miércoles, 8 de julio de 2020

Pioneras de la Arqueología. Mujeres mirando el pasado




Podría pensarse que no hubo ni hay mujeres arqueólogas, algo absolutamente incierto, pero aparente. Una vez mas se trata de una cuestión de invisibilidad injusta a la que que los propios buscadores de la red contribuyen, por no mencionar la formación especializada en la Universidad, en la que de forma reducida se nos hablaba puntualmente de las científicas en relación con sus esposos,  combos matrimoniales como el de Luis y María Leakey,  y, de igual modo, de la importancia de los estudios sobre el Neolítico en Jericó realizados por Kathleen Kenyon, la excepción que confirma la regla.
Justo hoy, llegaba a mis ojos, la noticia de un congreso arqueológico que promueve la arqueóloga Ángeles Querol (este es el link) y en mi recuerdo hay decenas de compañeras, que junto a los compañeros, han configurado y configuran mi aprendizaje de ya muchos años: María Dolores Fernández-Posse (Ferrol 1945- Madrid 2007), Marisa Cerdeño, Primitiva Bueno,  Mª Ángeles Jiménez Higueras, Esther Rodríguez, Carmen Pérez Díez.
Otras tantas han estado a mi lado, y yo al suyo, en campañas de excavación, charlas, publicaciones, seminarios, oficinas, talleres, etc. y citarles aquí sería arduo y complejo
Queda claro que no es intención de estas líneas realizar una exhaustiva relación de todas las mujeres que han contribuido al conocimiento científico a través de la Arqueología ni de las que nos batimos el cobre en la actualidad, sería denso e inviable, así que les contaré algunas cuestiones curiosas e interesantes de las pioneras, de su formación, su trabajo, valentía y legado.
A mediados del siglo XIX algunas mujeres europeas y americanas excepcionales, se disponían a irrumpir en un mundo  capitaneado por varones para hacerse un lugar en la historia de la Arqueología y lo hacen primero en Oriente,  entorno del mar Mediterráneo y en Centroamérica. 
En la mayor parte de los casos habían iniciado formación universitaria, pero en otros se trata de autodidactas que sientan las bases de la metodología arqueológica y la mejoran.

Es el caso de la francesa arqueóloga, exploradora, novelista y periodista Jane Dieulafoy, que dirigió una excavación en la ciudad de  Susa, Persia, un trabajo que le permitió realizar mejoras en la metodología de campo, los sistemas de cartografía y elaboración de planos y la clasificación y caracterización de los objetos. Documentó las exploraciones mediante fotografías, dibujos y escritos. Procede de sus trabajos en Susa el friso del León exhibido en el Museo del Louvre; en realidad dos salas de este museo contienen piezas recogidas en las misiones Dieulafoy. Por estas contribuciones, el gobierno francés le confirió el título de Caballero de la Legión de Honor en 1886.
Durante sus viajes al exterior, Jane Dieulafoy prefería vestirse con ropa de hombre y llevar el pelo corto, porque de otra manera era difícil para una mujer viajar libremente, obteniendo un permiso especial para tal travestismo que entonces estaba absolutamente prohibido.






Otra valiente mujer, Gertrude Bell (1868-1926), considerada la madre de la Arqueología del Creciente Fértil,  fué una escritora, viajera aficionada a la Arqueología y espía al servicio de la corona británica, que acabó excavando diferentes yacimientos arqueológicos de Turquía, Siria e Irak, llegó a ser directora de Antigüedades de Irak y fundó el Museo Arqueológico de Irak en Bagdad en el año 1926. Su gran aportación en el campo patrimonial fué la propuesta de de que los bienes arqueológicos, con independencia de quien financiara las campañas, se mantuviera en el país al que pertenecía. Su enorme e importante aportación le ha valido ser considerada la creadora de Irak.
La película La reina del desierto "da cuenta" de su interesante biografía aquí pueden ver un trailer


Gertrude en Giza entre Winston Churchill y Lawrence de Arabia



Gertrude a caballo, frente a las ruinas de una qubba en Duris (Líbano) en 1902 .
 Archivos de Gertrude Bell (Universidad de Newcastle)


