ábside semicircular con tres vanos flanqueado por dos estancias, la prótesis y el diaconicon.




Sobre el arco triunfal se sitúan quince clípeos, representándose en el central a Cristo y a cada uno de los lados las cabezas de los Apóstoles, profetas, papas, y en los extremos derecho e izquierdo dos edificios que simbolizan respectivamente la Jerusalén y la Belén celestes, desde las que salen nueve palomas al vuelo. 
Estos clípeos fueron pintados entre 1919 y 1920 por Eugenio Cisterna usando la técnica del fresco, en color sepia, sobre la base de una información  citada por Giovanni Giustino Ciampini en el siglo XVII, quien  vió los clípeos antiguos, que estaban realizados en mosaico, antes de que fueran destruidos hacia 1724-1730.  Se trata, pués, de una copia del siglo XX sobre la base de una copia del siglo XVII, muy significativa, pues da una idea de esta singular iconografía en un arco del triunfo. También es posible que el mosaico, que en la construcción paleocristiana del siglo V decoraba el frontal del altar, tuviera un tema análogo al reproducido por Taddeo Zuccari en el fresco de 1560.







Cerca del presbiterio se encuentra la schola cantorum, el coro, reconstruido en 1936 en una inspiración paleocristiana, también se reutilizaron restos de los antiguos plúteos. 



Relieves paleocristianos reutilizados en la actual Schola Chantorum, reconstruida en 1936

El altar mayor, colocado sobre un suelo realzado, se caracteriza por un frente de altar en pórfido rojo.
La propuesta de lectura iconográfica global de la decoración interna del edificio señalaría entonces a la Iglesia aludida a partir de las Ecclesiae, profetizada por los dos príncipes de los Apóstoles (san Pedro y san Pablo), narrada en las Escrituras y elevada por la Iglesia romana, que sigue una elaboración cercana a la "Ciudad de Dios" de san Agustín. 
Se trataría de uno de los primeros ejemplos de iconografía cristiana en una sede monumental de Roma, en la que la cancillería del papa Sixto III (432-444 d.C.) elaboró, en clave conceptual, la voluntad de preeminencia de la sede romana, entendida, como Iglesia universal y la unión de la Iglesia de los Hebreos y de los Gentiles en el nombre de la nueva Iglesia romana.
Al exterior, carece de fachada, ya que está englobada en el atrio que calca la planta del antiguo nártex, uno de los cuatro brazos del antiguo cuadripórtico, actualmente dentro del monasterio dominico, aunque también puede accederse a través de un portal, precedido por un pequeño pórtico con tres arcos, situado en el lado derecho.



Fresco de estilo bizantino de Santa Sabina. En el centro la Virgen y el niño flanqueada por pedro y Pablo, las santas Sabina y Serapia, Jorge y Teodoro


En marzo de 2010 comenzó la restauración de una de las zonas de la Basílica de Santa Sabina en Roma. El trabajo duró cuatro meses, pero hubo una sorpresa que cambió el plan establecido. Al eliminar el yeso de una de las paredes del pórtico de la iglesia, apareció un fresco en el que se distinguía a la Virgen María y a Jesús datado entre los siglos VII y VIII entre los santos Pedro y Pablo, flanqueados por las santas Sabina y Serapia, mientras que en la parte inferior aparecen el archipresbítero Teodoro y  el presbítero Jorge, delegados papaples durante el III Concilio de Constantinopla, que han permitido datar la escena.






Se completa el conjunto con un  claustro cuadrangular con galerías en los cuatro lados que se abren hacia el centro con políforas sustentadas por columnitas marmóreas.
El interior fue profundamente remodelado durante las restauraciones de Domenico Fontana en 1587, primero, y de Francesco Borromini en 1643, después. Las restauraciones de Antonio Muñoz, llevadas a cabo en dos fases (1914-19 y 1936-37) devolvieron a la iglesia -transformada en lazareto a partir de 1870, a consecuencia de la supresión de los monasterios- su estructura originaria.
De las construcciones barrocas quedan solamente las dos capillas laterales de planta cuadrangular cubiertas con cúpulas, estas dos capillas están dedicadas respectivamente a San Jacinto (derecha) y a Santa Catalina de Siena (izquierda). 



Tumba de fray Muñoz de Zamora



Lapis diáboli, en realidad una pieza precedente recompuesta que se conserva en el centro de la Schola Cantorum




En Santa Sabina, se han celebrado cónclaves, elegido papas y constituye, además, la primera estación de la Cuaresma, pronunciándose allí la homilía papal el miércoles de ceniza.
Espero haber despertado en ustedes curiosidad e incitado a su visita.



¡Que pasen una feliz semana!

         



Bibliografía

Coburn Soper, Alexander; 1938: "The Italo-Gallic School of Early Christian Art", The Art Bulletin, Vol. 20, n.º 2, pp. 145-192.

Delbrueck, Richard; 1949: "The Acclamation Scene on the Doors of Santa Sabina" (en Notas), The Art Bulletin, Vol. 31, n.º 3, pp. 215-217.

Delbrueck, Richard; 1952 :"Notes on the Wooden Doors of Santa Sabina", The Art Bulletin, Vol. 34, n.º 2, pp. 139-145.

Kantorowicz, Ernst H.; 1944: "The 'King's Advent': And The Enigmatic Panels in the Doors of Santa Sabina", The Art Bulletin, Vol. 26, n.º 4, pp. 207-231.

Thayer's Gazetteer (en inglés), con Mario Armellini's Le Chiese di Roma (en inglés)
Iglesias de Roma: "Santa Sabina all'Aventino" (en inglés)


Enlaces

http://web.archive.org/web/20081221024446/http://www.rome101.com/Christian/Sabina/

http://penelope.uchicago.edu/Thayer/E/Gazetteer/Places/Europe/Italy/Lazio/Roma/Rome/churches/S.Sabina/home.html





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