A diferencia de las anteriores, Harriet Boyd Hawes (1871-1945) estudió arqueología pero tuvo que enfrentarse a sus propios profesores, que se negaron a que participase en un trabajo de campo en Atenas. Ante esta oposición se trasladó a Creta descubriendo, el primer yacimiento minoico, en Gournia, donde dirigió un enorme equipo de mujeres y hombres, todos ellos trabajadores locales, y publicó sus hallazgos en un informe ejemplar que todavía es consultado hoy en día.
Comenzó a enseñar Arqueología, epigrafía y griego moderno en el Smith College, mientras trabajaba y recibía su maestría. También enseñó en el Wellesley College en Cambridge, Massachusetts.


Harriet clasificando fragmentos cerámicos en Grecia


La irlandesa Hilda Petrie (1871–1957, nacida Urlin) fué una arqueóloga fascinada por Egipto.  En 1898, durante la excavación de las necrópolis de Abadiyeh y Hu, Hilda se ocupó de la identificación de las piezas cerámicas, de las pizarras y  el sílex y tomaba buena nota de cada objeto con la tumba en que había sido hallado. Fué fundamental su trabajo de inspección, catalogación y sigla de cada resto arqueológico así como el dibujo de los hallazgos.
En el invierno de 1902, durante la última campaña en Abydos, Hilda dirigió su propia excavación. El equipo estaba formado por  Margaret Murray, y Miss Hansard, una gran dibujante como Hilda.


Hilda Petrie dibujando en Abidos

Kathleen Kenyon (1906-1978) había trabajado con Sir Mortimer Wheeler, de cuyo método de excavación en cuadrículas con testigos intermedios somos en buena parte deudores, convirtiéndose en la más prestigiosa investigadora del Neolítico en el Próximo Oriente, gracias al trabajo desarrollado en el  tell  de Jericó donde llegó a identificar varias ciudades superpuestas con fortificaciones muy tempranas y un culto ancestral a los cráneos humanos que adornaban con conchas marinas.
Fue la primera mujer presidenta de la Sociedad Arqueológica de la Universidad de Oxford.


La Kenyon en los niveles de Jericó 10



Cráneo neolítico de Jericó  con yeso e incrustaciones




Torre neolítica fortificada de Jericó. Tiene 8,5 metros de altura y está hueca.
Está datada en el 6000 a C.

La rusa Tatiana Proskouriakoff (1909-1985) se formó como arquitecta, lo que le ayudó en sus intervenciones sobre las construcciones mayas. Se le reconoce como la persona que descifró la escritura jeroglífica maya en la que había descubierto previamente las historias dinásticas y la información de tipo calendario.


Tatiana en el yacimiento de Piedras Negras entre 1936 y 1037.



A Jacquetta Hawkes (1910-1996) le debemos las bases de la socialización del conocimiento arqueológico pues se convirtió en la primera arqueóloga que utilizó los medios de comunicación para divulgar sus hallazgos y teorías. Excavó en Inglaterra, Irlanda y Palestina, para acabar investigando el mundo minoico que ella consideraba liderado por mujeres. Para divulgarlo no dudó en utilizar todos los medios a su alcance como libros, prensa escrita, televisión y radio.



Dorothy Garrod fue la primera mujer catedrática de Arqueología en la Universidad de Cambridge,  en 1939. dedicó su investigación al Paleolítico dirigiendo campañas de excavación arqueológica en  Gibraltar, Palestina, Kurdistán del Sur, Turquía y Bulgaria. Obtuvo tres doctorados honoris causa  por las universidades de Pennsylvania,  Boston y Oxford.


En ambas imágenes Dorothy excavando en las cuevas de Monte Carmelo, en Palestina, donde formó parte de la dirección de un equipo de arqueólogos
Fotografías del Museo Pitt Rivers




Siendo ya una mujer madura, en 1900, la inglesa Catalina Adela Breton (1849 - 1923), inició un trabajo de documentación exhaustivo de los murales pintados de las ruinas mayas en Méjico que le llevó mas de una veintena de años. Sus reproducciones de  las pinturas murarias de Chichén Itzá y de otros yacimientos de gran importancia fueron legados al Bristol Museum and Art Gallery. Sus pinturas son el único registro de los vibrantes colores que adornaban los templos y todavía se utilizan hoy en día.







Nina Layard (1853-1935) fue una mujer aficionada a la arqueología que descubrió, excavó y registró el yacimiento inglés de Foxhall Road, Ipswich con  una datación de más de 300.000 años de antigüedad. La contribución científica de Nina permitió documentar las visitas de los homínidos sobre las terrazas fluviales y la clasificación de los artefactos líticos.


Encarnación Cabré excavando en la necópolis de la Osera junto al castro de Chamartín, Avila



Encarnación Cabré en una zona ya excavada de la necrópolis de Las Cogotas 
(Cardeñosa, Ávila) 1930.
Ministero de Cultura. Fototeca del Patrimonio Artistico. Negativo. Vidrio gelatina. Archivo Cabré-3806_P

 


Excavaciones en el Cabezo de Azaila

Encarnación Cabré está considerada como la primera arqueóloga española (1911-2005). Su formación y especialización la hizo de la mano de su padre Juan Cabré, de cuyo equipo formaba parte. Cuando comenzó sus estudios de Filosofía y Letras en la Universidad Complutense de Madrid, en 1928, ya había excavado en el Castro de las Cogotas (Ávila). Enseguida destacó por sus investigaciones y participó en los Congresos Internacionales, un espacio hasta entonces exclusivo de los varones.
Fue la primera arqueóloga española en hacerse cargo íntegramente de una campaña, en 1931, en el yacimiento de la parte baja del Cabezo de Alcalá de Azaila (Teruel), debido a la enfermedad de su padre.
Fue docente en la Universidad Complutense de Madrid durante el curso de 1933; participó en el crucero por el Mediterráneo para estudiantes y profesores de diferentes puntos de España con el objetivo de conocer los principales yacimientos arqueológicos del Mediterráneo y en las Misiones Pedagógicas entre los años 1934-1936. 
Durante la Guerra Civil, junto con su padre,  Juan Cabré, y el Marqués de Cerralbo, se encargaron de proteger el patrimonio del museo Cerralbo.
A ella se debe el enorme trabajo de catalogación de las armas y cerámicas celtibéricas.




Mary Leakey en Olduvay


La arqueóloga británica Mary Nicol Leakey (1913-1996), está unida a los importantísimos yacimientos africanos de la Garganta de Olduvai y Laetoli en Kenia y Tanzania,  que supusieron un revulsivo para la comprensión de la evolución humana poniendo su cuna en el Africa Oriental. En  1959 descubrió un australopiteco, hoy denominado Paranthropus boisei, asociado a restos de herramientas de piedra, lo que supuso el comienzo de la moderna paleoantropología  y de una nueva dimensión de la investigación paleolítica.
En el año 1974, Mary Leakey dio por terminado su pormenorizado estudio sobre la garganta de Olduvai y decidió explorar otro sitio: Laetoli, situado en el Gran Valle del Rift a sólo unos 45 kilómetros al sur de Olduvai, donde reconoció las huellas de huellas de unas pisadas humanas con una antigüedad comprendida entre 3,4 y 3,8 millones de años. 


La familia Leakey excavando en la Garganta de Olduvay


Huellas de un grupo familiar de homínidos en Laetoli



La arqueóloga y matemática María Reiche es la investigadora y mayor conocedora de las líneas de Nazca, a las que dedicó gran parte de su vida. Llegó a Perú en 1932 como institutriz de los hijos del cónsul alemán en la ciudad de Cusco.
A partir de 1946, estimulada por los estudios del arqueólogo estadounidense Paul Kosok comenzó su estudio pionero sobre las manifestaciones superficiales del desierto de Nazca basándose en sus conocimientos matemáticos, geográficos y físicos, gracias a los que, en diciembre de 1994, la Unesco acordó otorgar a las líneas de Nazca la categoría de Patrimonio Cultural de la Humanidad. 
Se nacionalizó peruana y recibió las mas altas condecoraciones culturales de su país. 
María Reiche llegó a la conclusión de que las figuras de Nazca formaban parte de un gigantesco calendario astronómico destinado a fijar los ciclos y los cambios climáticos en las sociedades agrarias de la civilización nazca. Observando las estrellas los antiguos nazquenses pudieron definir constelaciones, cuya posición les ayudaba a regir sus ciclos agrícolas, y fueron esas constelaciones las que representaron en la pampa. 





De todas estas mujeres, y muchas más, somos deudores los arqueólogos actuales.
La suya fue una vida extraordinaria


¡Les deseo una feliz semana!








miércoles, 1 de julio de 2020

Pompeya. La muralla y el Foro de la Ciudad







Conocer y visitar Pompeya era, hasta el mes de octubre de 2019, un objetivo vital, tanto como para programar un viaje a medida que me trasladara directamente a la Campania el tiempo suficiente y nunca bien ponderado, y que me permitiera contactar con tantos lugares, ambientes y épocas como me fuera posible.
Desde Nápoles, tomando el tren Circunvesubiano desde la Estación Garibaldi, el viaje dura una media hora. mas datos aquí
La llegada a Pompeya es abrumadora por la enorme cantidad de personas que se organizan en colas interminables a pesar del madrugón. Decenas de guías ofertan sus servicios en diferentes idiomas para conocer la ciudad pero optamos por hacerlo por nuestra cuenta, eso sí, previo estudio de una buena guía y tras haber visitado el Museo Arqueológico Nacional Romano de Nápoles.



Fot. National Geographic





La ciudad de Pompeya fue fundada hacia el siglo VIII a.C. por los Oscos, tribu local previa a la conquista de la Campania por Roma, en las faldas meridionales del Vesubio, junto al río Sarno, entonces navegable. 
Su situación geográfica y vocación comercial la convirtieron en un foco económico de interés para griegos, etruscos y, definitivamente, para los samnitas, responsables de su crecimiento urbano. Una vez anexada a Roma, la urbe entra a formar parte de su gran circuito comercial marítimo estableciéndose importantes relaciones tanto al oeste -Hispania y Galia-, hacia donde exporta vino y aceite, como hacia Oriente.
Pasa a ser "municipium" latino para, años después, convertirse en la colonia “Veneria Cornelia Pompeianorum”, en referencia a la diosa Venus y al tirano Cornelio Silla. Es en estos momentos cuando se otorgan un gran número de parcelas de tierra a los veteranos del ejército para instalarse en el lugar en recompensa por sus servicios militares.
La vida urbana transcurrió sin sobresaltos hasta que en el año 62 se produce un terremoto en el golfo de Nápoles,  produciendo daños en numerosos edificios de la zona, tanto en Pompeya, como en Herculano, Oplontis y Stabia, que aún continuaban reparándose en el año 79, cuando la gran erupción vesubiana sepultó bajo coladas volcánicas de varios metros de espesor ciudades y villas.
Sólo en Pompeya las excavaciones arqueológicas permitieron hallar 1.150 personas, si bien los cálculos de los arqueólogos elevarían a unas 2000 personas las que habrían muerto atrapadas, sepultadas o asfixiadas por la erupción del Vesubio.
Algunos de aquellos cuerpos, obtenidos mediante moldes de yeso del negativo dejado entre capas de ceniza, son exhibidos en los Graneros -Horreum-  del Foro principal, advirtiéndose, de inmediato, la agonía de quienes lucharon denodadamente contra su suerte.  Recientemente se llevan a cabo interesantes analíticas mediante tac y adn que ponen en crisis muchas de las deducciones realizadas hasta ahora sobre el sexo o la relación familiar de los indivíduos hallados y recuperados.
Tras el gran cataclismo del año 79 Pompeya quedó oculta bajo metros de ceniza, hasta que en el año 1748 comenzaran las primeras actuaciones arqueológicas, coincidiendo con el reinado de Carlos III de Borbón, al hilo de los hallazgos que estaban realizándose en la vecina ciudad de Herculano.
Durante la II Guerra Mundial, en el año 1943 algunos edificios pompeyanos fueron bombardeados por los aliados, lo que supuso un irreversible daño para algunas zonas muy singulares de la ciudad, justo al norte del foro. Ha sido precisamente en esta zona donde se ha aprovechado para levantar las áreas de servicio para los turistas dentro del enorme yacimiento arqueológico.
Tras la visita, realizada en el mes de septiembre de 2019, en la que determinados sectores permanecían en excavación y/o restauración, se han abierto algunas nuevas viviendas a la visita pública y continúan los trabajos de investigación.
Para ordenar el trabajo científico, dada la estructura ortogonal del urbanismo pompeyano, se estructuró la ciudad en barrios numerados denominados regio, que ordenaban las insulae o manzanas de viviendas.





Los nombres de las viviendas, cuando se desconocía quienes eran sus dueños, se acuñó por los excavadores en virtud de los hallazgos que iban realizándose en cada ámbito.
Si, como yo, preparas la visita por tu cuenta, debes seleccionar los lugares de visita con el fin de ordenar tus movimientos y calcular los tiempos. Pompeya es inmensa. 7 horas después de nuestro acceso por la rampa de la Porta Marina, precedida de los edificios de las termas suburbanas, salíamos de la Villa dei Misterii.
La entrada a las ruinas de Pompeya cuesta 15 € pero compensa sacar una entrada conjunta para visitar varios centros, como Herculano, con ticket combinado a 22 euros válido para tres días consecutivos. No olvideis coger en la entrada una guía de la visita que contiene la información básica y el plano completo , os servirá de mucha ayuda para ordenar y optimizar la visita.





Muralla de Pompeya y rampa de entrada por la Porta Marina. Al exterior las termas suburbanas.






La Porta Marina, situada en el lienzo oeste del recinto amurallado de la ciudad, es una de los ocho accesos del recinto amurallado de la ciudad junto con Porta Vesuvio y Porta di Capua en el norte, Porta di Ercolano, al noroeste, Porta di Nola y Porta di Sarno, Porta di Nocera  y Porta di Stabia hacia el sur. Es la mas imponente de las siete y su nombre deriva de que era la salida de comunicación hacia el mar. Se levanta en opus caementicium y debió ser levantada hacia el 80 a C, en época de Sila.
Posee dos arcadas, una destinada a mercancías y caballerías, más alta, y otra, algo avanzada, que es un paso peatonal.
La muralla, un antiguo recinto que parece que existía desde el siglo VI a C, tiene una longitud de 3200 m y está constituida por un doble lienzo con adarve, el pasillo de tránsito superior, completada por un terraplén hacia el interior de la ciudad. la muralla presenta doce torres, que son mas numerosas en su lado norte, la zona más vulnerable por la planitud del terreno.
Al constituirse en Colonia romana, la muralla perdió su función defensiva y las muralla fue parcialmente reutilizada.
Se sostiene que fue la muralla la que sirvió de cierta contención de las coladas piroclásticas del Vesubio en el año 79 hasta la definitiva que arrasó por completo la ciudad.
Antes de acceder por la Porta Marina podemos observar una zona de termas suburbanas construídas delante de la muralla, que en el siglo I había perdido ya la función de defensa.
Estas, a diferencia de otros complejos termales, como las termas del foro, no eran públicas sino privadas.
En la planta superior, en el apodyterium, el vestíbulo en el que se dejaban ropa y objetos personales, se encuentran pinturas eróticas que debían hacer publicidad de las actividades que, ilicitamente, se realizaban en las termas.
En el frigidarium, la cascada de agua que alimentaba la pila manaba de una falsa cueva decorada con un mosaico de amoercillos entregando sus armas al dios Marte, mientras las paredes se pintaron con frescos de combates y animales marinos.
El caldarium se calentaba con un gran brasero de bronce.
Cuenta, además, con una amplia panadería subterránea que representa algo único en el panorama doméstico pompeyano.

La fuerte rampa de acceso, una vez en el interior, te lleva hasta la puerta de la conocida como Casa del Marinero, levantada en el siglo II a C sobre el fuerte desnivel del terreno, lo que provocó que se construyera sobre  diferentes estructuras abovedadas utilizadas como almacenes. Esta combinación de casa elegante - con su enorme atrio redecorado en el siglo I con mosaicos en blanco y negro y sus propias termas- y comercial es excepcional en Pompeya.


Debe su nombre al hallazgo de un mosaico que representa seis próas de naves dentro de sus arsenales que aparece a la entrada de la casa, por lo que se dedujo que se trataba de un dominus que sería armador.
Forma parte de la Regio VII, concretamente de un complejo residencial y exclusivo de la ciudad, por su proximidad al foro, en el que habitaban solo familias influyentes que habían realizado grandes viviendas articuladas sobre terrazas con escaleras, rampas, logias y criptopórticos, con vista panorámica sobre el golfo hacia las islas de Capri e Ischia.




Vista del foro con el Vesubio al fondo desde las estructuras administrativas del sur

Este enorme centro comercial, jurídico y religioso hunde sus raíces en el siglo IV a. C., cuando la ciudad es una mas de la tribu de los samnitas. Entonces configuraba una zona situada al aire libre alrededor de la cual se disponían numerosos comercios construidos con materiales locales como la lava y toba volcánica unidas con barro. Al pasar a formar parte de la órbita romana, en el siglo II a C. este foro fue reconstruido y ampliado, levantando nuevos edificios de carácter político y religioso alrededor del perímetro de la plaza, una vez habían sido demolidos los pequeños comercios, un muro perimetral y el antiguo templo de Apolo.
Con Augusto ya se había renovado el pavimento y el macellum o mercado y se  había levantado el pórtico y un templo dedicado al culto imperial.
Con una orientación norte-sur, y alineado con el Vesubio, el foro se desarrolla en un enorme espacio rectangular de 143 metros de longitud por 38 metros de anchura en torno al que se localizan los edificios públicos: la basílica, el macellum, la mensa ponderaria, los templos de Apolo, Júpiter y Vespasiano, el templo de los Lares Públicos y el edificio de Eumaquia. 
En el norte cerraba mediante arcos de triunfo adornados con estatuas.
​A Lucio Cornelio Silla y por deseo de Vibio Popidio, se debe la construcción del enrome pórtico perimetral foral en el que las columnas, de doble orden -dórico en la zona baja y jónica en la alta-, se levantan en piedra caliza blanca. las columnas se un en mediante un arquitrabe decorado con metopas y triglifos. Algunas de aquellas, las  cercanas al macellum  son acanaladas, rematan con capiteles corintios y su base descansa sobre un toro doble, mientras que las que están próximas al edificio de la sacerdotisa Eumaquia no tienen acanaladuras, poseen un solo toro en su base y tienen grabada una dedicatoria en el arquitrabe.

El foro estaba cerrado al tráfico de carros y tenía, en origen, de piedra toba, si bien fue reformado con losas de mármol travertino. Algunas placas han variado su ubicación y conservan huellas de haber alojado letras de una enorme inscripción en bronce.
Por su localización, distribución y características está mas próximo a un ágora griega que a un foro romano. No sigue el esquema vitrubiano ni en anchura ni en el sistema de calles ni en la ubicación de las estatuas honoríficas, que  ocuparon el pórtico o los lados de la plaza -tal y como ponen de manifiesto los pedestales, no el espacio central. Una de aquellas, de carácter ecuestre, estaba dedicada a Quintus Sallustius, y de las que se levantaban en el lado sur, una de ellas de Augusto, se conservan los enormes basamentos.
En el lado sur se localizan tres grandes basamentos, uno de los cuales debía alojar la estatua de Augusto.




Placas de travertino, pedestales y al fondo, la basílica



El foro, por su envergadura no fue sepultado por completo por la erupción del año 79 d C. Comenzamos la visita por la basílica, inmediatamente al sur de nuestro acceso en la plaza del foro, para continuar por el lado corto de la plaza, donde se hallan tres cellas destinadas a ificinas de la Administración de la ciudad, el edificio del Comicio, el conocido como de la sacerdotisa Eumachia, que además funcionaba como mercado de la lana y se hallaba decorado con esculturas y suelos de mármol.






Detalle de una de las pinturas al fresco que pueden apreciarse en la pared Noroeste del pórtico de entrada con soportales, que circundaba parte del Macellum de Pompeya. 
Este uno de los paneles con cuadros de tema mitológico.


Templo de Vespasiano, levantado por Mammia, sacerdotisa de Cerere y del Genius de Augusto. Incluye un pequeño patio, un altar y un templete con cuatro columnas sobre alto podio.



Continuando por el mismo lado llegamos al templo de Vespasiano -dedicado a Tito Flavio Vespasiano, que curiosamente murió unos meses antes de la erupción;se estaba restaurando tras los daños causados por el terremoto del año 62, y a tenor de su estado se habían utilizado ricos materiales y una calidad ornamental importante-, el santuario de los Lares Públicos y el Macellum. 
Preside la cabecera del foro el templo de Júpiter, del siglo III, sobre podio y con escalinata frontal. En realidad estaba dedicado a la tríada capitolina: Iove, Juno y Minerva.



Almacén arqueológico en los Horrea o graneros del foro




Molde en yeso de un perro doméstico que no pudo huir al estado atado a la cadena y murió cubierto por la ceniza. Se exhibe en el horreum del foro.



La mesa ponderaria es un banco que representa las  medidas de capacidad oficiales empleadas en los intercambios comerciales. Su antigüedad la avalan las inscripciones realizadas en osco, aún visibles parcialmente,que se borraron para actualizar las medidas al sistema romano.

Cierra por el oeste este foro con las letrinas, el foro Olitorio o mercado de verdura, hoy un enorme almacén - Graneros del foro- repleto de ánforas, piezas de mármol y algunos restos de los pompeyanos que no sobrevivieron al desastre.
A su lado encontramos una réplica de la mesa ponderal -la original está en el Muso Arqueológico Nacional de Nápoles, y el recinto del templo de Apolo, sobre un templo samnita mas antiguo, del siglo VI a C., del que se conserva la escalera de acceso y algunas columnas de estilo jónico y dórico. 
La elección de Apolo como culto fundador de Pompeya lleva, inequíviocamente, a la presencia griega y etrusca en la Campania.
Entre los siglos III y II a C el edificio fué completamente reformado. Una columnata monumental unía el santuario y el foro con una terraza donde se llevaban a cabo juegos de gladiadores y representaciones teatrales que conformaraban los ludii Apolinaris o Juegos de apolo, de iniciación de la juventud quie tenían como dioses  tutelares a Apolo y su gemela, la diosa Diana. Sus esculturas en bronce se custodian en el Museo Arqueológico Nacional de Nápoles.





Mención especial y diferenciada merecen las Termas del foro, construidas después del año 80 a C. cuya conservación es excelente pues no sólo conservan alzado y bóvedas sino una decoración de bajorrelieves de estuco con motivos geométricos y mitológicos, muchos de ellos realizados hacia el 62 a C.
Eran unas termas públicas muy populares en su época, pues tenían un precio barato de entrada. También se sabe que la hora más concurrida de baños era a primera hora de la tarde.
Tenían una sección masculina y otra femenina. El apodyterium, nombre en latín del vestuario, conserva los estantes individualizados para que pudieran a comodar los vestidos y objetos personales de los visitantes que accedían a los baños. El tepidarium conserva atlantes en yeso que decoran los separadores las hornacinas.


 






Imagen del Frigidarium circular de las Termas del Foro en Pompeya.
El frigidarium era la sala destinada a las abluciones de agua fría, y en este caso tenía asientos y escalera para refrescarse o bajar para remojarse.


Apoditerium de las termas del foro


Ya estamos dispuestos para afrontar el recorrido de las calles de Pompeya, sus casas y otros edificios públicos.
Continuará








He encontrado esta joyita, para quien quiera escuchar


¡Les deseo una feliz semana!